martes, 28 de noviembre de 2023

Diario de un skin: Un topo en el movimiento neonazi español, de Antonio Salas

ISBN: 8484602508
Autor: Antonio Salas 
Idioma: Castellano
Encuadernación: Rústica. Tapa dura
Páginas: 350
Año: 2004

Sinopsis:
Diario de un skin es la confesión auténtica de quien ha logrado, por primera vez, infiltrarse sin levantar sospechas en un grupo tan peligroso que no perdona los errores.
Armado de una cámara oculta y parapetado tras una falsa identidad, construyó un personaje lo suficientemente convincente como para ganarse la confianza de sus «iguales» y vivir desde dentro la terrible realidad de los cabezas rapadas.
El orgullo y los sentimientos de odio de los ultra, los actos violentos en los que participan, su implicación en las peñas futbolísticas y sus alianzas con grupos internacionales afines a través de internet son, entre otros muchos aspectos, los que se desarrollan en estas páginas sin precedentes.

Opinión:

¿Qué sabéis vosotros de los skinheads? Mi concepción simplista de este grupo ha cambiado mucho tras mi lectura. Antes creía que eran veinteañeros con la cabeza rapada y estética punk que se dedicaban a hacer gamberradas por las calles: grafitis, quemar contenedores e increpar a la gente. Eran radicales (signifique lo que signifique eso) y nacionalistas, que no trabajaban y que no tenían nada mejor que hacer que incordiar. Esta obra me ha abierto los ojos a una realidad mucho más compleja de lo que yo creía.

Antonio Salas es el pseudónimo de un periodista español que en 2002 se infiltró entre este colectivo y grabó sus vivencias con una cámara oculta. Estuvo un año entre ellos, aunque hubiera alargado su investigación si alguien no hubiera chivado que era un topo. En esta obra recopila toda la información que obtuvo de los skinheads (ideología, estética, grupúsculos, delitos, aficiones) y nos explica tanto el proceso de infiltración como las entrevistas que tuvo con los principales cabecillas del movimiento, hasta las brutales palizas que presenció.

No sé cómo os imagináis que uno se puede infiltrar en un grupo así, pero yo esperaba algo más sencillo. No solo debes realizar una ardua tarea de investigación, sino que tienes que trasformarte por completo en alguien a quien odiarías. No basta con conocer sus códigos y consignas, sino que tienes que creértelas. No basta con memorizarte el Mein Kampf; sino adoptarlo como doctrina propia. Además, no se puede entrar por la puerta grande, sino empezar relacionándote con pequeños grupos en las redes y crearte un nombre. 

«El miedo es la tarjeta de crédito, sin límite, de la que disfrutan los skinheads»

La obra trata de dar a conocer a los skinheads de la forma más objetiva posible; el autor evita el insulto directo y prefiere que sean los propios miembros del movimiento quienes se delaten y que sea los lectores quienes los juzguen. Por supuesto, critica los actos violentos y la discriminación en la que se fundamente su ideología, pero también menciona que cualquier extremo es malo, y eso incluye a la extrema izquierda. El autor pretende que comprendamos la convicción férrea que les empuja a actuar como lo hacen, así como las el argumentario que hay detrás de sus ideas fascistas, por lo que entrevista tanto a cabecillas, como a aquellos que los financian, como a los ideólogos.

«Obviamente, los skinheads ultras disfrutan de la violencia y con la adrenalina que supone una «cacería». Gozan al golpear, patalear o apuñalar a un individuo indefenso, respaldados por la fuerza del grupo. Pero como todo delincuente, necesita un móvil, una causa. El color de la piel, la religión, la opción política o sexual son una excusa excelente. Pero esa justificación está nutrida, alimentada y argumentada por los ideólogos del nacionalsocialismo, quieran ellos o no.»

Porque sí, los skinheads tienen multitud de revistas y páginas webs donde encuentran una justificación a su odio. No son gente que arda de rabia contra el mundo, como yo creía, sino hacia colectivos muy concretos: la izquierda, los negros, los extranjeros, la comunidad LGTBI... Al igual que los nazis (el libro demuestra que la mayoría de skinheads son neonazis) creen en la existencia de una raza blanca superior, son antiabortistas, defienden la familia tradicional, odian a los homosexuales, son racistas, están en contra del mestizaje, son negacionistas del holocausto, ensalzan a Hitler... Y todas esas ideas se sustentan en ensayos propagandísticos escritos por los ideólogos y principales defensores del movimiento.

«Confieso que cada vez que repaso las grabaciones de estas con­versaciones siento la misma fascinación. Los gestos, el tono, la emoción que transmiten estos skinheads al hablar de sus sueños y aspi­raciones resultan estremecedores. Sin ninguna duda, se trata de la mis­ma convicción, devoción y fe que experimentaban los primeros segui­dores de Adolf Hider, tras llegar al poder de Alemania en 1933. Y, como ellos, en manos de un líder carismático, estarían dispuestos a todo por sus convicciones fascistas. Por su fe»

Aunque como en todos los grupos hay disputas internas y choques entre bandas, pese a que no hay una organización piramidal, los skinheads tienen unos mismos referentes, sin importar el país del que procedan, y eso les une a todos. Es curioso cómo rechazan a los extranjeros que inundan lo que consideran sus calles, al mismo tiempo que se establecen vínculos con aquellos que permanecen dentro de las fronteras de su país.

«En Perú existen colecti­vos neonazis como el Movimiento de Acción Nacionalista Peruano (MANPE), que manifiestan su repulsa por los inmigrantes, por ejem­plo bolivianos, que «infectan su nación». Sin embargo, cuando son los peruanos los que emigran a países como Chile, son nazis, como mis camaradas de Odal Sieg, los que agreden a aquellos invasores. Pero si son chilenos o cualquier otro tipo de «sudacas» los que vie­nen a España, éramos los skinheads españoles quienes propinába­mos brutales palizas a esos inmigrantes. Aunque si fuésemos espa­ñoles los que emigrásemos a EE.UU., por ejemplo, podríamos convertimos en el blanco de los racistas del KKK, veteranos en agre­dir o asesinar a todo tipo de hispanos... Absurdo, ¿no?»

A diferencia de lo que creía, la gente que forma parte de este colectivo no son todos jóvenes, ni de clase baja (algunos forman parte de familias de carácter nacionalista muy adineradas) y mucho menos incultos (muchos de ellos han cursado carreras universitarias). ¡Y pensar que hay abogados y policías que forman parte del sistema pese a sus ideas radicales! Para mi sorpresa, también hay skingirls, con una estética distinta, pero con la misma ideología. Por lo que nos cuenta el autor, no son tan violentas, pero sí igual de radicales. Es curioso ver cómo el feminismo y la liberación de la mujer se integran con un pensamiento tan retrógrado y conservador.

Por supuesto, no puedes convivir con un grupo de personas, escuchar su música y fingir compartir su ideología sin comprenderlos. En algunos de los párrafos más personales (que, por desgracia, son muy escasos) el autor habla de la lástima que siente por esta gente a la que los partidos de derecha utilizan como herramientas, lo difícil que es escapar de este mundo por el miedo a que tu grupo se vuelva en tu contra (me hubiera gustado que profundizara en cómo abandonar el colectivo y rehacer tu vida) y cómo en algunos momentos de unión patriótica llegó a compartir su odio. Es por eso que confiesa que lamenta haber engañado a personas que se sinceraron con él y que creían que su amistad era verdadera.

«Incluso siendo consciente de que tan sólo era un periodista infiltrado que realizaba una investigación. Pero aun así, la amistad de mis camaradas era sincera. Sabía que, mientras estuviese con ellos, estaría a salvo. Nadie osaría provocarme. No estaría solo. Incluso, y aunque pueda parecer aberrante, en algún momento me sentía tan profundamente atrapado por Tiger88 que resultaba difícil definir la frontera entre el personaje y la persona que lo inter­pretaba. Y llegué a intuir, aunque fuese en la distancia, las sensa­ciones que puede percibir cualquier skinhead convencido de que la revolución nacionalsocialista es una causa trascendente real. Casi llegué a creer, como ellos creen, que éramos una suerte de nuevos templarios, cruzados de una lucha mística, guerreros del asfalto, soldados políticos en una guerra entre la luz del Führer y las tinie­blas del sistema democrático y sionista. Desde esa perspectiva, los skinheads no éramos sólo una tribu urbana más. Nuestra estética no es una cuestión de moda, sino el uniforme de nuestro ejército. Un uniforme que todo cabeza rapada luce con orgullo y dignidad. Gritando al mundo con su inconfundible aspecto: soy nazi y me sien­to orgulloso de ello»

Además de profundizar en el movimiento, Antonio Salas pretendía demostrar con su investigación la relación que había entre los skinheads, la extrema derecha política y el mundo del futbol. Pone de manifiesto los lazos que unen a estos tres colectivos mediante entrevistas a skinheads afiliados a un equipo ultra, que defienden la extrema derecha o que hacen las dos cosas a la vez, pero también asiste a reuniones, celebraciones y manifestaciones donde se relacionan los unos con los otros amigablemente. Por no hablar de los tratos de favor e incluso financiación que reciben los skinheads tanto por parte de partidos políticos afines, como de algunos clubs de futbol; muchos de los ultras del futbol más violentos forman parte de este colectivo.

«Un ejemplo, tan pintoresco como triste, de la utilización que la extrema derecha hace de los cabezas rapa­das. Son la tropa, los guerreros obedientes, los soldados de asalto. Son marionetas fácilmente manipulables a través de sus creencias, sus ideales y sus emociones. No entraré a enjuiciar si erróneas o acer­tadas. No es importante. Porque no es el objeto de este estudio enjuiciar si el fascismo, el nazismo o el socialismo son opciones políticas admisibles o no. Ni tampoco intento analizar si existió o no el Holocausto, si la mezcla racial es enriquecedora o contrapro­ducente en una sociedad, o si la inmigración es o no un problema. Mi intención es dejar claro que los skinheads adquieren un com­promiso con el neofascismo, mucho mayor que cualquier otro neo­nazi. Y lo hacen porque sus ideales y sus creencias en tomo a la raza, la sangre, el honor y la patria son tan sólidas y sinceras como los del adepto a una secta»

Cogí este libro a sabiendas de que no era una novela, sino un ensayo, pero debido a la implicación personal del autor, esperaba que el resultado fuera mucho más emocional de lo que ha sido. Estamos ante un libro de carácter claramente divulgativo, dejando de lado situaciones concretas en las que el autor nos narra cómo conoció a determinadas personas o cómo se sintió al entrar por primera vez en refugios skinheads (conciertos, concentraciones, excursiones, bares). Es por eso que hay capítulos dedicados a la historiografía del movimiento skinhead, a la música Oi!, a ultrasur y a figuras importantes para el movimiento que podrían formar parte de un libro más especializado. Entiendo que el autor fue de los primeros periodistas en tener acceso a toda esta información y que pretendía darla a conocer, pero todo este material me parece más propio de una obra documental y no testimonial, que es lo que yo andaba buscando. Sí, quería saber más de este colectivo, pero la razón por la que escogí esta lectura y no cualquier otra es porque esperaba que me aportara el punto de vista emocional del autor. Disponer de una lista de las principales bandas de música Oi! y cómo estas evolucionaron a nivel europeo, no me aporta nada. 

La parte que más me gustó, precisamente porque predomina el sentimiento por encima de la objetividad, es el final, en el que nos habla de cómo participó como espectador en una paliza organizada al final de un partido (hubo decenas de heridos y varios detenidos). El rechazo ante los actos violentos, el terror y la tensión por ser descubierto están muy bien tratados en esta parte. Me sorprendió esta violencia desatada de la que tan poco se habla hoy en día en los medios, pese a que sigue ahí. Sabía que los ultras del futbol eran gente peligrosa, pero no sabía que hasta este punto, ni tampoco que la mayoría de las víctimas no denunciaba por miedo a represalias.

«Por eso, mientras no descubran que pueden existir al margen del grupo, que son individuos libres, que no necesitan al clan para sentirse realizados, que ya existían antes de afeitar sus cabezas y tatuar sus cuerpos, que no necesitan un líder que les diga lo que deben pensar; mientras no se enfrenten a sus propios miedos, con­tinuaran siendo borregos que desean creerse lobos. La guerra en las calles no existe. La guerra está dentro de ellos mismos; por debajo de sus cráneos rapados, en su mente. La única batalla real es la que tendrán que librar contra sus propios temores. Su miedo a no ser respetados. Su temor a la soledad. Su pánico a no ser capaces de avanzar sin las muletas que ahora les sustentan. Su terror a perder el calor de los camaradas, del dan, de la mana­da.»

Aunque la obra me ha aportado mucha información y me ha permitido darme cuenta de que los skinheads son mucho más numerosos de lo que yo creía y que están muy bien organizados, esperaba algo menos didáctico, un texto más emocional y subjetivo, con anécdotas personales y mucho diálogo. En su lugar, la mayor parte de la obra me ha aburrido por su tono enciclopédico.

Es muy decepcionante que el autor use una cámara oculta y no la aproveche. Si lo que pretendes es que los propios skinhead se retraten como los animales violentos que son, déjales hablar, pero el autor no transcribe diálogos reales. Según el autor, pese a su mentalidad cerrada y sus argumentos poco trabajados, los skinheads no son estúpidos y, aun así, por cómo se expresan en la única transcripción que hay, a mí me lo han parecido.

Como he ido comentando, el libro incluye varias entrevistas a distintos miembros del colectivo, tanto a skingirls, como a ideólogos, como a ultras, como a cabecillas. Así, es cierto que nos muestra su ideología mediante sus propias palabras, pero son discursos preparados que no representan a los skinheads de a pie. Se supone que el autor estuvo un año asistiendo a encuentros, charlando con ellos en bares y trabando amistad. ¿De qué hablaban en esas quedadas? ¿Cómo se expresan, cómo defienden y justifican sus actos? ¿Qué les preocupa, cómo interactúan con su entorno, sus vidas son tan corrientes como las nuestras? ¿En algún momento se sienten culpables por la violencia que ejercen? No escuchamos en ningún momento su verdadera voz.

Se me ocurrió que el libro era quizás un formato insuficiente como para mostrar todo esto y que las pruebas documentales de lo que contaba el autor estarían en el documental que emitieron en Telecinco en 2003. Por desgracia, lo vi y me pareció un fiasco. El autor presume mucho de su audacia al grabarlo todo, algo que no había hecho nadie hasta el momento, así como la tensión al tener que cambiar la cinta de la grabadora en momentos complicados, pero todo ese material audiovisual parece inexistente. En el documental, una figura relata las partes más importantes de la investigación, pero todo eso no aparece complementado con imágenes grabadas por el autor. Por supuesto, las hay, pero la cámara tiene muy mala calidad y los fragmentos que nos muestran son muy escasos.

También se hizo una película que adaptaba el libro y lo convertía en una historia más narrativa, pero le he dado un vistazo y me parece una basura mayor que el documental porque prefiere la espectacularidad al realismo, exagera las actitudes, se centra en las partes más turbias del colectivo y construye al personaje del autor como alguien muy distinto.

Volviendo otra vez al libro, me gustaría destacar la edición. Mi libro es en tapa dura, con papel de calidad e incluye un CD con el documental y también algunas ilustraciones sobre el material que producen los skinheads, revistas y reuniones, así como algún documento policial. A eso hay que sumarle un añadido de 60 páginas con correos que recibió el autor y que muestran el impacto que supuso la publicación de este libro. Por supuesto, todos los correos se reproducen con la aprobación de sus autores y se transcriben tal y como se recibieron, sin modificar la ortografía. Estos correos enriquecen el libro, porque, por una parte, se hacen apuntes y correcciones, no solo ortográficas, sino también de contenido. En segundo lugar, vemos las repercusiones de su publicación: amenazas de muerte e insultos, pero también muestras de agradecimiento de gente que ha recapacitado e intentado alejarse del mundo skinhead gracias a la lectura de esta obra o al reportaje.  

Antonio Salas está en busca y captura desde la publicación de la obra. Aunque ha participado en entrevistas, nunca ha podido dar la cara, ya que su material permitió la detención de varios criminales, y en consecuencia, recibió muchísimas amenazas de muerte. Todo eso no hizo que cejara su empeño y a lo largo de los años se ha infiltrado en otros grupos marginales y publicado varios libros: El año que trafiqué con mujeres, El palestino o Los hombres que susurran a las máquinas. Por desgracia he leído que no son tan buenos y que el autor se excede en su soberbia, así que los dejaré pasar.

En conclusión, Diario de un skin da a conocer el movimiento skinhead en todos sus aspectos e incide en las relaciones de estos con los neonazis, ultras futbolísticos y partidos de la extrema derecha. Es un retrato muy completo realizado por un periodista que convivió con esta gente, por lo que ofrece mucho realismo. Toca multitud de temas, pero el enfoque es muy documentalista, así que si esperáis un relato más testimonial y que se centre en la parte emocional, seguramente os llevaréis una decepción. La obra cuenta con momentos emotivos, pero son escasos, y me ha aburrido la mayor parte de la obra, de corte más historiográfico. Por último, mencionar que la edición está muy trabajada y que incluye tanto ilustraciones como cartas que reflejan las repercusiones que tuvo la obra. 

Es cierto que el libro tiene 20 años y que sería interesante conocer cómo el movimiento skinhead han evolucionado con la sociedad, así como si la cifra de sus integrantes es tan numerosa como en aquel momento (aunque viendo el auge de la extrema derecha, yo diría que es incluso superior), pero no conviene olvidar que la información que aporta el libro está sujeta al momento en que se escribió.

Cosas que he aprendido:

  • Qué son los skinheads.
  • La música Oi!
  • La violencia de los ultras del futbol.

Y ya para terminar, os dejo con mis avances en Goodreads:

PUNTUACIÓN...3/5!

Primeras Líneas...

viernes, 24 de noviembre de 2023

Viñeta del lector 115#

 


Las novelas están formadas por dos partes decisivas: el principio y el final. Si el principio es muy malo, abandonas el libro y no hay vuelta de hoja. Si el principio es muy bueno, no importa que la parte medial sea floja o que la historia se desinfle; como mínimo, tienes la certeza de que el autor sabe hacerlo muy bien, así que puede que logre encaminar la historia. En el segundo caso, un final muy malo es capaz de amargar la mejor de las lecturas, mientras que un final muy bueno puede dar sentido a una lectura que había sido mediocre hasta ese momento. Por eso, los lectores nos enfrentamos siempre con expectación a unas últimas páginas que pueden suponer tanto un indulto como una sentencia de muerte.

A veces, ese final tarda mucho en llegar, demasiado. Giramos una página tras otra y parece que la resolución del conflicto sigue a años luz de nosotros. La historia cuelga en el cadalso y no hay nadie en las inmediaciones capaz de rescatarla. Entonces, la confianza que habíamos depositado en la maestría del autor se tambalea: ¿Cómo en tan pocas páginas puede deshacer un nudo tan apretado?

Algunos autores ni lo intentan, sino que dejan que la historia se asfixie poco a poco hasta la muerte. Y ahí te queda tú, mirando el cadáver. A veces, resulta que no habías mirado bien y la historia todavía respira porque el autor ha escrito una segunda parte. Cuál fue mi sorpresa al llegar al final de El apagón y descubrir que la tonta era yo, porque no sabía que el libro tenía continuación. Otras veces, el autor promete escribir una continuación, pero pasan los años, el cadáver se ennegrece y el nigromante no viene. El estilo de Cotrina ha madurado demasiado como para escribir una continuación coherente a nivel estilístico de La casa de la colina negra.

Ojo: que una historia termine de forma dramática, es decir, que el conflicto no se resuelva de forma positiva, no siempre es malo. En la vida real no abundan los valientes pistoleros, sino que la vida es lo que es, un amasijo de luces y sombras, y hay novelas que quieren reflejar precisamente eso. Puede que la crudeza del final de La canción secreta del mundo me dejara para el arrastre, pero era el final que la obra necesitaba para transmitir su mensaje. En Diario de un búnker, en cambio, el final es dramático porque el autor no sabía resolverlo, no hay más.

En algunas ocasiones la historia se salva en el último minuto, pero por algo tan inverosímil como una revolución de una única persona, como es el caso de Voz, o que capturan al villano y dejamos al protagonista desangrándose, como en Reino de fieras. Otras veces pasa justo al revés, que salvamos la historia a costa de dejar mil incógnitas sin resolver, como si dejáramos libre al forajido para que desvalijara otros pueblos. Es el caso de El octavo clan, donde no se resuelve con "todo fue un sueño", pero se acerca o Sueños de dioses y monstruos, que me encantó pese a los cabos suelos.

Finalmente, y esa es la mejor situación posible, algunos autores desatan el nudo con un disparo certero en las últimas páginas. El reloj da las doce, abren la trampilla y la historia cae. Se retuerce y da pequeñas bocanadas, arañando el nudo que la estrangula, pero hay demasiados obstáculos para desatarlo. Miras al horizonte, pero el salvador no aparece, no aparece, no aparece. La historia agoniza y asumes que no hay solución posible, mientras ves como la historia muere. Y entonces, pese a que es demasiado tarde, los monstruos derrotados se levantan de sus tumbas para luchar una vez más hasta las últimas consecuencias, como en La sombra de la luna, la batalla por la vida se convierte en una lucha mano a mano por lograr la victoria, aunque la muerte sea tu único final posible, como en El héroe de las eras y los viajes en el tiempo existen, al mismo tiempo que no lo hacen, como en El mapa del tiempo.

Y eso es todo por hoy. Es vuestro turno de charlar un rato, recomendar y desrecomendar novelas por el final que tienen. ¿Qué historia prometía una segunda parte que nunca ha llegado? ¿Qué libro os ha parecido que dejaba mil cabos sueltos por resolver? ¿Cuál tiene un final absurdo? ¿Cuál creíais que no tenía solución posible, pero el autor lo resolvía de forma brillante?

martes, 21 de noviembre de 2023

Vencer al dragón, de Barbara Hambly

Entiendo que los lectores actuales no sientan la más mínima curiosidad por la premisa de esta obra: un joven caballero, una hechicera y su marido, experimentado vencedor de dragones, se embarcan en una aventura para derrotar al dragón que asola las tierras de Bel. El lavado de cara que ofreció Nova con la nueva portada, más adaptada a los tiempos actuales, sin duda fue todo un acierto (ya veréis más abajo las pavorosas ediciones más antiguas) y más aún el hecho de añadir la recomendación de Sanderson en primera fila. El problema es que en España muy pocos conocen a Barbara Hambly (tiene dos trilogías traducidas, pero descatalogadas porque son de los noventa), por lo que me temo que esta reedición no ha tenido el impacto esperado, ni siquiera el suficiente como para impulsar la publicación del resto de la saga.

Confieso que yo también empecé la novela con ciertas reticencias y muy pocas esperanzas, pero al final he terminado encariñándome con la obra. Es una lástima que no estén traducidos los siguientes libros, pero por suerte, el final es completamente cerrado; seguramente las otras novelas serán solo más aventuras del trío protagonista.

Título: Vencer al Dragón
Autora: Barbara Hambly
Nº de páginas: 416
Editorial: Ediciones B
Encuadernación: Tapa dura
ISBN: 9788466661584
Año de edición: 2017
Traductora: Margara Auervach
Año de publicación original: 1985

Sinopsis:
Cuando la Gruta de Ylferdun es ocupada por Morkeleb el Negro, solo el joven e ingenuo Gareth se atreve a adentrarse en las lejanas Tierras del Invierno en busca del Vencedor de Dragones. Pero hace mucho tiempo que John Aversin se enfrentó a uno, y ya no queda en él rastro del héroe que antaño fue. Solo una promesa del Rey, quien está dispuesto a prestar su ayuda a las desdichadas Tierras del Invierno si lo logra, lo convence de llevar a cabo tan peligrosa hazaña. Pero no todos los vencedores de dragones aparecen en las baladas. Y es que la hechicera Jenny Waynest, esposa de Aversin, se verá obligada a emprender con él un viaje que la llevará a enfrentarse a sus propios dragones y tomar una decisión: quedarse al lado de su familia o abandonarla para conseguir el poder que cualquier mago desearía dominar.

Opinión:
Impresión: subvirtiendo el tropo del dragón

Hoy en día, los lectores de fantasía estamos cansados de Tolkien, como demuestran el triunfo de autores como Sanderson o Abercrombie. También historias de valerosos caballeros que se enfrentan a fieros dragones para rescatar a la hermosa princesa hace mucho que dejaron de generar interés. En los ochenta, Barbara Hambly ya era consciente de ello, por lo que decidió escribir una novela donde subvertía este tropo y empoderaba a la mujer. Con gran maestría, logra ambos propósitos, hasta el punto de que tanto la subversión como la protagonista femenina se convierten en el punto fuerte de la novela.

La mayoría de novelas actuales buscan (por suerte) representar a mujeres fuertes e independientes, con mayor o menor acierto. Por desgracia, todavía hay autores que creen que ese tipo de mujer solo puede ser una guerrera habilidosa que abraza las características masculinas y repudia la feminidad (pese a que suele tener una belleza canónica y por lo general contrae matrimonio al final de la novela) además de tener una mentalidad actual (sin importar en qué contexto histórico se ambiente la obra). Afortunadamente, en mis últimas lecturas me he topado con autoras conscientes de que un buen personaje femenino no lucha en contra de su esencia, sino de los estereotipos que lo encorsetan. Es el caso de Garras y colmillos o el de esta novela, Vencer al dragón (sí, casualmente ambas novelas tratan de dragones). 

La protagonista absoluta de la historia es Jenny, una hechicera de mediana edad, con dos hijos y un amante, John Aversin. Pese a estudiar la magia desde su más tierna infancia, los poderes de Jenny son escasos: decidió dividir su tiempo entre la dedicación a la magia y aquellos a los que ama, sus hijos y John, su marido, pese a que no están casados para no tener ataduras. Es una mujer libre que va de un lado a otro sin que le pidan explicaciones, sin seguir ninguna norma de etiqueta e interviniendo siempre que lo considera necesario. No por ello penséis que es una salvaje; la libertad es poder elegir quién quieres ser. Jenny es una mujer cultivada, empática, razonable y responsable, pese al hecho de que a veces se deja llevar por su ambición.

El eje central de la novela es la lucha interna de Jenny, quien se debate constantemente entre permanecer con su familia o adquirir más poder, entre la opresión de las responsabilidades y la libertad del conocimiento. Me hubiera gustado que se trabajara más la relación con sus hijos, que casi no aparecen, pero dejando eso de lado, el debate tiene mucha profundidad y gana complejidad con la intervención del dragón. Los capítulos centrados en las dudas de Jenny son la mejor parte y al final resuelve muy bien el conflicto.

John Aversin, regente del norte, es su marido y ostenta el título de Vencedor de dragones, porque venció a uno en su juventud, y el de Mejor marido, por lo bien que trata a Jenny. La relación entre ambos es preciosa por la química que tienen y lo bien que se entienden el uno al otro, a veces sin palabras. Son una pareja que lleva junta muchos años y son un buen ejemplo de relación positiva. Ambos se quieren sin necesidad de grandes demostraciones de afecto y pese a no estar siempre de acuerdo con las decisiones que toma el otro, las aceptan y le ofrecen su apoyo. John le da a Jenny toda la libertad que esta quiere, hasta el punto de que si ella quisiera marcharse un día de su lado, no la retendría. Todo un ejemplo a seguir.

Es una lástima que el personaje de John no esté tan trabajado como el de Jenny, ni mucho menos. La relación entre ambos está muy bien construida, pero me ha faltado conocer más a fondo a John y que tuviera más protagonismo. Es un hombre carismático, que sabe tratar con la gente, preocupado por los suyos y sacrificado por su pueblo. Le fascinan los libros, es muy curioso y aunque es hábil con la espada, solo la usa en caso de necesidad. Le conocemos mediante su interacción con los demás e intuimos cómo se siente, pero no le conocemos más que superficialmente.

Tanto John como Jenny son adultos, con su carga de responsabilidades y experiencias a cuestas. Gareth, en cambio, tiene la perspectiva ingenua de aquel que aún no sabe cómo es la vida. Es un joven caballero de linaje noble que cree que el mundo es como en las baladas, por lo que encontrarse con nuestra pareja protagonista supone para él un golpe de realidad. Gareth madura a lo largo de la novela, pero tampoco entramos demasiado en su psique y en algunas ocasiones su forma de actuar y la de su entorno no se corresponden con su rango. Se nota que el personaje sirve principalmente para hacerle notar al lector algunas de las subversiones que introduce la novela, y lo cierto es que llega a hacerse un poco pesado con el hecho de que la realidad no es como en las historias: atacar a un dragón de frente a campo abierto es pedir la muerte, elaborar estrategias es importante para lograr tus objetivos, no hay que arriesgar la vida por la gloria, etc.  

Dejando de lado esa falta de sutileza, todo el tema de la subversión está muy bien llevado, especialmente en lo referente al dragón. A diferencia de lo que viene ser habitual, no estamos ante un monstruo sin consciencia, al contrario, sin dejar de lado su naturaleza animal, es un ser con sus propios deseos, miedos y ambiciones. El perfil psicológico del dragón está bastante bien trabajado y la relación entre él y Jenny está muy bien llevada. La autora retrata muy bien cómo siente un dragón, quien tiene una forma distinta de percibir el mundo y concebir la existencia.

«No había sonido, pero su ritmo hablaba a la sangre de Jenny. Imágenes trenzadas que ella no podía sentir del todo ni comprender por completo se retorcían en su conciencia: nudos de recuerdos, de oscuridad estrellada que el sol nunca había tocado, del cansancio gozoso de un amor físico cuyos modos y motivos eran extraños para ella, y de matemática y relaciones curiosas entre cosas que ella nunca había pensado en relacionar»

La otra antagonista, Zyerne, la hechicera amante del rey, por desgracia, no está tan trabajada ni por asomo. Se nos vende como una mujer poderosa, astuta y manipuladora, pero no profundizamos lo suficiente en el personaje ni se le dedican suficientes escenas como para conocer los entresijos de su mente, que prometen ser muy complejos. Es un personaje que empieza siendo imponente, pero se desinfla poco a poco porque queda relegada en la trama, hasta el punto de perder convertirse en una caricatura del Mal.

Hay algunos personajes más, pero si ya les falta fuerza a los protagonistas, imaginad los secundarios. La relación de amistad entre Policarpio y Gareth podría estar más trabajada, los gnomos podrían tener verdadero protagonismo, en lugar de observar cómo humanos y dragones se disputan su hogar, y las criaturas del norte podrían ser algo más que un obstáculo en el camino. Si la novela hubiera desarrollado todo esto, en lugar de centrarse exclusivamente en Jenny, habría ganado mucho en complejidad. 

Curiosamente, a la novela le faltan páginas para tratar correctamente a todos estos personajes, pero al mismo tiempo le sobran páginas, no tanto porque haya relleno, como porque la prosa es demasiado recargada. Para empezar hay un exceso de comparaciones que no aportan nada, en alguna ocasión, siete en una sola página.

En segundo lugar, las descripciones son excesivamente líricas, encadenando una subordinada tras otra, de manera que te pierdes a la mitad. Me ha costado muchísimo imaginarme los escenarios porque los describe de forma poética y poco clara. Aquí podéis leer algunos ejemplos.

«Mientras cruzaba las piedras escarchadas de las ruinas, desangradas de todo su color diurno por el agua débil de la luz de la luna, lo sentía allí, con ella»

 «Ahora, el humo vagabundo del fuego era una mancha de seda gris en el aire pálido de la mañana»

«El fuego moribundo arrojaba extrañas chispas color ámbar contra el laberinto de marfil de las torres invertidas que había más arriba y brillaba levemente contra los extremos de las cadenas rotas de las lámparas que colgaban de la negrura de la bóveda»


Todo el tema de la magia es lo más confuso. Estamos ante un sistema de magia blanda del que nos explican pocas nociones, así que no tenemos muy claros cuáles son los límites de poder de cada personaje. Eso no sería un problema si los conflictos internos de Jenny no estuvieran intrínsecamente ligados a la adquisición de poder mágico; sabemos que en determinado momento sus capacidades aumentan, pero no porque percibamos esa evolución en sus conjuros, sino porque transmite muy bien cómo se siente el personaje al respecto. En consecuencia, las batallas mágicas, especialmente la del final, son un nudo de confusión en el que hay rayos lanzados a diestro y siniestro, un humo espeso que va y viene, explosiones más o menos cerca, y ahora me muerde una serpiente, y ahora doy un zarpazo y cuidado que me he hecho una herida grave y caemos del cielo, pero remontamos y nos envuelve la niebla y... Vamos, una maraña de hechizos y cuerpos donde nada queda claro. 

Suerte que la trama es sencilla y ahí sí que no me he perdido en ningún momento. Es cierto que una vez se encuentran con el dragón, la historia toma derroteros distintos, pero no es una novela con giros inesperados. Aun así, quieres seguir leyendo por los personajes; yo no tenía claro qué pasaría con Jenny hasta que ella se decide, pese a que es algo completamente tan lógico.

Lo que ya no me ha parecido tan lógico son algunas conveniencias de guion, como que los gnomos no tengan un papel más activo en la trama y no ayuden a los protagonistas. También hay algunas partes apresuradas y resumidas, como el aprendizaje con Mab, pero también en la abrupta forma que termina la batalla contra Zyerne; el punto de vista de John era crucial en esa parte.

Pese a que esa batalla es un caos narrativo, el último capítulo es una obra maestra porque resuelve de forma magistral el conflicto interno de Jenny y el cierre del personaje resulta redondo. Está bien narrado, con el lirismo justo para ese momento y con una reflexión que cierra a novela con un broche de oro. Como ya anunciaba al principio, esta es una primera parte y el resto no están traducidos (ni tampoco parece que los vayan a traducir por ahora), pero que eso no sea impedimento para leerlo porque el final es completamente cerrado. Supongo que en las siguientes novelas nos encontraremos con otra aventura con los mismos protagonistas o protagonizados por secundarios, pero no tengo ni idea de qué camino puede tomar, porque todos los arcos de personaje me parecen bien cerrados.

En conclusión, Vencer al dragón es un libro que trata de maravilla la subversión del tópico del dragón, explorando su psicología, y que construye muy bien a una protagonista fuerte e independiente que se debate entre permanecer con los suyos o perseguir sus ambiciones. El resto de personajes, tanto principales como secndarios, quedan eclipsados, la antagonista entre ellos, y no tienen la profundidad que deberían tener. Aunque la trama es sencilla y previsible, la autora innova mediante la subversión, así que sabes qué pasará, pero no qué decisiones tomarán los personajes. Lo más denso es el lenguaje, en especial las descripciones, porque pecan de un exceso de lirismo y se abusa de las comparaciones, hasta el punto que los paisajes y las acciones resultan confusos. Es una obra precursora de la fantasía actual que subvierte tropos y trabaja muy bien a la protagonista femenina, pero que descuida al resto del elenco y la descripción del entorno. Merece la pena darle una oportunidad, pero sin olvidar que el lenguaje puede ser denso.

Cosas que he aprendido:

  • La canción del oro justifica muy bien el amor de los dragones por ese metal.
  • Una buena resolución a la diatriba de conocimiento y poder vs familia
  • Un buen ejemplo de relación sana.

Y ya para terminar, os dejo con mis avances en Goodreads:


PUNTUACIÓN...3/5!

Primeras Líneas... 

viernes, 17 de noviembre de 2023

Frases memorables: Tothom hauria de ser feminista

«Si fem alguna cosa un cop rere l'altre, acaba esdevenint normal. Si veiem el mateix una vegada i una altra, acaba tornant-se normal. Si només els nens poden ser delegats de classe, al final arribarà el moment en què pensarem, encara que sigui de manera inconscient, que el delegat de la classe ha de ser un nen. Si només veiem homes presidint empreses, ens començarà semblar "natural" que només hi hagi homes presidents d'empreses.»

«La cultura no fa la gent. La gent fa la cultura. Si és cert que no forma part de la nostra cultura el fet que les dones siguin éssers humans de ple dret, aleshores podem i hem de canviar la nostra cultura.»

Es cierto que el ensayo Tothom hauria de ser feminista, de Chimamanda Ngozi Adichie es breve y superficial, pero es que hay gente que todavía necesita que le recuerden cosas que para otros nos resultan obvias. Además, pese al género, es muy ameno y la autora usa un tono muy cercano, por lo que comprendes con claridad lo que quiere decirte y, al compartir experiencias propias, empatizas con ella. Si os interesa saber un poco más, os invito a leer la minireseña publicada en el blog.

En cuanto a las citas que os traigo hoy, como podéis imaginar, son de corte feminista. En la primera habla de cómo si vemos algo repetidamente, acabamos por pensar que es normal. ¿Por qué hay ciertos oficios que solo asociamos a hombres y otros que solo asociamos a mujeres? Porque siempre hemos visto que ha sido así. Es por eso que comprendo que hoy en día son necesarias esos planes de igualdad en los que se pide que la mitad de la plantilla sean mujeres. Por supuesto, un puesto debería ocuparlo la persona mejor preparada para ello, sea hombre o mujer, pero si la diferencia de méritos es mínima, me parece bien que se favorezca la inclusión femenina en trabajos donde no suele haber mujeres. ¿Y por qué ese favoritismo?

Nuestros gustos depende de cómo nos educan. Nada en nuestra genética hace que rechacemos profesiones como mecánica, bombera o empresaria, pero si no nos reflejamos en otras mujeres que tengan esos oficios, nunca nos parecerán atractivos. Necesitamos ejemplos que nos permitan pensar de otra forma. Esto también se aplica a los hombres. Al igual que hay políticas de discriminación positiva en favor de las mujeres, creo que también debería haberlas en favor de los hombres para empleos a los que no suelen acceder: costura, limpieza, estética, enfermería,...

Esto también se ha filtrado en literatura, donde las mujeres también desempeñan de cada vez más, trabajos de lo más variados y no solo eso, sino también ocupan roles en la sociedad y tienen actitudes que antes no nos parecían propias de las mujeres.

La segunda cita también me parece muy acertada. Basta de aferrarse a tradiciones y costumbres que ya no encajan con las sensibilidades actuales. No podemos seguir defendiendo los derechos de los animales y, al mismo tiempo, perpetuar las corridas de toros porque "son parte de nuestra cultura". Antes era parte de nuestra cultura que las mujeres se quedaran en casa y que hayamos cambiado eso no hace que perdamos nuestra identidad.

Las cosas van cambiando poco a poco, pero aún hay costumbres que siguen muy arraigadas, especialmente entre los adultos. Me repito: la situación ha mejorado muchísimo y estamos dando pasos de gigante, pero seguimos muy lejos de lograr el equilibrio perfecto. Según las estadísticas, sigue aún siendo superior a la de los hombres la cifra de mujeres que cocinan, se encargan del cuidado de hijos o ancianos y realizan las tareas del hogar. Además, aún sigue vigente la idea de que tienen que ir depiladas y bien arregladas, además de recordar todas las citas de todos los miembros de la familiar. 

De nuevo, no quiero dejar a los hombres de lado, porque también sufren discriminación. Muchos de ellos se ven responsables de traer el dinero a casa (y un fracaso si no lo hacen) y de ser el pilar emocional en la relación, aquel que nunca se derrumba, además de que se espera de ellos cierta caballerosidad que nosotras nos les ofrecemos a cambio.

Como os decía: no es un libro muy largo, pero da mucho de qué hablar. ¿Lo habéis leído? ¿Hay alguna otra cita que os guste de la autora? ¿Se nota mucho el contraste con la generación de vuestros padres en cuanto al avance del feminismo? ¿Y con vuestros hijos? ¿Qué opináis de la discriminación positiva?

martes, 14 de noviembre de 2023

La mala dona, de Marc Pastor

Autor: Marc Pastor
Título: La mala dona
Año: 2008
Editorial: RBA
Páginas: 247
ISBN: 9788482647401

Sinopsis:
A la Barcelona de primers del segle XX, fa un temps que hi van desapareixent nens, fills de prostitutes que no gosen denunciar els segrestos a la policia. Davant un rumor popular que es va fent cada cop més fort, l'inspector Moisès Corvo i el seu company Juan Malsano comencen a investigar i a fer preguntes inconvenients als llocs menys recomanables. I un cop han agafat el cas ja no hi ha res que els aturi. Continuaran fins al final, fins a esbrinar qui és la dona que s'amaga darrere de totes aquestes desaparicions.

Opinión:

El año pasado logré un hito: me gustó una novela catalana, Farishta de Marc Pastor. Quedé tan encantada que, por una vez, decidí dejar de lado las sinopsis y opiniones para darle una oportunidad a toda la obra del autor. No suelo hacer algo así porque considero que, pese a que un autor tenga un libro muy bueno, eso no significa que el resto sean similares, pero hacía tanto que no me topaba con un autor catalán de mi estilo, que no pude resistirme.

De buenas a primeras, no hubiera cogido este libro. Sí, se centra en la figura de la vampira de Barcelona, un personaje real, pero más allá de eso, parecía una novela policiaca más y, por desgracia, así ha sido. No me arrepiento de haberlo leído y voy a seguir con la obra del autor, pero ha sido la novela mediocre que esperaba. Tengo la esperanza de que el bajón cualitativo se deba a que se publicó diez años antes que Farishta, por lo que al autor aún le faltaba madurar.

Para aquellos que busquéis trama, os aviso de que estamos ante otra novela de personajes con una identidad muy catalana. Esto último, más allá de lo evidente (el espacio y el idioma), se percibe en el pausado ritmo de la novela, el ambiente decadente, los personajes desencantados con la vida y en el uso del estilo indirecto libre en la narración.

 Es una novela de corte policial donde se prioriza en la psicología de los personajes por encima de la investigación. Sabemos desde el principio quién es la vampira de Barcelona y seguiremos sus pasos en todo momento, por lo que el lector sabe qué es lo siguiente que va a hacer, a diferencia del inspector Corvo, quien siempre va varios pasos por detrás. 

La investigación es lógica y realista teniendo en cuenta la época. Corvo avanza a trompicones, dubitativo, llamando a cualquier puerta con la esperanza de obtener resultados. Enriqueta, el verdadero nombre de la vampira de Barcelona, no es una mujer con una inteligencia superior a la media, pero sí que es cuidadosa, por lo que, aunque los avances en criminalística actuales permitirían cazarla con facilidad, es casi imposible dar con su pista con los medios de la época. Y más si las autoridades no ayudan, sino que entorpecen; cada vez que Corvo encuentra el rastro, aquellos que se esconden en las sombras se encargan de diluirlo con sobornos, pistas falsas o destruyendo pruebas. Es por ello que sabes desde el principio que Corvo, por mucho empeño que le ponga, no logrará nada hasta que Enriqueta dé un paso en falso.

Teniendo en cuenta que la trama es tan insustancial, Corvo vaga de un lado a otro mientras Enriqueta perpetra sus crímenes, lo único a lo que podemos aferrarnos es a los personajes y a mí no me han parecido especialmente interesantes.

Lo más destacable de Corvo es que es un personaje gris. Es cierto que quiere hacer justicia y encontrar al secuestrador de niños, pero le es infiel a su mujer sin ningún tipo de remordimiento de consciencia y no le importa el daño que tenga que hacer a los sospechosos o a los testigos con tal de conseguir lo que quiere. Es un policía de la vieja escuela cuando eso era todo lo que había, violento, despreocupado, pero sobre todo, desencantado con la vida. Sabe que la criminalidad campa a sus anchas y que la policía no dispone ni de los efectivos ni de los recursos necesarios para hacerle frente, así que se limita a hacer lo que puede sin dejarse la vida en ello.

El problema del personaje es que todo él gira en torno a la investigación actual. Se le configura como una persona obcecada en su oficio, pero tampoco se muestra que otros casos le hayan interesado tanto como este. Sabemos poco de su familia y amigos fuera del trabajo, así como lo que siente respecto a ellos, no tiene ninguna afición ni perspectivas de futuro y su mundo es el ahora. Por otra parte, tiene una obsesión malsana con este caso (yo no sé por qué le pagan por investigar algo que le han pedido que no investigue), pese a que no hay una verdadera motivación que lo justifique. Sí, dice que quiere mucho a su sobrino pequeño y que le preocupa que le pase algo, pero no hay ninguna escena con ese sobrino que tanto quiere y piensa en él en cuatro ocasiones contadas. 

El segundo gran personaje de la novela es Enriqueta y, pese a ello, en muy pocas ocasiones la narración se centra en ella, sino que se explora su psicología mediante lo que otros personajes cuentan de ella. La narración se acerca a sus más allegados (su marido, su amante, su padre, su nuera) y estos nos ofrecen un retrato composicional de Enriqueta, incompleto, por supuesto, y también sesgado, porque cada uno tiene su propia perspectiva y a veces resulta contradictoria con la de los demás. Esto permite que Enriqueta conserve el halo de misterio que la envuelve y que nada de lo que se cuenta de ella en la novela sea definitivo, sino más bien una elucubración. Seguramente esta mujer padecía diversas enfermedades mentales, pero no queda nada claro.

Sin duda, es una forma original de construir a la vampira de Barcelona, pero eso solo nos permite conocerla en relación con los demás, por lo que el estudio de personaje se queda cojo. Me da la impresión que el autor tenía un debate interno entre ceñirse a los hechos verídicos y contrastados o dejarse llevar por la leyenda macabra y morbosa que ha ido surgiendo, y al final, decide ofrecernos un poco de cada. Por una parte, aunque se nos cuenta, no vemos el lado más escabroso de sus crímenes (como descuartizaba y se comía a los niños que secuestraba, además de preparar ungüentos con sus restos); por otra, la novela se inventa algún crimen del que no se tiene constancia para configurarla como un personaje incluso más maligno.  

De fondo hay todo un elenco de personajes de poca importancia, pero que principalmente ayudan a construir el ambiente decadente que envuelve a la novela: policías corruptos, prostitutas desamparadas y criminales irredimibles. El autor nos presenta una Barcelona de principios del siglo XX sucia, miserable y degenerada. Corvo pasea por los barrios más marginales, por prostíbulos y casas de apuestas, y así crítica el abuso de los poderosos sobre los más débiles. La novela aprovecha para hablar de cómo algunos criminales, cuyos delitos beneficiaban a los más adinerados, como la pederastia, eran encubiertos y la policía apartaba la mirada o inculpaba a inocentes. Aun así, la novela se centra en los dos protagonistas, no en el retrato social.

Deliberadamente he decidido dejar la narración para el final porque es algo que da de qué hablar. La novela está narrada en tercera persona por la Muerte. Al más puro estilo La ladrona de libros, la propia Muerte es quien ha decidido contarnos la historia de Enriqueta Martí. La narración es principalmente en tercera persona, focalizándose en algunos personajes, pero de tanto en tanto interviene la Muerte para contarnos sus impresiones o para entrevistarse con la gente del entorno de Enriqueta. Entiendo que la muerte es lo que une a todos los personajes, algunos porque la provocan y otros porque la tantean, pero ni me ha convencido su personalidad ni entiendo su curiosidad por Enriqueta y Corvo, de entre toda la gente que hay en la historia de la humanidad. Me parece más un gancho para atrapar al lector con algo distinto y una excusa para que los conocidos de Enriqueta hablen con sinceridad (¿quién iba a mentirle a la Muerte?) que un verdadero personaje.

El lenguaje es sencillo, sin excesivo lirismo, pero cabe destacar el hecho de que la novela usa una curiosa técnica narrativa consistente en integrar algunos diálogos en estilo directo dentro de la narración. Es similar al uso del estilo indirecto libre, pero a diferencia de este, no solo vemos el pensamiento directo del personaje, sino también su parte del diálogo, elidiendo la de los demás. Esta técnica permite que nos volquemos por completo en un personaje que quizás acabamos de conocer y ofrece dinamismo. Aquí podéis leer un ejemplo.

El final de la novela me ha dejado algo insatisfecha. Hay un giro que no me esperaba, pese a que es el único destino posible para el personaje, teniendo en cuenta su trayectoria final y el tono decadente de la novela. Aun así, me ha parecido un poco gratuito e injusto, porque lo que se da a entender es que a los criminales se les pilla tarde o temprano porque siempre cometen un error, pero el precio a pagar por la victoria puede que sea demasiado alto.

En general, la novela me ha dejado con sentimientos encontrados. Mientras la leía, no sentía mucho interés porque la trama no entraña ningún misterio y porque no hay nada de Corvo más allá de su obsesión por este caso y a Enriqueta la conocemos desde la distancia, a través de los ojos de los demás, por lo que no comprendemos qué la ha empujado a actuar como lo hace. Por otra parte, es interesante conocer más sobre la figura de la Vampira de Barcelona, pero el autor se debate entre el mito y la realidad, de manera que no termina de ser una novela con gran fidelidad histórica. El ambiente y los personajes que lo pueblan son decadentes, pero la novela no es tan grotesca como podría serlo, si tenemos en cuenta los crímenes de Enriqueta. El lenguaje es maduro y trabajado, pero al mismo tiempo asequible, porque el lirismo no acapara la narración.

El caso es que lo recomiendo si queréis conocer mejor la Barcelona de aquella época y al personaje de la vampira de Barcelona, pero tampoco esperéis nada del otro mundo. Aunque siempre recomiendo leer las obras en el idioma original, si no domináis el catalán, también está traducida al castellano.

Cosas que he aprendido:

  • Más información sobre la vampira de Barcelona
  • La curiosa técnica de integrar los diálogos
  • La curiosa técnica de construir un personaje mediante la visión de los demás.

Y ya para terminar, os dejo con mis avances en Goodreads:


PUNTUACIÓN...3/5!

Primeras Líneas...