Si algo hay que reconocerle a Netflix es que gracias a sus adaptaciones, muchos buenos autores, cuyos libros eran prácticamente desconocidos, han empezado a recibir la atención que merecen. Ese es el caso de Alice Oseman, la aclamada autora de Heartstopper. Por increíble que parezca, empezó autopublicando su novela gráfica en 2016, con 22 años, y alcanzó tal éxito que, dos años después, publicó toda la saga con una editorial en papel. La serie de Netflix, en 2022, terminó de impulsar su carrera y contribuyó a que se tradujera el resto de su obra.
Pese a su éxito, la saga de Heartstopper nunca me ha llamado la atención: la trama parece enfocada a un público más juvenil y la sencillez del dibujo no me parece atractiva. El resto de novelas de la autora también son de corte juvenil, algunas más new adult, como es el caso de Sin amor, pero eso no me ahuyentó: había oído que la autora no solo trataba muy bien la diversidad, sino que la introducía con mucha naturalidad, algo difícil de encontrar hoy en día. Este libro, además, prometía hablar del arromanticismo y la asexualidad, dos tipos de orientaciones de las que se habla poco, incluso hoy en día, por lo que decidí darle una oportunidad.
Autora: Alice Oseman
Traducción: Paz Pruneda Gozálvez.
Formato: Tapa blanda con solapas.
Autoconclusivo: Sí.
Páginas: 456.
ISBN: 978-84-18027-46-8
Año: 2021
Sinopsis:
Georgia piensa que no conoce el amor en el sentido más romántico de la palabra. Ha cumplido dieciocho años, pero no ha tenido una relación amorosa ni ha sentido un flechado en toda su vida. Por eso la gente la considera rara y ella ha empezado a creer que padece alguna anomalía. Ahora que empieza la universidad, tal vez ha llegado el momento de descubrir cuántas clases de amor existen. Después de todo, nadie vive realmente sin amor.
Opinión:
La sociedad nos constriñe. Hace cincuenta años, se esperaba que las veinteañeras encontraran marido y tuvieran hijos, mientras que, en el caso de los hombres, hasta los treinta años, no se les empezaba a exigir que sentaran cabeza con una mujer, que formaran una familia y que tuviera un trabajo estable. Por suerte, las cosas han cambiado, aunque no tanto como nos creemos. Es cierto que el matrimonio ya no está tan en boga y muchas parejas viven en el pecado (Laura hace rodar los ojos), pero se nos sigue exigiendo que, antes de que se nos pase el arroz, encontremos una pareja (del género que sea) y que tengamos un hijo.
Por otra parte, hemos pasado de venerar la virginidad a despreciarla. Si nunca has tenido pareja o besado a alguien, eres considerada una persona inmadura y merecedora de lástima. Siempre te dicen que tarde o temprano encontrarás a otra persona con la que compartir tu vida y con esa afirmación bienintencionada, siembran en tu mente la idea de que no se puede vivir solo, que si no tienes pareja e hijos que te cuiden en la vejez, serás una persona solitaria, triste e infeliz. Por eso, la mayoría de la gente busca desesperadamente a su media naranja y, si no la encuentran, se conforman con medio limón. Empezamos con el listón muy alto, y poco a poco vamos bajando nuestras expectativas, hasta el punto de conformarnos con cualquiera que no nos repulse y nos trate bien. Hay demasiada gente que comparte su vida, años y años, con personas con las que no encajan, no porque divorciarse esté mal visto, sino por miedo a quedarse solos.
Siempre he pensado que más vale solo que mal acompañado. Al menos, esa es la máxima que he intentado seguir, aunque no siempre ha sido fácil debido a la presión social. Georgia, la protagonista de esta novela, se encuentra justo en ese punto crítico. Está a punto de empezar la universidad y, hasta el momento, no había tenido ninguna prisa por enamorarse y encontrar pareja. Ahora ha abierto los ojos y se ha dado cuenta de que está desperdiciando su juventud porque no ha hecho nada de lo que se suele hacer a su edad, que mientras los demás avanzan en su camino a la felicidad, ella se queda estancada.
Es por eso que al empezar la universidad, Georgia trata desesperadamente de alcanzar la tierra prometida del amor y se esfuerza hasta la saciedad por intentar disfrutar de "la experiencia universitaria" (emborracharse, salir de fiesta, liarse con desconocidos, trabar amistad con todo el mundo, enamorarse), aunque eso suponga ir en contra de sus propios deseos. Por eso, intentará salir con gente que en realidad no le gusta, solo por experimentar, o se obligará a permanecer en fiestas en las que se siente incómoda, con la esperanza de descubrir por qué eso a los demás les gusta tanto.
Esta es una novela de corte new adult, enfocada a un público universitario, cuyo objetivo es ayudar a toda aquella gente que se siente perdido respecto a su identidad y que además pretende reivindicar identidades menospreciadas, como son el arromanticismo y la asexualidad. La historia de Georgia me ha transportado a mis primeros años en la universidad, una época de grandes inseguridades y de autodescubrimiento.
Como he comentado antes, la historia se adentra en la psicología de Georgia y en la exploración de su identidad. La novela presenta de forma muy acertada (escuetamente, pero tratando todos los puntos claves) dos orientaciones muy poco tratadas en literatura: el arromanticismo y la asexualidad. Hoy en día (al menos en España) se acepta bastante la homosexualidad. La transexualidad y la bisexualidad, por su parte, cada vez están más normalizadas. En cambio, la pansexualidad, asexualidad, demisexualidad, etc., son identidades muy desconocidas, poco representadas en la ficción y consideradas por algunos como una fase. Y ya no digamos a aquellos que se definen como no binarios, arrománticos o de género fluido; muchos piensan que es para llamar la atención.
Que haya tan poca información sobre estos temas hace que la gente que se sale de la norma lo tenga muy difícil para encontrar su lugar. Es cierto que las etiquetas te limitan, pero al mismo tiempo, te dan seguridad y te ofrecen la oportunidad de encontrar una comunidad de personas que te comprende y que te puede ayudar a salir adelante. Georgia es un ejemplo de lo perdida que se siente una persona que se da cuenta de que está en los márgenes de la marginalidad. Sus dudas son completamente lógicas, así como su miedo a renunciar a disfrutar del amor romántico y el amor físico.
Al final, ese es el problema con el amor. Era muy fácil idealizar el romanticismo porque estaba por todas partes. Estaba en la música y en la televisión, o en las fotos filtradas de Instagram. Estaba en el aire, vivo y coleando, lleno de nuevas posibilidades. Estaba en las hojas caídas, en las desvencijadas puertas de madera, en el desgastado pavimento y en los campos de dientes de león. Estaba en el roce de manos, en las cartas garabateadas, en las sábanas arrugadas y en la hora dorada. En un suave bostezo, en las risas matinales, en los zapatos alineados junto a la puerta. En la mirada a través de una pista de baile. Podía verlo, todo el tiempo, a mi alrededor, pero, cuando me acercaba, descubría que no había nada ahí. Que era un espejismo.
No estoy muy familiarizada con estas identidades, por lo que este libro supuso un choque ideológico. Me costó mucho comprender la mentalidad de la protagonista, no porque esté mal explicado, sino porque son ideas que nunca me había planteado. ¿Cómo puedes desear estar físicamente con alguien, pero al mismo tiempo no considerar a nadie atractivo? ¿Cómo puedes adorar los fanfics, las novelas y las películas románticas, pero rechazar cualquier acercamiento amoroso? Y lo mismo con la diferencia entre la atracción romántica y la atracción física, porque hasta antes de leer la novela, creía que la única diferencia entre una pareja y un mejor amigo era la atracción física, pero ahora lo veo con otros ojos.
Os he hablado mucho de Georgia, pero no es el único personaje importante, ni mucho menos. En la novela, la amistad tiene tanto peso como el amor. Jason y Pip son los mejores amigos de Georgia, su salvavidas cuando siente que su mundo se hunde. Ambos la acompañarán en su viaje de autoexploración y le darán todo su apoyo. Además de ellos dos, está Rooney es una chica vividora que comparte habitación con Georgia y que poco a poco entrará a formar parte del grupo. La relación de amistad de los cuatro está muy bien trabajada y es realista. Además, lo mejor de estos personajes es que no son satélites que orbitan alrededor de Georgia, sino que tienen su propia vida y preocupaciones. Apoyar a su amiga no significar darle la razón en todo, sino intentar comprenderla, ser sincero, resolver los conflictos hablando y dar sermones cuando es necesario. Pese a la complicidad que hay entre ellos, la universidad supone un cambio muy grande para todos, así que tienen sus rifirrafes y sus recriminaciones.
Me hubiera gustado que, además de los amigos, la familia tuviera mucho más peso. Los padres de Georgia solo aparecen en ocasiones contadas. Entiendo que la universidad esté lejos y que no estén muy unidos, porque la presionan mucho con su vida sentimental, pero tampoco se llevan mal, así que su falta de confianza no está justificada.
En cuanto al tema de la diversidad, que es lo que realmente me llamaba la atención, todas las opiniones dan en el clavo: la autora trata muy bien a todas las identidades porque no se apoya en estereotipos y ese no es el único rasgo definitorio de los personajes. Estamos ante una novela en la que la diversidad no está ahí por moda ni es forzada. Además, de la protagonista, conoceremos a gente de todo tipo de orientación sexual porque, lógicamente, Georgia empieza a relacionarse con la comunidad LGTBI de su universidad.
Lo único que me ha chirriado un poco en este aspecto es que el entorno de Georgia es idealmente positivo. Excepto la incomprensión inicial de sus amigos y un comentario intolerante de fondo, todo el mundo la apoya: la comunidad LGTBI es muy positiva, sus amigos lo aceptan una vez ella se ha aceptado e incluso un miembro de su familia empatiza con ella. Es cierto que menciona que a sus padres y al resto de su familia es posible que les cueste aceptarla, pero no hay una escena de confrontación. El mundo real está lleno de gente intolerante y tozuda, que no acepta nada que rompa sus esquemas, y que rechazarían de frente y se burlarían de Georgia. Aun así, creo que es tarea de otra novela tratar los conflictos derivados de la intolerancia social, porque esta ya ha dado un primer paso en la visibilización de estas identidades.Por último, me gustaría comentar la ambientación. Toda la novela se desarrolla durante el primer año universitario de Georgia, en una universidad inglesa. Me fascina la complejidad y la extensión de la cultura universitaria en países como Inglaterra. Los campus son pequeñas ciudades aisladas, que suplen todas tus necesidades, tanto básicas como de ocio. Y no solo eso, sino que los alumnos tienen un gran sentimiento de comunidad: se dedica una primera semana a organizar eventos sociales, los alumnos organizan y participan en muchas asociaciones, tiene tradiciones como los "matrimonios universitarios"... No sé en las vuestras, pero mi universidad tiene: una librería, una farmacia, un centro médico, un parque, un gimnasio y un edificio de plazas muy limitadas para residencia. Oh, y un sistema nefasto de interconexión con la ciudad: los intérvalos de mayor frecuencia son de veinte minutos y no funciona ni de noche ni en fin de semana. Se organizan conferencias y charlas y hay alguna agrupación como el club de debate, pero poco más. Las clases son de entre 10 y 40 alumnos (aunque he ido a optativas en las que éramos dos personas) y el trato con los profesores es muy familiar. Nada que ver.
Por otra parte, me parece que la novela incide mucho en la parte social de la universidad y poco la parte académica. No sabemos nada de las clases de Georgia, no está estresada por los exámenes y solo menciona en un par de ocasiones que va a la biblioteca a estudiar. Es lógico que no se haga hincapié en estos aspectos más aburridos de la vida universitaria, pero si escribes una novela sobre los inicios de una chica en su etapa universitaria, me parece lógico que también se trate el aspecto académico. Incluso si solo te interesa tratar la parte social, en clase es inevitable establecer relaciones con varias personas y conocer gente, ni que sea porque se hacen muchos trabajos en grupo, pero Georgia no traba amistad con nadie en ninguna clase.En conclusión, Sin amor es una novela necesaria que habla acerca de la presión social por encontrar pareja y explora identidades poco representadas en ficción como son el arromanticismo y la asexualidad. La trama sigue Georgia, una chica universitaria con la cabeza llena de ideas preconcebidas sobre el amor y que poco a poco descubrirá que quizás tenía la felicidad frente a los ojos y era incapaz de verla. Las relaciones de amistad están muy bien trabajadas, porque la obra te muestra que no todo es perfecto y que la gente, por mucho que se quiera, tiene sus más y sus menos. En general es una lectura muy ligera y entretenida, con buenas reflexiones y con personajes, tanto principales como secundarios, muy realistas, con los que puedes empatizar, y que te devolverán a la nostalgia de la época universitaria.
Cosas que he aprendido:
- Mucha información sobre la asexualidad y el arromanticismo
- Las universidades inglesas son una locura y entre los alumnos hay un gran sentimiento de unidad universitaria
- La diferencia entre la atracción física y la atracción romántica
Y ya para terminar, os dejo con mi avance en Goodreads:
PUNTUACIÓN...4/5!
Primeras Líneas...