martes, 10 de octubre de 2023

Garras y colmillos, de Jo Walton

Leo poca novela romántica porque me aburre: parecen los mismos personajes con distintos nombres en una ambientación de época o contemporánea y con los mismos conflictos de pareja de siempre, fundamentados en la falta de comunicación. Si los personajes hablaran con sinceridad de lo que sienten desde el principio la estantería de novela romántica se vería muy mermada. Por eso, cuando me acerco a una novela romántica, suelo hacerlo porque tiene un importante componente dramático o porque tiene alguna peculiaridad, como puede ser que uno de los dos viaje en el tiempo, que sea un personaje salido de un libro o que padezca algún tipo de enfermedad crónica. Lo que nunca había leído es una novela ambientada en época victoriana en un mundo de dragones.

De lo que más he leído es romance juvenil de instituto, porque como todos, pasé por esa fase. He leído muy poco romance histórico, tanto porque puedo identificarme menos con los personajes como porque la ambientación siempre me sabe a poco. He leído romance paranormal, pero siempre suele ser entre una humana (casi siempre las humanas son ellas) y una criatura sobrenatural humanoide y nunca es un mundo totalmente desconectado del de los humanos. 

Si os gusta Jane Austen y queréis leer algo de romance fantástico distinto, tenéis que leer esta novela. 

Autora: Jo Walton
Título original: Tooth and Claw
Año de publicación: 2003
Editorial: La factoría de ideas
Colección: Solaris Fantasía, nº 52
Traducción: Marta García Martínez
Edición: 2005
Páginas: 338
ISBN: 978-84-9800-195-2 

Sinopsis:
Este es un libro curioso y diferente. Narra la historia de una familia que se enfrenta a la muerte de su padre, de un hijo que acude a la ley para reclamar su herencia, de otro que se atormenta con la confesión que le hizo su progenitor en su lecho de muerte; de una hija que se enamora, de otra que se implica en el movimiento abolicionista y de una más que se sacrifica por su marido. Salvo que todos los protagonistas de esta historia son dragones de garras y colmillos ensangrentados...
Tenemos aquí un mundo de políticos y estaciones de ferrocarril, de cortejos y mansiones en el campo... Un mundo en el que al morir un anciano, los miembros de su familia se reúnen... Una sociedad en la que los miembros más poderosos se aprovechan de sus privilegios para matar y comerse a los hijos más débiles, con gran deleite y ceremonia, hacerse más fuertes. 

Opinión:
Impresión: La época victoriana protagonizada por dragones

Esta novela tiene todo lo que tiene que tener un buen romance de época: familias enfrentadas, parejas separadas por la diferencia de clases, crítica a la aristocracia y al papel secundario de la mujer en la sociedad,... con el añadido de que todos los personajes de la novela son dragones.

Estamos en un mundo de dragones muy similar al nuestro en la época victoriana, con algunas peculiaridades propias de su cultura: los hijos se comen a sus padres al morir para ser más fuertes, las mujeres cambian de color cuando se comprometen o son deshonradas, comen carne cruda, duermen sobre sus riquezas en cuevas artificiales, atan las alas a los esclavos para que no puedan escapar... Todo esto se integra bien con elementos que nos son familiares, como el concepto de la aristocracia, de la esclavitud, los matrimonios de conveniencia, la introducción del ferrocarril y el crecimiento de las ciudades, los duelos, el cotillón... 

Si nos centramos en el mundo, este es coherente con la sociedad de dragones que nos presenta la novela. Es verdad que no era nada fácil imaginar que los personajes medían entre dos y 20 metros según su posición en la escala social, y menos edificios y medios de transporte de un tamaño consecuente, pero la obra hace constantes referencias a elementos que caracterizan a estas criaturas (garras, escamas, alas, volar), así como a detalles culturales propios, como los ya mencionados en el párrafo anterior, que ayudan al lector a situarse.

Por otra parte, aunque entiendo que la novela pretendía centrarse en la aristocracia, me ha quedado un poco coja en algunos aspectos relacionados con la construcción de mundo. Eso se debe al hecho de que no se ve demasiado de la vida de aquellos que no forman parte de la nobleza, pero tampoco se profundiza en lo cotidiano, como los problemas derivados de la diferencia de altura. Coincido con aquellos que rechazan que en las primeras páginas aparezca toda la información de golpe, pero hay cosas que es necesario aclarar, por muy naturales que sean para los personajes, como que no cuecen la carne o que van desnudos excepto por los sombreros.

He dicho que es un mundo de dragones, pero no es un mundo secundario. Al parecer, hace mucho tiempo, hubo una guerra con los humanos y desde entonces el contacto es casi nulo. Seguramente la presencia humana sirva para justificar que sea un mundo tan similar al nuestro, pero al no trabajar la relación entre ambas especies o justificar de forma lógica que estén tan separados, hace que no sea creíble a nivel político. Por muy enfrentados que estén dos pueblos, una vez se establece una tregua hay siempre cierto intercambio comercial.

Más allá de esto, todos los temas políticos de la novela están muy bien tratados, en especial lo que se refiere al trato que hay entre dragones de distinto estatus social, así como las sutiles manipulaciones mediante el lenguaje, muy al estilo de Orgullo y prejuicio. El hecho de ser un mundo distinto al nuestro crea un distanciamiento que permite a la autora incidir en la crítica al sistema de clases sociales, donde gracias al dinero y el renombre familiar estás por encima de los demás. La nobleza de la época da tanto asco como los millonarios que nosotros tenemos.

En cuanto a la trama, como si hubiera sido escrito en el siglo XIX, es lenta y con pocos giros. Siendo yo una lectora tan de tramas, eso suele hacer que abandone la novela (es más, estaba convencida de que iba a hacerlo), pero he seguido por lo interesantes(aunque predecibles) que resultan las relaciones entre personajes. 

Las tres tramas en las que se centra la novela tienen como componente en común el romance y las dificultades que tienen que superar las tres parejas para estar juntos. Estamos ante un romance muy casto, como solía ser habitual en las novelas de la época en que se ambienta, donde lo importante no es el contacto físico sino el cortejo. No estamos ante una novela de sentimientos desatados donde la pasión desborda a los personajes. Aquí el amor es sencillo, pero no por ello es menos sincero. Además, las tres me han parecido relaciones sanas, aunque unas están más desarrolladas que otras.

Eso sí, aunque las tres tramas principales son interesantes, la autora trata de abarcar demasiado y eso hace que todas se queden a medias. Sin duda, a la novela le faltan páginas y espacio para desarrollarse correctamente. Paso a hablaros un poco de ellas y de sus protagonistas que, os recuerdo, son todos dragones.

Por una parte, tenemos a Selendra quien ha tenido que dejar su hogar y empieza a vivir con su hermano Penn, párroco, y la mujer de este, Felin. Allí se enamorará de un joven de una posición social muy elevada, por lo que se encontrará con la oposición de la madre de este, la Eminente. La relación de pareja entre Penn y Felin es bonita por la confianza que se tienen y por el hecho de tratarse como a iguales. Es cierto que Penn no se lo cuenta todo a Felin, pero esta sabe que cuando sea necesario se lo contará. La relación de Selendra con Sher avanza despacio, pero está bien que no sea amor a primera vista. Lo único que se ha quedado cojo es la rivalidad entre Selendra y la Eminente, porque solo tienen un par de escenas.

La otra hermana protagonista es Haner, que ha sido acogida por su hermana mayor, Berend, casada con Daverak, un terrateniente tirano. En la nueva hacienda, Haner empezará a tomar consciencia de la situación de esclavitud en la que viven los criados, completamente subyugados a sus amos. Por desgracia, esta trama ha sido la menos desarrollada. La evolución de Haner es demasiado acelerada, de manera que parece que se convierte en una gran defensora de los derechos de los criados de un capítulo a otro. El problema con Haner es que comparte protagonismo con Daverak, el villano de la novela, y eso hace que muchos de sus capítulos, en lugar de centrarse en ella, se centran en la maldad de Daverak.

El romance de Haner tiene poca profundidad porque no tiene tiempo para desarrollarse. Ella elige con quien casarse, pero de las tres, es la pareja que menos amor se profesa. Conocemos muy superficialmente a su prometido, con quien no puede casarse porque ella le ofrece una dote muy pequeña. 

El último de los protagonistas es el hermano mediano, Avan, que al volver a la ciudad denuncia a Daverak por apropiarse de una parte de la herencia que no le correspondía. Como sucede con Haner, es un personaje que no se desarrolla demasiado, por lo que sabemos muy poco de su trabajo en la oficina de planificación, así como de los entresijos de la ciudad. Comparte protagonismo con Sebeth, su secretaria y amante, una mujer deshonrada y sin títulos, pero que ha sabido sacarse las castañas del fuego y progresar socialmente. Tienen una bonita relación de confianza y respeto, pero me hubiera gustado ver más de ellos juntos y que Sebeth tuviera relevancia desde el principio, no a mitad de novela. 

Como habréis notado, hay muchos personajes femeninos y todos están bien perfilados y reflejan a mujeres fuertes que no se salen de su época. Estoy cansada de novelas de corte histórico donde las mujeres parece que han viajado en el tiempo, porque tienen una mentalidad más acorde con el presente que con su tiempo. Las mujeres cada vez reclamamos más derechos, pero en los inicios del feminismo, eran mucho más conformistas. El cambio depende del contexto, de manera que en según qué contextos sociales, como la época victoriana, no es lógico que una mujer pretenda llevar pantalones, luchar, negarse a los deseos de sus padres y regentar un negocio o la hacienda familiar; hay que ser consecuente con la época. Aquí, la Eminente es una viuda terrateniente que se encarga de la hacienda familiar, pero solo hasta que su hijo vividor recapacita. Tanto Haner como Selendra aceptan que tienen que casarse porque no solas son un blanco fácil... pero solo se cansarán con quienes ellas decidan. Sebeth, por su parte, ha logrado escapar de un pasado complicado y se enfrenta al desprecio de los demás por haber sido deshonrada. Gracias a su trabajo, esfuerzo y dedicación ha logrado ascender socialmente. Ninguna de ellas rompe con todas las normas sociales, pero sí que las fuerzan para lograr su felicidad. 

La novela presenta no solo personajes coherentes con la época, sino también una narrativa y un lenguaje propios del siglo XIX. No es nada fácil hacer una novela de época. No hay que cuidar solo el léxico, sino también las estructuras gramaticales, el ritmo narrativo, la retórica y la sutileza de los diálogos. Si no fuera por los dragones, este libro podría haberlo escrito Jane Austen, porque el tono es exactamente el mismo. Tiene mucho mérito ser capaz de reproducir con tanta habilidad las novelas de la época, pero al mismo tiempo, hace que una se pregunte qué aportan los dragones, más allá de ser una peculiaridad. 

El final es quizás la parte más acelerada. Se cierran todas las tramas correctamente, pero dedicándoles muy poco espacio. Además, después de tantas páginas preparando el juicio, este sucede deprisa y corriendo. No es un mal final, me ha dejado satisfecha, pero ojalá le hubiera dedicado más tiempo. 

Después de mi lectura de Abercrombie (grimdark), empezar con Svetlana (drama) y tras varias malas experiencias con libros que he abandonado, Garras y colmillos ha sido un refugio seguro. Es una novela confortable como un abrazo materno, previsible, y justo en eso reside su encanto, pues puedes dejar tus miedos ante el futuro incierto de los personajes, que sabes que tendrán un final feliz, y disfrutar con sus interacciones, al mismo tiempo que te dejas llevar por la fascinación del mundo de los dragones y cómo sus costumbres chocan con la realidad que conocemos. Ambientada en la época victoriana, el lenguaje y la narración son acordes a la época, así como el comportamiento de los personajes, en especial las mujeres, la figura central, porque son fuertes dentro del contexto que les ha tocado vivir. A eso hay que sumarle que todas las relaciones de amor son bonitas y sanas, aunque abogan más por un romance discreto que por pasiones ardientes. Es una lástima que Jo Walton no sea más reconocida porque escribe de lujo, sus historias son cercanas al público y demás ofrece originalidad en el género, algo que hace mucha falta. Tengo claro que la seguiré leyendo.

Por último, os recomiendo darle un vistazo a la reseña de Carla Bataller Estruch que me ha parecido que analizaba muy bien la obra.

Cosas que he aprendido:

  • La fantasía costumbrista es posible
  • Conceptos guays (volverse rosa, las alas atadas, los tres sombreros, comer cadáveres de familiares para crecer)

Y ya para terminar, os dejo con mi avances en Goodreads:

PUNTUACIÓN...4/5!

Primeras Líneas...

3 comentarios:

  1. Pues no me sonaba de nada la autora. Y no creo que me anime, que no es lo que suelo leer, pero tengo que reconocer que me picas la curiosidad...
    Besotes!!!

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    1. Anda, pues por ser una novela muy de la Regencia, sí que la veía para ti...

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  2. Lo de los dragones es lo que me echa un poquito para atrás, para qué voy a mentir. El resto me llama mucho la atención. Pero me tengo que poner el freno de alguna manera, que no me da la vida para leer todo lo que quiero. Volviendo al tema de si te toca una buena fortuna, yo creo que la emplearía más que comprando libros, disfrutando de la tranquilidad y el tiempo para poder leerlos.
    Más besotes!!!

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"Sabes que has leído un buen libro cuando al cerrar la tapa después de haber leído la última página te sientes como si hubieras perdido a un amigo." Paul Sweeney