De un autor (entiéndase como termino genérico que incluye tanto a hombres y mujeres), lo único que me interesa son sus letras.
No tengo por costumbre informarme acerca de los autores. Nunca leo biografías, muy pocas veces leo la ficha del autor que incluye el libro y en contadas ocasiones leo entrevistas. Ni de autores desconocidos ni de mis favoritos. No me interesa saber qué edad tienen, qué han estudiado, dónde viven ni cuántos hijos tienen. Tampoco me interesa saber cosas personales como su ideología política o sus gustos literarios. Por no saber, en la mayoría de casos no sé ni qué aspecto tienen. Podría cruzarme a Rowling o a Meyer por la calle y no las reconocería (pero eso es porque tienes un problema para reconocer caras). Esto último ha hecho que me lleve alguna sorpresa al conocerlos en persona. Sanderson lo imaginaba delgado, calvo y con algo de bigote, mientras que Abercrombie para mí era bajito, rellenito y con barba.
Como os he dicho, tampoco me informo sobre mis autores favoritos. Sé que Rothfuss graba vídeos, pero me da pereza verlos. Y aunque estoy impaciente por leer el último libro, solo busco información cada X meses (eso también se debe a que has perdido la esperanza de que lo publique algún día). Lo mismo con Sanderson, quien tiene interesantísimas charlas sobre escritura creativa que nunca veré (¿Y cómo sabes que son interesantes? Es Sanderson, todo lo que escribe es interesante). Lo único que me plantearía leer son sus libros con anotaciones, pero por desgracia están solo en inglés. En parte mi desinterés se debe a mi rechazo a los vídeos (me cansan mucho), pero lo cierto es que si sus charlas estuvieran por escrito tampoco lo leería. La única excepción sería si se tratara de una entrevista, presentación o charla presencial, pero ahí mi interés radicaría más en el "wow, he conocido a X" que en lo que quiere contarnos. Lo cierto es que de la charla de Sanderson en la Celsius sobre Alcatraz no recuerdo ni papa, estaba demasiado emocionada.
Las únicas ocasiones en las que leo la ficha del autor o busco información sobre ellos es cuando los autores se hacen presentes en su obra. Es el caso de los libros autobiográficos, pues me interesa saber cuál es el grado de fidelidad, y lo mismo sucede con los libros que tratan temas delicados, pues saber si el autor lo ha experimentado en sus propias carnes me ayuda a saber si estará mejor o peor representado. En cuanto a libros claramente machistas u homófobos, también me informo sobre el autor, pues tengo interés en saber si esa actitud se justifica por la época en la que nació. Por último, me informo de la nacionalidad del autor cuando en la narración o en los diálogos hay un abuso de determinados modismos o se incide en un dialecto concreto, pues me parece curioso cómo esos dejes quedan en la obra.
No voy a extenderme en esto, pero soy de las que cree que al valorar una obra, hay que separar entre autor y obra. Yo creo en la muerte del autor. Por supuesto, ambos están intrínsecamente ligados, pues las vivencias, experiencias, creencias e ideologías se reflejan en la obra, aunque sea en pequeños detalles, pero no creo que eso afecte a la calidad de la obra. Anda que no hay clásicos que hoy en día consideraríamos machistas u homófobos, pero no por ello tienen menos valor. Que una autora sea tránsfoba, que un autor sea homófobo, que un autor sea pedófilo, que un autor sea racista, que un autor sea un violador, que una autora sea antisemita o que un autor sea supremacista blanco, todo eso no hace que su obra sea de menor calidad ni que tenga que despreciarse.
Este desinterés por la identidad de los autores hace que a veces lea varios libros de un mismo autor y no lo descubra hasta el momento de hacer la reseña. Suele ser el caso de autores que no tienen un estilo muy marcado de escritura, pues una novela de Pratchett, por ejemplo, la reconocería en cualquier parte. Por supuesto, todo esto no significa que ignore por completo a los autores: si uno me gusta mucho, aunque no me propongo leer todo lo que ha escrito, como hace G, sí que presto atención a sus publicaciones. Aun así, perfectamente podría no leer un libro de uno de mis autores favoritos si la trama no me llamara la atención, pues que un libro suyo me haya encantado para mí no significa que me vaya a pasar lo mismo con toda su obra.
Relacionado con todo esto de estar atento al autor, en los últimos años han surgido muchas iniciativas reivindicando la lectura de autoras. Al principio pensaba que eran una propuestas muy loables y estaba completamente a favor; ahora creo que no son tan necesarias. Es cierto que durante muchos años la mujer ha sido excluida del mundo literario y repudiada en el sector editorial. Por supuesto, la discriminación aún no ha desaparecido, y las mujeres parece que tienen vetados algunos géneros, como el terror o la ciencia ficción, considerados más "masculinos", mientras se ven recluidas a escribir romántica, el "género escrito para mujeres". Aún hay mucho trabajo por hacer, sin duda, pero me parece que hoy en día hay tantas mujeres como hombres en el mundillo literario. ¿La prueba? Nunca he participado en este tipo de iniciativas ni me he fijado en el género del autor que leía, pero he hecho un recuento y de los libros reseñados en este blog, 237 han sido escritos por hombres y 282 por mujeres. Me encantaría ver vuestros recuentos.
(¿Pero cómo te has extendido tanto? Soy yo haciendo debates conmigo misma)
El caso. Esta entrada no tiene como objetivo hablar sobre la muerte del autor o reivindicar la lectura de autoras, sino algo mucho más banal. Como os he comentado antes, no me informo sobre los autores, por lo que alguna vez me he llevado una sorpresa al ver por casualidad una foto suya y descubrir que en realidad un autor es una autora o viceversa. En algunos casos eso se debe a que tienen un nombre unisex o que usan un pseudónimo. Otras veces es debido a mis prejuicios respecto al género de la obra o la portada. Y a veces es simplemente porque soy tonta.
En esta entrada quería compartir con vosotros mi confusión y ver si coincidimos en algún caso (yo creo que la única tonta vas a ser tú). ¡Quizás vosotros también os lleváis alguna sorpresa al descubrir quién se esconde tras determinados nombres!
USO DE PSEUDÓNIMO
AMELIA DRAKE = P. D. BACCALARIO y DAVIDE MOROSINOTTO
LISBETH WERNER = CARLO ANDERSEN y KNUD MEISTER
(No hay imagen de los autores disponible)
Estos libros ya son antiguos (empezaron a publicarse en 1952), pero yo tengo unos cuantos herencia de mi madre. Se trata de la colección Puck, escrita por Lisbeth Werner, que resulta ser el pseudónimo de dos escritores daneses: Knud Meister y Carlo Andersen. Ni qué decir que había otros motivos por los que pensaba que era una autora: la protagonista femenina y el rosa chillón de las portadas. Esta colección estaba orientada principalmente al público juvenil femenino, y esa fue la razón por la cual los autores crearon un pseudónimo de mujer, puesto que era costumbre editorial de la época que los libros orientados a chicas jóvenes fueran escritos por mujeres, y los orientados a chicos jóvenes, por hombres (por eso Knud Meister escribía con su nombre otra colección parecida pero protagonizada por un chico, Jan). Así, si el género del autor no coincidía con esas directrices, se inventaban un pseudónimo que encajara.
GEORGE SAND = AMANTINE AURORE LUCILE DUPIN DE DUDEVAN
Un invierno en Mallorca es una obra muy conocida en la isla, y durante muchos años no supe que George Sand, su autor, era en realidad una mujer Amantine Aurore Lucile Dupin de Dudevant (1804-1876). Aunque su nombre, al ser tan largo, es poco comercial, no fue esa la razón por la que decidió usar un pseudónimo masculino. La autora empezó a escribir cuando ya estaba casada, y lo hacía en colaboración con su amante Jules Sandeau, de donde proviene el pseudónimo. Con el tiempo, su relación con este languideció, pero ella siguió usando el nombre de George Sand, en especial evitar comprometer el apellido de su marido, del cual se divorció. Al principio, ocultar su nombre le era imprescindible para garantizarse un mínimo de libertad, pero con el tiempo ya no le importó porque era el nombre por el que se la conocía en público.
NOMBRES UNISEX
ENID BLYTON
Enid Blyton es una mujer, aunque toda mi infancia he creído que era un hombre. Es la autora de las conocidas sagas de detectives juveniles como Los cinco o Los siete secretos. Quizás pensaba que era un hombre porque "Enid" no me parece muy masculino y "Blyton", sí, pues me recuerda al poeta Lord Byron. Por otra parte, puede que me confundiera por mis prejuicios, al pensar que por ser una novela de misterio era poco propio de una mujer, o porque los personajes masculinos siempre tenían mucho más peso que los femeninos.
JOYCE CAROL OATES
Joyce Carol Oates es una mujer, aunque hasta hace poco pensaba que era un hombre. ¡Y eso que parte de su nombre es Carol! Creo que se debe a que "Joyce" me recuerda a James Joyce, un hombre, y por eso considero que "Joyce" es un nombre masculino.
ALEX FLINN
Alex Flinn es una mujer, pese a que toda mi vida he creído que era un hombre. Incluso ahora me cuesta recordarlo. He leído tres libros de la autora (La bestia, Un beso en el tiempo y Hechizados) y durante todo el tiempo he creído que era un hombre. Y es que para mí "Alex" es nombre de chico, y no hay más.
Andrea Camilleri es un hombre, pero siempre he creído que era una mujer. En parte porque considero que "Andrea" es un nombre más femenino que masculino, y por otra parte porque, pese a publicar novelas de misterio, un género que siempre he asociado más al mundo masculino, en muchas de sus portadas aparecen mujeres.
JACKSON PEARCE
Jackson Pearce es una mujer, pero siempre la confundo con un hombre. Cuando leí Tres deseos, pensaba que era un hombre, pero con Rojo feroz, que lo leí el año pasado, ya sabía que era una mujer. Mi confusión puede que se deba en parte porque considero que "Jackson" es un nombre masculino y por otra parte porque me recuerda a Percy Jackson, que es un chico.JEAN M. AUEL
LOIS LOWRY
TONI MORRISON
ROBIN HOBB
En este caso no es solo que Robin Hobb sea una mujer y yo la confunda con un hombre, sino que la confundo con Robin Hood, por el gran parecido que hay entre los nombres. Así que en este caso no es solo por el nombre, sino por su conjunción con el apellido. En esta ocasión no estoy solo, pues G pasó de largo de un libro suyo en una librería de segunda mano, creyendo que era aventuras de Robin Hood, pero yo me fijé bine. En defensa de G, el libro se llamaba "Asesino real".
P. D. JAMES
En esta ocasión, podría decir que mi confusión se debe al apellido "James", porque eso me recuerda al nombre masculino, pero eso no sería decir toda la verdad. El verdadero nombre de esta autora es Phyllis Dorothy James y lo cierto es que no he leído nada suyo, pero siempre encuentro libros suyos de segunda mano. Al ser su mayoría novelas negras, creía que era un hombre, pues suele haber más autores de este género que autoras.
WILKIE COLLINS
La razón por la que confundía a este autor con una mujer es muy estúpida. En parte es porque su nombre me suena muy musical, y eso lo relaciono más con el mundo femenino, pero sobre todo se debe a que el único libro que conocía del autor (el cuál no he leído) era La dama de blanco, y tanto el título como la portada me hacían pensar en una mujer. Soy un desastre, lo sé.
Y hasta aquí la entrada de hoy. ¿Vosotros también confundíais el sexo de alguno de los autores mencionados? ¿Alguna vez habéis creído que un autor era mujer o viceversa?
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¡Hola!
ResponderEliminarQué entrada tan curiosa. Yo hay algunos que sí conocía: Harper Lee y Enid Blyton por ejemplo, pero con otros me has dejado plantada, la verdad. No tenía ni idea de que Jean M. Auel era una mujer y también pensaba de Robin Hobb era un hombre, así que tu entrada me ha venido genial para descubrirlas.
Un saludo! :)
Uf, me alegra ver que no soy la única despistada y que hay gente como yo que también se confunde...
EliminarPues me acabas de descubrir que Jean M. Auel era una mujer... Yo intento separar también la personalidad del autor de su obra, aunque a veces, yo creo que sin darnos cuenta, al final nos condicionamos de alguna manera. Ejemplo típico creo que es Cela, que me caía fatal pero La colmena y La familia de Pascual Duarte son dos grandísimas novelas. También he probado con Umbral y Mortal y rosa es una maravilla.
ResponderEliminarBesotes!!!
¡Es que Jean es un nombre muy masculino! Me alegra ver que no soy la única. En cuanto a lo de separar autor y obra, como no me informo de los autores, no me resulta tan difícil...
Eliminar¡Hola! Una gran entrada. Aunque no soy muy buena separando al autor de sus obras; de hecho hace poco leí algo de una autora y luego me enteré de que era bully de algunos bloggeros y no sé, simplemente no creo seguir apoyándola leyendo sus obras. Igual me llevo una gran cantidad de autores nuevos.
ResponderEliminarBesoss ♥
Me alegro de que te haya gustado la entrada^^ Sobre la autora que mencionas... ¿no debe ser L. J. Shen, verdad? Coincido contigo, en caso de enterarme de que hay un autor que ha hecho cosas mal, tampoco quiero seguir apoyándolo económicamente, por lo que en esos casos intento conseguir sus libros de segunda mano, pues así no obtienen beneficios.
EliminarUn saludo,
Laura.
Hola hola! Pedazo entrada, pero sin duda muy interesante.
ResponderEliminarNos leemos
Me alegro de que te haya gustado^^
EliminarHola, Laura!
ResponderEliminarMe ha encantado esta entrada!
Me acabo de enterar que Harper Lee es una mujer, estoy en shock, jajaja. Yo también pensaba que Wilkie Collins era una mujer y que Robin Hobb era un hombre 😂
De lo que dices al principio, yo me puse a contar un día los libros de mis estanterías para ver si tenía más de mujeres o de hombres, a raíz de las iniciativas que se han puesto ahora tan de moda de leer autoras y demás. Me sorprendió que, en mi caso, había una clarísima mayoría de mujeres (no me acuerdo de la cifra exacta, pero sé que lo apunté por algún lado 🤔).
La verdad es que no me importaría volver a hacer ese recuento, sería interesante dividirlo por géneros, tal vez... Mi teoría era que me habían salido más mujeres porque la mayoría de mis libros son juveniles y de fantasía 🙈
Gracias por la entrada, nos leemos!
¡Hola Laura! Gracias por pasarte por aquí y me alegro de que te haya gustado la entrada^^
EliminarJajaja, me ha hecho mucha gracia ver que compartes mi confusión con algunos nombres.
Hum... Bueno teoría la de que tienes más mujeres en tus estanterías porque predominan determinados géneros. Me alegra ver que sin necesidad de iniciativas, tu también leas más autoras de casualidad. Podría ser verdad que depende del género, pero en mi caso tengo un poco de todo... (excepto clásicos). Ya me dirás si llegas a repetir el recuento^^
Un saludo,
Laura.
A mí me pasó lo mismo, pero en mi caso fue debido a ciertos prejuicios casi naturales que uno tiene cuando vive y lee en cierta cultura.
ResponderEliminarEl primero que recuerdo fue el de Ayn Rand, que es una filósofa-política-novelista ruso-norteamericana de la primera mitad del siglo XX y cuyas obras de ficción han sido llevadas algunas veces al cine. La enorme fuerza de sus convicciones y de sus argumentos filósofo-políticos me hicieron pensar que estaban escritos por un hombre.
¿Por qué presupuse esto? ¿Acaso las mujeres no pueden pensar y escribir con la mismas creencias y firmezas o más que los hombres? No lo sé. Ya digo que en mi caso fue una cuestión de inercia mental que uno desarrolla en una determinada civilización en un determinado tiempo. Desde luego lo que ayudó a la confusión fue su nombre, que a mí, vete a saber por qué, me sonaba masculino.
El segundo caso y más reciente fue con una novela de misterio-terror que contaba el secuestro de una chica por un individuo que acababa manteniéndola encerrada en una cabaña aislada de los bosques canadienses durante muchos meses.
No voy a contar detalles de las perrerías masculinas. Sólo diré que la novela no es precisamente de esas en las que está muy claro quienes son los buenos y quienes son los malos. Lo que me impresionaba era la capacidad del escritor, como hombre, de meterse en la piel de una mujer sometida a esas situaciones tan al límite, que unas veces eran reacciones naturales y otras tenían una gran carga de ambivalencia por parte de ella. Al final, la historia me gustó tanto que quise saber algo más del autor, por si había publicado otras cosas. La novela se titula "nadie te encontrará" y el autor era Chevy Stevens. Bueno, pues al final Chevy era una mujer. Y yo lo había relacionado con el Chevy más famoso que conozco, un actor cómico americano, Chevy Chase.
Y una sugerencia para Laura, aunque no sé si ella ha tratado el tema en alguna parte del blog. El asunto trata de la fuerte impresión que podemos tener cuando un autor describe y se mete en la piel de un protagonista de una forma tan artística y genuina que luego quedamos sorprendidos de que autor y personaje no pertenezcan al mismo sexo.
A mí, esto, en literatura, es una de las cosas que más me maravillan.
Saludos.
Hola Damián,
Eliminarmuchas gracias por tu comentario y por compartir tu impresión, me ha parecido muy interesante leerte.
No conocía a Ayn Rand, pero coincido contigo en que el nombre también me recuerda al de un hombre. Por otra parte, está lo que comentas, que el contenido, al ser poco habitual en una mujer, sorprende. No es tan habitual encontrar autoras de terror o autores de romántica, por lo que muchas veces nuestros prejuicios nos llevan a confusión.
Con Chevy Stevens, comprendo también tu confusión, y más si conocías a un hombre con el mismo nombre. Es muy interesante lo que comentas al final de que a veces un autor se mete tan bien en la piel de un personaje del sexo opuesto, que te hace pensar que es de ese mismo sexo. En parte me pasó con R. L. Stine, y Louis Lowry. Lo mismo cuando te encuentras un libro que retrata muy bien el tema LGTBI y luego descubres que el autor es heterosexual. Ser capaz de ponerse tanto en la piel del otro requiere un gran trabajo y esfuerzo, sin duda.
Un saludo,
Laura.