Editorial: Insólita Editorial
ISBN: 9788412682038
Número de páginas: 792
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 11/12/2023
Autora: Fonda Lee
Trilogía: 3/3
Título original: Jade Legacy
Sinopsis:
El jade, la sustancia misteriosa y mágica que antaño fue exclusiva de los guerreros huesos verdes de Kekon, ahora es codiciado fuera de la isla de Kekon. Todo el mundo quiere tener acceso a las habilidades sobrenaturales que proporciona. A medida que la lucha por el control del jade se hace cada vez más grande y letal, la familia Kaul y las antiguas costumbres de los huesos verdes nunca volverán a ser las mismas.
Castigados por la guerra y la tragedia, los Kaul deberán saldar antiguas deudas y cerrar viejas heridas mientras sus adversarios les toman la delantera y su país se desgarra a causa de la interferencia extranjera. El clan deberá distinguir a los aliados de los enemigos, dejar de lado las sangrientas rivalidades y hacer terribles sacrificios... Pero incluso los lazos irrompibles de sangre y lealtad pueden no ser suficientes para asegurar la supervivencia de los clanes de huesos verdes y la nación que juraron proteger.
Opinión:
Llevo ya dos reseñas de esta trilogía. ¿Qué os puedo decir de esta tercera entrega que no haya dicho ya de las anteriores? Algunas sagas presentan altibajos; sin embargo, en este caso, los tres libros son bastante similares en ritmo, tono, mensajes, narrativa y profundidad de personajes. Vamos, en todo. Claro que hay diferencias (tanto este como Guerra de jade, por ejemplo, se inclinan más por la política que Ciudad de jade) y es de eso de lo que voy a hablaros, pero, en general, se nota que los tres están cortados por el mismo patrón. Así que, si os gustó el primero, estáis de enhorabuena, porque os encantarán las continuaciones; si, por el contrario, tenéis la esperanza de que los siguientes harán algo distinto, os vais a llevar una decepción.
No pretendo que esta sea una reseña muy larga ni repetir lo que ya he comentado al hablar de las otras novelas. Podría hacer un poco resumen de la trama y hablaros de cómo ha evolucionado cada personaje, pero para eso más os vale leer la novela. Así que me centraré en qué me ha aportado esta tercera parte y en las diferencias más destacables.
Por ejemplo, respecto al tema de la política, basta con decir que la autora sigue desarrollando muy buenas tramas que tienen en cuenta tanto la política exterior (las relaciones internacionales) como la interior (la reacción del populacho y el papel de los bajos fondos). No es fácil tratar algo así con profundidad y que al mismo tiempo resulte entretenido. Para mí, la autora lo hace muy bien: a diferencia de muchas novelas dedicadas a la política, sus personajes son carismáticos y todo lo que dicen y hacen es significativo; sin embargo, si este tema no es santo de vuestra devoción, tampoco esperéis milagros. Hay que tener en cuenta que, pese a la acción esporádica, es una novela densa con muchas reuniones en las que lo que se dice es, en realidad, solo la mitad de lo que se dice, dónde se demuestra que todo son planes sobre planes sobre planes y con unos interlocutores que se pasan páginas y páginas intentando imponerse solo con la dialéctica. Aquí, como en las anteriores novelas, se hace mucho énfasis en cómo las estrategias políticas se construyen pensando a largo plazo y en cómo varias acciones y comentarios sutiles pueden tener más poder que una declaración directa. La única pega es que, al ser la política un tema tan adulto, es contradictorio que a veces la narración trate al lector como a un niño y le explique qué se está diciendo entre líneas. ¿Para qué molestarte en escribir diálogos sutiles si luego los vas a explicar? Esto es algo que la autora ya había empezado a hacer en Guerra de jade, pero aquí es donde me ha empezado a parecer molesto.
El hecho de mostrarnos varias generaciones permite a la novela explorar cómo las enseñanzas y acciones de los adultos repercuten en los jóvenes. El entorno es clave en nuestra formación; uno no puede escapar de aquello con lo que se ha criado. Pero que nos moldee no significa que nos defina. Puede que alguien que se haya criado en la mafia no sea capaz de dejar de lado por completo la violencia, pero sí que puede encontrar un término medio, como Anden en la anterior novela, que decidió seguir apoyando los intereses de su familia, siempre que eso no implicara cobrarse ninguna vida. Aquí vemos cómo algunos personajes son incapaces de avanzar y abandonar la ira, mientras que otros logran adaptarse a los nuevos tiempos sin ir del todo en contra de su naturaleza. Y es que en el fondo, somos como nuestros padres, pero mejores.
También es verdad que no es muy difícil ser mejor que cualquiera de los personajes que nos habían presentado hasta ahora. Los clanes de huesos verdes son un fiel retrato de las mafias que hay en nuestro mundo, por lo que incluso los protagonistas son criminales cuyas acciones son cuestionables o directamente abyectas. Para ellos, la violencia es la norma. Todos son personas ambiciosas, rencorosas, que solo se preocupan por los suyos. Los únicos que se salvan son Anden y las nuevas generaciones.
Y es eso lo que nos recuerda que, por muy lejanas que nos parezcan sus vidas, los mafiosos son personas que sufren como cualquier otra. Es poco probable que nosotros nos veamos envueltos en un atentado, que seamos víctimas de un secuestro o que la vida de nuestro mayor enemigo esté en nuestras manos. Sus circunstancias son muy distintas; sin embargo, no dejan de enfrentarse a problemas que no nos son tan lejanos: el duelo por la muerte de un ser querido, la distancia que nos va separando de nuestros hijos, la presión de las expectativas, la traición de una pareja, la inseguridad de no saber quién eres, el hecho de enamorarte de alguien que está casado, la furia ciega de los deseos de venganza o la angustia de quedar incapacitado. Ver cómo los personajes afrontan estas situaciones nos ofrece cierto consuelo y nos ayuda a sobrellevar mejor los golpes de la vida.
Pero donde algunos viven con las consecuencias de sus actos y crecen, otros no cambian. Ese es el caso de Ayt Mada, la antagonista, y Bero, el personaje más extraño de la trilogía. Este no pertenece al mundo de los clanes ni forma parte de la trama principal; sin embargo, intenta por todos los medios ser partícipe de lo que está sucediendo. Él quiere ser alguien, no le importa si es conocido por algo bueno o por algo malo, y luchará por conseguirlo a costa de cualquier posible vínculo con otra persona. Realmente, sus acciones son decisivas para el devenir de la trama, pero nadie se percata de ello. Si confiesa a alguien que es el asesino de su padre, no le creen. Si consigue infiltrarse como espía en una organización, resulta que todos conocían su tapadera. Si consigue tender una emboscada que desestabiliza el poder de los clanes, le dejan marchar porque creen que es un testigo inocente. Siempre sale airoso de cualquier situación y ese es para mí el peor castigo: seguir viviendo a sabiendas de que has hecho grandes cosas y que nunca se te va a reconocer el mérito.
Bero no evoluciona, solo da vueltas sobre sí mismo porque se niega a cambiar y a establecer lazos con otra persona que propicie ese cambio. Eso es para la autora lo peor que puede hacer alguien: los personajes que no aprenden del pasado y, por tanto, no evolucionan, así como aquellos que solo se preocupan por sí mismos, son los únicos que realmente terminan teniendo una vida miserable. Los Kaul no son "los buenos", pero como se esfuerzan por mejorar y se quieren los unos a los otros, no son "tan malos".
Lo cierto es que no tengo mucho más que decir. Como veis, es una trilogía que he disfrutado muchísimo: me gustan las tramas políticas realistas que se construyen de forma interesante y me ha cautivado el carisma de los personajes. Aunque ninguno de ellos sea buena gente (todos son criminales condicionados por su entorno), siempre actúan por el bien de los suyos y se esfuerzan por ser mejores. Es cierto que la parte política, más densa, pesa más que la parte de acción; sin embargo, cuando relucen las espadas luna una sabe que se encontrará con una batalla realista y bien narrada. Eso sí, no vengáis a esta historia por la fantasía: si el "jade" del título os llamaba la atención, sabed que su importancia radica más en su valor como herramienta política que en su uso como arma.
Cosas que he aprendido:
- Nuestro entorno nos condiciona, pero no nos define.
Y ya para terminar, os dejo con mis avances en Goodreads:
PUNTUACIÓN...4/5!
Primeras Líneas...
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"Sabes que has leído un buen libro cuando al cerrar la tapa después de haber leído la última página te sientes como si hubieras perdido a un amigo." Paul Sweeney