Editorial: Libros del Asteroide S.L.U.
ISBN: 9788417977139
Título original: Auschwitz et après i, ii: Aucun de nous ne reviendra / Une connaissance inutile
Número de páginas: 320
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 27/01/2020
Autora: Charlotte Delbo
Sinopsis:
En 1942, Charlotte Delbo fue detenida en París y encarcelada por pertenecer a la Resistencia francesa y, en 1943, deportada al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau junto con doscientas treinta presas francesas, de las que solo sobrevivirían cuarenta y nueve. El presente volumen recoge los dos primeros libros de su elogiada tetralogía Auschwitz y después, en los que relata esa experiencia.
Delbo reconstruye su recuerdo a partir de breves y poéticas estampas de vida y de muerte, y lo hace en gran medida desde una voz colectiva femenina, la de todas las cautivas que, pese a haber sido desposeídas de su identidad, supieron sostenerse las unas a las otras. A partir de esa particular mirada, la autora logra encontrar palabras para lo inefable e ir todavía más allá, creando belleza donde no podía haberla. Uno de los testimonios más emotivos y necesarios de la literatura concentracionaria, a la altura de los de Primo Levi o Elie Wiesel. Sin duda, una obra maestra literaria.
Por qué este título
"Es un barracón nuevo que acaba de ser acondicionado en el recinto de la enfermería. Varios camiones han descargado máquinas lacadas y niqueladas, un lujo de propiedad apenas creíble. Han montado en el barracón una sala de radiografía, diatermia, rayos X.
La primera vez que unos hombres reciben cuidados en nuestro campo. El campo de los hombres está abajo. Cuenta con un revir, que es mejor que el nuestro, o eso dicen. Quizá solo menos terrorífico. ¿Por qué los mandan aquí? ¿Ahora tratan a la gente aquí?
Los hombres siguen esperando. Callados. La mirada perdida y sin color.
Uno por uno, empiezan a salir los primeros. Se visten en la puerta. Su mirada rehúye la de quienes esperan. Y cuando distinguimos sus rostros, comprendemos.
Cómo expresar el sufrimiento en sus gestos. La humillación en sus ojos.
A las mujeres las esterilizan con cirugía.
¿Y qué más da? Si ninguno de ellos volverá. Si ninguno de nosotros volverá."
Opinión:
Hace más de tres meses que leí este libro. He tenido mil cosas este año y eso ha hecho que se me acumularan las reseñas pendientes, por eso aún no me había puesto con ella. Ahora que me he sentado con el libro al lado, tengo la mente en blanco. No recuerdo absolutamente nada, más allá de lo básico: la autora fue prisionera durante más de dos años (27 meses) en varios campos de concentración y escribió sus memorias a los pocos meses de conseguir la libertad.
De buenas a primeras, pensaréis que es un libro que ha pasado por mi vida sin pena ni gloria, ya que no lo recuerdo; nada más lejos de la realidad. Precisamente, si lo he olvidado es como mecanismo de defensa. La historia que esconde entre sus páginas es tan dura, que una no puede hacer más que olvidarla si quiere volver a sonreír algún día. Recuerdo que lo leí despacio, un par de capítulos al día; era la única forma de no hundirme en la miseria.
"Y, como Ondina, yo sabía que olvidaría, porque olvidar es seguir respirando, porque olvidar es seguir recordando, y porque la distancia entre la vida y la muerte es mayor que la que separaba la tierra y las aguas a las que regresaba Ondina para olvidar."
Hace media hora he pensado "no será para tanto". Entonces, he releído los fragmentos que había marcado como relevantes para la reseña y ahora estoy hecha un mar de lágrimas. Me gustaría descansar un poco, dar un vistazo a Twitter, distraerme y ya después ponerme con la reseña, pero haré un esfuerzo por seguir escribiendo: este es el estado anímico necesario para intentar explicar lo que esta obra me ha hecho sentir.
"De pie, envuelto en una manta, un niño, un chiquillo. Una cabeza rapada muy pequeña, una cara en la que destacan la mandíbula y el arco superciliar. Descalzo, da saltitos sin cesar, animado por un movimiento frenético que recuerda al de los salvajes cuando bailan. Quiere agitar también los brazos para calentarse. La manta se abre. Es una mujer. Un esqueleto de mujer. Está desnuda. Se ven las costillas y los huesos ilíacos. Se coloca bien la manta sobre los hombros, sigue bailando. Un baile mecánico. Un esqueleto de mujer que baila. Sus pies son pequeños, flacos, y están desnudos en la nieve. Hay esqueletos vivos que bailan."
Empiezo con una advertencia: no busquéis una historia, porque esto es un sueño febril, retazos de recuerdos deshilachados. Os aviso de que tampoco podéis agarraros a una cronología, porque en el infierno no pasa el tiempo. Ni siquiera hay personajes: los demonios no merecen un nombre y los condenados solo son rostros fugaces que pronto serán ceniza.
"Un hombre que ya no puede seguir. El perro lo agarra por el trasero. El hombre no se detiene. Camina con el perro caminando detrás de él sobre dos patas, con el hocico en su trasero.
El hombre camina. No ha proferido grito alguno. La sangre marca las rayas del pantalón. Por dentro, una mancha que se amplía como sobre papel secante.
El hombre camina con los colmillos del perro hincados en la carne.Intentad mirar. Probad a ver".
De lo único que se puede hablar de este libro es de sentimientos: angustia, impotencia, incredulidad, apatía. Si ya me ha parecido demoledor leerlo, no puedo imaginar lo doloroso que habrá sido escribirlo. Para ello, una tiene que forzarse a escarbar en los recuerdos reprimidos y revivir el horror desde la distancia, desde la cordura. Eso debe de ser peor que vivirlo, porque ante el sufrimiento, una blinda mente y alma, y no es hasta que se toma consciencia de lo sucedido que llega el dolor.
"Las mujeres pasan cerca de nosotras. Gritan. Gritan y nosotras no oímos nada… Este aire frío y seco debería ser conductor si estuviésemos en el entorno terrestre ordinario. Gritan en nuestra dirección sin que ningún sonido nos alcance. Sus bocas gritan, sus brazos estirados hacia nosotras gritan, todo en ellas grita. Cada cuerpo es un grito. Antorchas que llamean en gritos de terror, gritos que han tomado cuerpo de mujer. Cada una es un grito materializado, un alarido que no oímos. El camión circula en silencio sobre la nieve, pasa bajo un pórtico, desaparece. Se lleva consigo los gritos".
En estas páginas, la autora desnuda su alma para ofrecernos un atisbo del infierno en la Tierra. Lo extenuante que es pasar días de pie a la intemperie, en pleno invierno, sin poder moverte un ápice de la formación. No es mucho mejor caminar, caminar, caminar, sin ver más que los pies que te preceden, sin rumbo ni destino, sin saber si merece la pena resistir el agotamiento un minuto más. La autora nos habla del duelo en situaciones extremas, de los estrechos lazos que crea el sufrimiento compartido, de la agonía que supone la incertidumbre de la muerte y del dolor de seguir viviendo cuando todos los demás han muerto. Uno de los capítulos más duros es, para mí, aquel en el que nos muestra la desesperación de vivir con sed, cómo la necesidad te consume y corroe lentamente tu consciencia. Cuando te atenaza el miedo a perder la voz, cuando beber solo te produce más sed, es el momento en que sabes que la locura te acecha y ya no te importa. Por supuesto, llega un punto en el que no duelen los golpes de los palos, que no sientes el frío que roe tus pies, que miras a la muerte con indiferencia; pero para llegar ahí hay un largo camino de sufrimientos.
"Yo estoy de pie en medio de mis compañeras y pienso que, si algún día vuelvo y quiero explicar lo inexplicable, diré: «Yo me decía: tienes que aguantar, tienes que aguantar en pie mientras dura el recuento. Tienes que aguantar hoy también. Porque habrás aguantado hoy también, volverás, si vuelves algún día». Y será mentira. Yo no me decía nada. No pensaba en nada. La voluntad de resistir se hallaba sin duda en un resorte mucho más oculto y secreto que está roto desde hace no sé cuánto. Y si las muertas hubieran exigido a quienes volvieran que rindieran cuentas, estas serían incapaces. Yo no pensaba en nada. No miraba nada. No sentía nada. Era un esqueleto de frío con el frío soplando a través de todos esos abismos que forman las costillas de un esqueleto".
Este tipo de obras tienen un valor testimonial, histórico: recordar el pasado es la única forma de no repetirlo. Sin embargo, para mí su valor va más allá: estas historias me hacen amar la vida. Una vez me recupero, durante un tiempo, valoro mucho más cada pequeño instante de felicidad, disfruto de todo como si fuera una niña y aprovecho cada instante con los demás como si fuera el último. Y es que si algo me enseñan estas obras es a aferrarme a la vida con uñas y dientes. Nunca hay que caer en la desesperación, sino seguir adelante por mucho que pese la carga a tus espaldas, porque nadie puede saber qué nos deparará el mañana.
No quería terminar esta reseña sin hablar de la escritura. He hojeado las primeras páginas y he recordado lo mucho que me sorprendió el estilo narrativo libre, casi sin filtros: los capítulos tienen una longitud dispar (algunos varias páginas, otros un par de líneas) y el texto no siempre está en prosa (hay emociones que solo se pueden transmitir con la poesía) ni se deja encerrar por las reglas de puntuación.
"cómo cómoperdonaros que estéis vivoscómo cómoos haréis perdonarpor esos que están muertospara que paséisbien vestidos con todos vuestros músculospara que bebáis en las terrazaspara que seáis más jóvenes cada primaveraOs lo suplicohaced algoaprended un pasoun bailealgo que os justifiqueque os dé derechoa ir vestidos con vuestra piel y vuestro velloaprended a caminar y a reírporque sería una estupidezal finalque tantos hayan muertoy que vosotros viváis
sin hacer nada con vuestra vida"
En conclusión, una obra testimonial sobre el cautiverio de la autora en varios campos de concentración. No es una autobiografía, sino un compendio de recuerdos con los que trata de transmitir cómo se siente una en una situación límite como esa. Había 230 mujeres en el convoy en el que la autora llegó a Auschwitz. "Ninguna de nosotras volverá", reza el título, y así fue: aunque de esas 230 mujeres sobrevivieron 49, ninguna era la misma que al partir. Si te interesa el tema de los campos de concentración, pero nunca has leído una obra testimonial, te animo encarecidamente a darle una oportunidad a este libro, porque te ofrecerá una sinceridad que no puedes encontrar en ninguna novela.
Cosas que he aprendido:
- El sufrimiento no tiene por qué venir de torturas complejas.
- Olvidar es la única forma de seguir viviendo.
Y ya para terminar, os dejo con mis avances en Goodreads:
PUNTUACIÓN...4'5/5!
Primeras Líneas...
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"Sabes que has leído un buen libro cuando al cerrar la tapa después de haber leído la última página te sientes como si hubieras perdido a un amigo." Paul Sweeney