martes, 20 de junio de 2023

Saga La primera ley, Libro IV: La mejor venganza, de Joe Abercrombie

ISBN: 978-84-9181-067-4
Formato: Tapa dura
Páginas: 928
Título: La mejor venganza
Autor: Joe Abercrombie
Traductor: Javier Martín Lalanda
Año: 2014 (original, 2006)

Sinopsis:
La guerra puede ser un infierno, pero para Monza Murcatto, la Serpiente de Talins, a sueldo del duque Orso, también es una forma excelente de hacer dinero. Sus victorias la han hecho muy popular ¿quizá demasiado para el gusto de Orso. Traicionada y dada por muerta, la recompensa de Murcatto es un cuerpo desfigurado y una sed de venganza que no se detendrá ante nada.

Opinión:
Impresión: Pesimista

Tras mi lectura de La primera ley, tuve claro que quería seguir leyendo a Abercrombie. Es un autor que sabe escribir, dotar de voz propia a sus personajes y que, sobre todo, tiene cosas que decir. En la línea de las anteriores, esperaba una historia oscura, con muerte y violencia. Pese a ello, no estaba preparada para lo que he encontrado en esta historia. Si la crudeza de este libro es la vara de medir, dudo que nadie le arrebate el título de Lord Grimdark a este autor en mucho tiempo.

"El buen humor que reinaba en la estancia desapareció tan deprisa como la sangre que se pierde por una cuchillada en la garganta"

El libro tiene un primer capítulo de diez, donde se sientan las bases del resto de la novela. Monza Murcatto y su hermano Benna, generales de Orso, se reúnen con este para celebrar su última victoria. Entonces Orso, receloso del éxito de ambos jóvenes, ordena a los otros seis presentes en la reunión que maten a los hermanos. Benna muere, pero Monza sobrevive, pese a quedar tullida de por vida, por lo que, a partir de este punto, recorrerá Styria junto a un grupo variopinto con el objetivo de calmar su sed de venganza. 

"La lealtad en un mercenario es como la armadura en un nadador"

A resueltas de esta premisa, la trama sigue una estructura muy lineal: Monza y su grupo se asientan en una ciudad, idean un plan de ataque, lo llevan a cabo y pasan al siguiente objetivo, metiéndose en una espiral de venganza que les llevará a perder cada vez un poco más de sí mismos. Las tramas de Abercrombie no brillan por su complejidad, sino que son más instrumentales, el detonante que obliga a evolucionar sus personajes, cosa que le permite profundizar en ellos. Eso hace que en los momentos de más acción se pierda el interés, pues las situaciones se resuelven de forma previsible, ya que a partir de determinado momento la obra se siente repetitiva. Eso sí: todo está muy bien hilado, como las muertes con la presentación del personaje en cuestión.

"Rogont la había obligado a vestirse según su propia versión, por otra parte, demasiado ingenua, de lo que debía ser la diosa de la guerra: una desafortunada mezcolanza de acero deslumbrante y encaje de seda que ofrecía la comodidad de una armadura de cuerpo completo y la protección de un camisón"

En cambio, las escenas más pausadas terminan siendo las más interesantes, especialmente si hay interacciones entre los personajes, momento que aprovecha el autor para exponer su mensaje y presentar choques ideológicos. Todos sabemos que la guerra y la venganza están mal. Por eso, lo que hace Abercrombie es ponernos contra las cuerdas y situarnos en los límites. ¿Siempre están mal? ¿Y si solo obedeces órdenes? ¿Y si la guerra es tu forma de ganarte el pan? ¿Y si estás en una situación en la diatriba entre matar o morir? ¿Y si los asesinos de tu hermano nunca serán ajusticiados? ¿Y si fue accidental? ¿Es tan culpable quien no hace nada para evitar un crimen que aquellos que lo cometen? ¿Puedes culpar a alguien por hacer algo si tú en su situación hubieras hecho lo mismo? Todas las reflexiones me han gustado mucho: el autor toma partido sin descuidarse de ofrecer distintas perspectivas sobre la cuestión. 

Lo que me genera sentimientos encontrados es el mensaje con el que te quedas al terminar el libro. Todo el mundo le dice a Monza que la venganza no es la solución, pero al mismo tiempo, todos los que piensan de ese modo mueren. Pese a defender constantemente la idea de que la violencia solo engendra más violencia y que la venganza no te lleva a ninguna parte, por cómo avanza Monza, parece que sirve para tener algo a lo que aferrarse. 

El segundo mensaje es también problemático. Al parecer, para el autor, no hay redención posible: no hay diferencia entre un asesino y un soldado y, si eres esto último, lo serás para toda la vida. Ejemplo de ello es el hecho de que varios personajes que intentan cambiar y deshacerse de sus vicios o ser mejores personas, fracasan estrepitosamente, tanto por falta de voluntad, como porque el mundo les obliga a seguir siendo quienes son. En parte es realista (no todo el mundo tiene la habilidad de cambiar, por mucho que te esfuerces en ello), pero también demasiado fatalista; no hay un mínimo de bondad en toda la novela. Aunque sea un país en guerra y esté ambientado en la Edad Media, no me parece realista que no haya una sola persona buena o que recompense a los protagonistas por una buena acción. Todo hay que decirlo: en gran medida está justificado que nunca les pase nada bueno, porque vienen de donde vienen, por lo que incluso sus actos más positivos no terminan de serlo del todo. Por ejemplo, en un momento deciden no matar a una familia que ha ocupado su casa y les dejan quedarse, pero se aíslan de ellos y actúan de forma sospechosa, así que es lógico que esa familia, asustada, les denuncie. 

Abercrombie es justo el polo opuesto del idealismo de Sanderson. Me parece necesario un autor así, esta lectura más pesimista de nuestra sociedad, porque muchas veces la realidad es así de cruel, incluso con aquellos que tienen las mejores intenciones. Los libros de autoayuda están bien para aquellos que no quieren aceptar la realidad: no siempre que hagas algo bueno, el universo te recompensará. Todos acarreamos nuestros propios demonios y no siempre estamos de buenas. Además, hay gente tan herida que su único alivio es hacer daño. Por otra parte, eso no engloba a la mayor parte de la población, ni mucho menos, ni siquiera en un contexto bélico. Es por eso que el pesimismo de Abercrombie, pese a ser una dosis de realidad necesaria, también es excesivo, y eso puede dejarte con mal sabor de boca.  

A eso hay que sumarle que, pese a lo interesantes que resultan los dos temas centrales de la obra, no aportan nada nuevo si ya has leído la trilogía de La primera ley. Siento que el autor da vueltas sobre lo mismo y temo que sus siguientes libros sigan la misma tónica. Está bien dedicar tu obra a un mensaje; la mayor dificultad suele radicar en lograr versatilidad en la narrativa para no resultar repetitivo. Quizás si las novelas estuvieran ambientadas en otro mundo, podrían dar lugar a tramas más distintas, pero al ser un mundo medieval tan similar al nuestro, resulta difícil hacer algo nuevo.

La novela transcurre poco después de lo sucedido en La primera ley, pero no afecta mucho, pues se ambienta en un reino distinto que hasta ahora solo se había mencionado superficialmente. Sí que es necesario haber leído los anteriores, más que nada porque se menciona cómo terminan algunos de los protagonistas de la trilogía principal, aunque no cómo han llegado hasta allí, y de todos modos, eso no resulta relevante para la trama del libro. También se recuperan algunos secundarios, como Vitari o Nicomo Cosca, pero tampoco es esencial saber cómo han llegado donde están ahora. Como en las otras novelas, en esta hay algo de magia, pero es casi nula. Es más, si el personaje con poderes no existiera, tampoco cambiaría gran cosa.

Lo mejor del mundo de Abercrombie, como ya había vislumbrado en sus otras novelas, es el realismo que exudan sus páginas. Describe muy bien los pesares y la crueldad de la guerra, además de presentar las batallas desnudas de toda epicidad, mostrándolas tal y como son: una carnicería que no tiene motivo de ser. Es más, la mejor parte es ver a los protagonistas luchando de forma patética, sin ningún tipo de destreza o estrategia, porque la guerra no es un espectáculo circense. Confieso que algunas peleas se me han hecho algo largas, y otras me han desconcertado por la ausencia de descripciones del entorno. Con frecuencia, el autor deja de lado los interiores y hace que cueste situar cada cosa en su sitio. 

Lo que sí describe muy bien es la bestialidad humana. La novela está plagada de sangre y víscera, así como escenas de violencia muy gráfica, pero afortunadamente, ninguna violación, algo que aplaudo, porque en muchas novelas se usa como recurso para empatizar con el lector. Además, el autor no duda en herir de gravedad a sus personajes de forma permanente. Nada de esas tonterías de un par de semanas de reposo y como nuevo: la guerra deja secuelas físicas, y eso es algo que muchos autores no tienen en cuenta (porque ¿quién se iba a enamorar de un soldado manco y con una cicatriz que le desfigura la cara?). Murcatto, por ejemplo, tiene cicatrices por todo su cuerpo, renquea y su mano derecha ha quedado prácticamente inservible. Morveer no es tampoco un bellezón (en mi mente, tenía el aspecto de Vizzini en La princesa prometida), Amistoso es una mole que solo sabe usar los puños y Escalofríos es un guerrero nórdico, todo músculo, pelo y cicatrices. Ningún personaje es físicamente agradable a la vista y al final de la novela, los que siguen con vida, terminan con peor aspecto que como empezaron. Quizás el más guapo sea Nicomo Cosca (al que imagino como Íñigo Montoya de La princesa prometida), porque parece el tipo de persona que no hace ni el huevo y que se escaquea de las peleas más peligrosas.

En general, todos los miembros del grupo son peculiares. Todos conocemos el tropo de "el grupo" en las novelas de fantasía. No solo suele haber los mismos tipos (el ligón gracioso con buen corazón, la chica guerrera inexperta, el mago sabio, el guerrero valiente, el novato inteligente, el cobarde que se vuelve fuerte,...) sino que siempre hay las mismas dinámicas entre ellos (dos que se no se soportan, pero al final se vuelven inseparable, o dos [chico y chica, por supuesto] que se enamoran), de manera que aunque son muy distintos y no se llevan bien al principio, al final reconocen el valor del resto y forjan una férrea amistad. Bien, pues olvidadlo, porque no encontraréis nada de eso aquí.

Para empezar, todos los miembros del grupo son unos criminales. Algo en su pasado hizo que se rompieran, y que a partir de ese momento cayeran en una espiral de violencia. Son hijos de la guerra, del tiempo que les ha tocado vivir y no son más que el resultado de sus circunstancias. Son un puñado de personas agresivas y egoístas. que solo piensan en sí mismas y su propio beneficio, sin importarles el daño ocasionado a los demás. Desconfiados, avariciosos y vengativos, lidian con su dolor mediante la violencia. Todos han matado a alguien, no les tiembla la mano y no hay crimen que no hayan cometido.

Por supuesto, lo que los diferencia son los matices. Algunos, tratan de cambiar y ser mejores personas, como es el caso de Escalofríos; otros, se arrepienten de sus actos, pero siguen adelante porque no ven otra salida, como es el caso de Murcatto; y otros, simplemente, se dejan llevar por su naturaleza malvada, como en el caso de Morveer. 

Escalofríos ya aparecía en la anterior trilogía, donde tomaba la determinación de ser mejor persona, y aquí vamos a ver como lo intenta, pese a que se dé de bruces con la realidad: tu contexto te condiciona, por lo que si vienes de un entorno violento, parte de esa violencia se quedará para siempre en tu forma de ser. Un soldado no puede olvidar las antiguas costumbres y ser campesino por lo que, pese a pretender ser ser mejor persona, se une a un grupo de asesinos. Me ha gustado su relación con Murcatto, tanto a nivel dialéctico como sexual, que no romántico, pues ejemplifican muy bien sus distintas perspectivas de la vida. La evolución de este personaje es completamente lógica, aunque es una lástima que en el último tercio llegue a un punto de no retorno y se dejen de lado sus conversaciones con Murcatto.

Este último es sin duda el personaje estrella de la obra. Murcatto nunca ha sido inocente. Ya antes de empezar la novela era conocida como la carnicera de Caprile, y os puedo asegurar que el sobrenombre no hace referencia al oficio familiar. Para lidiar con el dolor por la muerte de su hermano (y amante, según las malas lenguas, pero no se llega a confirmar nada) se vuelca en una venganza sin sentido que solo conlleva más muertes. Lucha por una causa justa, pero los métodos no son los correctos y termina convirtiéndose exactamente en aquello que juró destruir. Si fuera la protagonista de una novela juvenil, lucharía por esa causa justa y solo mataría a aquellos de los que quiere vengarse, gente muy mala que no tiene ningún tipo de redención. Incluso llegaría un punto en el que ella se daría cuenta de lo horribles que son sus actos y se redimiría. Pero entonces no sería una novela de Abercrombie.


Ciega por la rabia, con ingenio, poco a poco va consiguiendo venganza, pero sin importarle a cuántos inocentes más se va a llevar por delante. Son maravillosas las escenas en las que "los malos" le dicen a la cara que ella es tan terrible como ellos. Y es que nuestro grupo no es de antihéroes, sino de villanos. Todos son mala gente. Ninguno te gusta, pero puedes empatizar con ellos y entender por qué hacen lo que hacen.

Al inicio de cada una de las partes (hay unas siete) iremos encontrando breves flashbacks, a penas un par de páginas, sobre el pasado de Murcatto, cosa que ayuda a conocer mejor al personaje sin interrumpir demasiado la narración. De estas historias me hubiera gustado conocer mejor a Benna, el cuál, por desgracia, no consigue convertirse en un personaje ausente, ya que ni Murcatto ni nadie habla demasiado de él. Se me ha quedado desdibujado y, teniendo en cuenta que su muerte es el motor de la trama, debería importar más.

En esta novela, Abercrombie realiza un estudio de personajes excelente, aunque es cierto que este se centra especialmente en Murcatto y Escalofríos, por lo que el resto de secundarios, pese a estar caracterizados, son bastante unidimensionales: Morveer tiene un trauma con el maldito orfanato en el que se crio, a Day le gusta comer en cualquier situación, Amistoso, con el que sumamos tres, está obsesionado con los números,... Es una lástima, porque estoy segura de que todos daban más de sí.

La única excepción es Nicomo, el personaje más interesante de la novela. No tiene tanta profundidad como los protagonistas ni está más trabajado, pero sí que llama la atención por ser tan distinto al resto. Es también un criminal, por supuesto, así como una persona egoísta y que arrastra graves problemas con la bebida, ansiando siempre un trago, un trago un trago. Pese a ello es un vividor capaz de sonreírle a la vida, incluso en las peores circunstancias. Siempre con una burla en los labios, es algo más que el gracioso del grupo, ya que es el único que, aunque tiene sus propios demonios, los abraza, y no por ello tiene una perspectiva fúnebre de la vida.

El último personaje que me gustaría mencionar es Shenk, una incorporación de última hora: no aparece hasta mitad de novela. Al igual que el resto, su caracterización es interesante, en su caso domina cierta magia, pero pierde importancia y cada vez sus capítulos se espacian más. Al final resulta que su papel se limita a ser el de sembrar semillas acerca de los grandes poderes que gobiernan en las sombras, por lo que solo revela información a medias y crea misterios.

Pese a los problemas que he tenido con algunos personajes, tanto principales como secundarios se quedan contigo. No solo el autor logra caracterizarlos bien, sino que esas características se filtran en el narrador en tercera persona omnisciente mediante el discurso indirecto libre. El autor sabe crear personajes con voz propia, de manera que sabes quién es el punto de vista en todo momento. Eso lo logra mediante el uso de dejes, como el de Murcatto de hacer citas militares, la obsesión de Nicomo por la bebida, la cursiva para las palabras que remarca Morveer o las referencias numéricas constantes de Amistoso. A eso hay que sumarle que los personajes recuerdan frases que les han marcado y han dicho otros a lo largo de la novela., cosa que los hace más presentes.

La narración es muy buena. Al igual que en la anterior trilogía, en algunos capítulos el autor enlaza escenas que suceden en puntos muy distintos mediante frases. Casos como el de que un personaje vea acercarse con miedo la horda de enemigos y piense que le espera un día difícil, y al cortar y empezar una nueva escena, el protagonista de esta que está yendo a por los enemigos a caballo, piensa que a los enemigos les espera un día difícil. 

Por otra parte, el autor domina el lenguaje, tanto a la hora de escribir diálogos, muy realistas todos, como para describir escenas grotescas, como para crear fluidez y ritmo. El problema es que todo esto se ha visto empañado por la traducción. No se suele hablar de la traducción si no es mala, y este es el caso. Desde el principio noté que había cosas que no encajaban, palabras que no son usuales (guasear, orbe, tensionar), construcciones extrañas, problemas de referente y falta de fluidez. Lo achaqué al estilo del autor, pero con G comparamos con la versión original y la diferencia era abismal. No solo todo sonaba mejor, sino que el traductor había hecho un desastre: o se inventaba cosas, o traducía literalmente o usaba palabras que tenían matices distintos. Traducir parade por parada en lugar de desfile fue, para mí, la gota que colmó el vaso. A nivel narrativo, más que a Abercrombie, sentía como si estuviera leyendo a un autor novel: no lo hace del todo mal, pero le falta leer y escribir más. Y ese es el problema que ha tenido el traductor, que se le notaba que le faltaba experiencia. 

El final del libro es lo que más miedo me daba. En él, tal y como sospechaba, el autor no ha variado un ápice su mensaje. Esperaba que en el último momento diera un vuelco y ofreciera cierta esperanza de redención hacia los personajes, pero es un final muy derrotista, así como acelerado. Todo lo relacionado con el duque Orso esperaba que se alargara un poco más; en su lugar, su final es bastante anticlimática, pero realista.

No estoy segura de hasta qué punto recomendar esta lectura. Si te gusta el autor, adelante, no te defraudará, ya que sigue la estela de libros anteriores. Si eres nuevo, pese a que este es autoconclusivo, te recomendaría empezar con su trilogía que es algo (tampoco mucho) más suave. Estamos ante un libro duro que muestra la peor cara de la sociedad mediante unos personajes muy bien perfilados y caracterizados que tienen más de villanos que de antihéroes. El estudio de personajes es magnífico, así como la reflexión sobre la venganza y sobre cómo la violencia solo engendra más violencia. La obra retrata muy bien la realidad de la guerra, no solo por las gráficas descripciones, completamente ausentes de epicidad, sino también por la mella psicológica que deja en quienes participan en ellas. Eso sí, la perspectiva del mundo es demasiado derrotista y pesimista. Ha faltado un poso de esperanza. El autor domina muy bien la narración y el discurso indirecto libre, otorgando a cada personaje una voz propia, aunque eso queda deslucido por la traducción, de las peores con las que me he encontrado.

Cosas que he aprendido:

  • La venganza solo engendra más venganza. No merece la pena, aunque sea tu única forma de lidiar con el dolor.
  • Los villanos no existen, todos tenemos nuestros motivos y procedemos de un contexto.
  • Un soldado nunca dejará de ser un soldado.
  • Si te metes en una guerra, nunca volverás a ser el mismo.
  • Day y el veneno mortal
  • Cómo enlazar escenas

Y ya para terminar, os dejo con mis avances en Goodreads:


PUNTUACIÓN...3/5!

Primeras Líneas...

8 comentarios:

  1. Completísima tu reseña. Y aunque recomiendes a los que no hemos leído nada de él su trilogía, me apetece más leer este libro al ser autoconclusivo. Pero lo tendré que coger con un buen estado de ánimo, que ese pesimismo me puede afectar.
    Besotes!!!

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  2. ¡Hola!

    Nunca he leído al autor ni conocía el libro, pero viendo tu reseña veo que mejor lo leo en otro momento, en especial porque es gigante y denso :/

    ¡Nos leemos!

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    1. Pues este autor siempre está recomendado por la perspectiva tan distinta que ofrece de la fantasía. Eso sí, como digo, empezaría por su otra trilogía.

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  3. Hola.
    Me han recomendado mucho a este autor, y yo creo que me podría llegar a gustar, a ver si un día me atrevo a darle una oportunidad, tengo algunos de sus libros en el Kindle.
    Muchos besos.

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    1. Huy, pues sí, con lo que te gusta a ti la fantasía, espero que te animes.

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  4. Tengo que echarle mano un día de estos a la trilogía de La primera ley que la tengo superpendiente. La de El mar quebrado me gustó mucho.

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    1. Me alegro. Yo los de El mar quebrado tengo que releerlos un día.

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"Sabes que has leído un buen libro cuando al cerrar la tapa después de haber leído la última página te sientes como si hubieras perdido a un amigo." Paul Sweeney