«Al capdavall, no hi ha manera de relegar els morts a l'oblit. Encara que fugis, encara que miris cap a un altre costat, i no en parlis mai, una persona —una persona morta— no desapareix. Una absència pot estar tan viva com una presència, i per mi, l'absència del meu pare és gairebé com unes ulleres que no em trec mai, una cosa a través de la qual miro el món i canvia tot el que veig, una cosa sempre visible i invisible alhora.»
«En el fondo no hay forma de relegar a los muertos al olvido. Aunque huyas, aunque mires hacia otro lado y no hables nunca de ello, una persona —una persona muerta— no desaparece. Una ausencia puede ser tan viva como una presencia, y para mí, la ausencia de mi padre era algo así como llevar unas gafas que no me quito nunca, una cosa a través de la cual miro el mundo y cambia todo lo que veo, una cosa visible e invisible al mismo tiempo»
Hay personas que dejan en nosotros una marca indeleble, de esas que ya pueden frotar con agua y jabón que no desaparecerán nunca. Son esas personas que hemos tenido tanto tiempo a nuestro lado que aunque ya no estén, siguen en nuestro subconsciente, una voz de fondo que nunca deja de susurrarte.
Lo que nos deja esa gente es su forma de ver el mundo de analizar la realidad que nos rodea e influir en nuestras decisiones sin que nos demos cuenta. Quizás antes de conocer a alguien feminista no te fijabas en los micromachismos que nos rodean; quizás antes de conocer a un verdadero ecologista no te habías planteado nunca lo mucho que contaminabas tirando ese papel; quizás antes de conocer a esa amiga tan ahorradora hubieras comprado otra camiseta más, o antes de conocer a esa persona tan selectiva hubieras cogido el primer producto que pasara por tus manos, sin cercionarte de su calidad.
Por mi parte, aún no he perdido a alguien tan importante, pero sí que me ha pasado más de una vez que ante determinada situación he pensado "seguro que aquí X hubiera hecho esto otro" o "seguro que ahora X diría esto". A veces, sin darnos cuenta, nos ponemos el filtro del mundo de los demás y nos dejamos llevar.
En literatura me parece que el tema del personaje ausente no se ha explotado lo suficiente, o cómo mínimo no se le da la importancia que se debería. Cuando muere algún personaje importante, todos lloran y juran venganza, pero luego solo recuerdan ese personaje de forma esporádica, sin que realmente tenga un peso en la narración; como han muerto, ya no son personajes. Por suerte, hay libros en los que no es así, libros en los que los muertos tienen tanta presencia como los vivos, como es el caso de Mario en cinco horas con Mario, Andreu en Maria Rosa, Manx en La última primavera y Spoiler en El pozo de la ascensión.
En cuanto a El mur, de William Sutcliffe, el libro del que he extraído esta cita, por desgracia no merece la pena. No voy a incidir mucho porque de él saqué esta reflexión y poco más. Me resultó un libro muy confuso, al que faltaban muchas explicaciones y con un protagonista que no aparentaba la edad que tenía. Si queréis saber más, os dejo la reseña para que le deis un vistazo.
Y eso es todo por hoy. ¿Veis el mundo con los ojos de otros? ¿Hay alguna ausencia que guía vuestros pasos? ¿Sabéis de algún libro con un buen personaje ausente?
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Mi padre... Sé lo que me aconsejaría en determinadas situaciones, sé como hubiera reaccionado ante tantos momentos de mi vida...
ResponderEliminarDe las obras que mencionas sólo he leído CInco horas con Mario, novelón. Sobre esta novela, la dejaré pasar, ya que veo que no te ha entusiasmado. La cita sí que ha sido buena.
Besotes!!!
Hola Laura!! La cita está muy bien, aunque es una pena que el libro no sea muy allá. Besos!!
ResponderEliminarYa, a veces pasa eso...
EliminarLas frases están muy bien, qué pena que el libro no sea para tanto.
ResponderEliminarUn abrazo.