Dimensiones: 16,2 x 23,8 cm
Páginas: 1408
ISBN: 9788419260543
Autor: Brandon Sanderson
Editorial: NOVA CF
Fecha de lanzamiento: 2024-12-09
Traductor: Manuel Viciano Delibano y David Tejera Expósito
Título oiginal: Wind and Truth
Saga: El archivo de las tormentas
Sinopsis:
Dalinar Kholin desafió al malvado dios Odium a un duelo de campeones en el que se decidirá el futuro de Roshar. Los Caballeros Radiantes solo tienen diez días para prepararse… y la repentina ascensión del taimado e implacable Taravangian al puesto de Odium lo ha sumido todo en una tremenda confusión.
La lucha desesperada prosigue simultáneamente a lo largo y ancho del mundo: Adolin en Azimir, Sigzil y Venli en las Llanuras Quebradas y Jasnah en Ciudad Thaylen. El exasesino Seth deberá purgar Shinovar, su tierra natal, de la oscura influencia de los Deshechos. Lo acompaña Kaladin, que afronta una nueva batalla ayudando a Seth a combatir sus propios demonios… y tendrá que hacer lo mismo con Ishar, el demente Heraldo del Todopoderoso.
Al mismo tiempo, Shallan, Renarin y Rlain se esfuerzan en desentrañar el misterio que hay tras la Deshecha Ba-Ado-Mishram, el de qué papel tuvo en la esclavización de la especie cantora y en el hecho de que los antiguos Caballeros Radiantes mataran a sus spren. Y Dalinar y Navani buscan una ventaja contra el campeón de Odium que solo puede hallarse en el Reino Espiritual, donde el recuerdo y la posibilidad se combinan en el caos. El destino de todo el Cosmere pende de un hilo.
Opinión:
No os hacéis una idea de la pereza que me da hacer esta reseña. Le he dedicado demasiadas horas de mi vida (leyendo, analizando, escribiendo) a una saga que me ha ofrecido muy poco. No es que me sienta obligada a reseñar todo lo que leo, sino que quiero poner punto y final a mi relación con El archivo de las tormentas. Además, sé que en el futuro, cuando salga la siguiente novela, necesitaré que mis propias palabras me recuerden por qué lo dejé.
Viento y verdad es una novela compleja, que pretende abarcar muchos temas, con mucho potencial y que tiene el mérito de haber atrapado a miles de lectores. El problema es leerla con ojo crítico: es entonces cuando notas las costuras. A eso hay que sumarle que la saga entera es demasiado extensa (solo los libros principales suman un total de 6640 páginas) para lo poco que tiene que decir. El mensaje principal es "intenta ser mejor". ¿De verdad que para eso hacían falta tantas páginas?
No pretendo renegar de Sanderson, porque es un autor que me ha ofrecido mucho: una nueva forma de concebir la magia, con una perspectiva más científica; un montón de ideas geniales sobre la creación de mundos fantásticos; una nueva perspectiva del género fantástico, que no incluye viaje del héroe. Al mismo tiempo, soy consciente de que la ambición desmedida del autor ha hecho que las obras que ofrece a sus lectores no estén tan pulidas como podrían. Sanderson, que tiene grandes ideas y buenas intenciones, quiere dirigirse a todos los públicos, y por eso se queda a medias con todos los temas que trata. Y no es solo eso: le faltan revisiones, reescrituras y, sobre todo, una buena poda.
Estoy segura de que cualquier lector coincidirá conmigo en que la saga es demasiado larga para su propio bien: la trama da vueltas sobre sí misma, los personajes se estancan y vuelven a tener los mismos problemas internos, la información sobre el mundo se esconde de forma innecesaria, etc. En la novela anterior, por ejemplo, no cambiaba el statu quo y todo terminaba de forma similar a como había empezado. A eso hay que sumarle que, a poco que pienses, te darás cuenta de que muchos arcos de personaje en realidad ya están terminados.
No es que esta novela me haya parecido mucho peor que las anteriores; los defectos y virtudes son prácticamente los mismos. Quizás la parte que peor se lleva es la relativa al lore. Esta saga ha tardado 14 años en publicarse y el resultado son 5 novelas de casi 1400 páginas. Al crearse tantas expectativas respecto a los misterios del pasado, es inevitable que cualquier solución resulte decepcionante. Además, por muy interesante que sea el mundo, al ser tan amplio, el autor no puede ofrecernos más que pinceladas. Hay un montón de seres de creación propia, bandos y fuerzas opuestas que interactúan con el mundo y que tienen una perspectiva única; tantos, que ninguna se puede tratar con profundidad ni conectar con el lector. El mundo de Roshar me fascina por la variedad de culturas que lo habitan, por la épica del pasado, así como por todos los extraños y originales seres que habitan el planeta. Todo eso me gusta y, al mismo tiempo, me abruma.
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Cuando lo leí, no sabía qué era Dai-gonarthis, la Puerta de lo Otro, Natanatan ni la Pescadora Negra. Ahora intuyo los tres primeros y sigo desconociendo el último. |
Los Heraldos, por poner un ejemplo, eran unas figuras imponentes que me tenían intrigada. Aquí al fin se cuenta su pasado; el problema es que ya es tarde para construirlos como personajes. Además, por innovadora que sea, la forma en que se cuenta esa historia no es la adecuada si la intención es empatizar con los Heraldos. En lugar de centrarnos en su historia, la atención del lector se dispersa, porque mientras tanto, Dalinar se hace pasar por uno de los Heraldos y busca objetos para viajar a la siguiente visión, y Shallan intenta descubrir a un impostor. En consecuencia, los Heraldos no son más que ruido de fondo. El flashback con la historia de Honor, en comparación, me ha parecido mucho mejor: al menos está narrado en primera persona. Pero de nuevo, llega demasiado tarde como para interesarme. Hubiera preferido, con diferencia, que ambas historias se fueran contando desde el principio de la saga.
El segundo punto flaco de esta novela es la estructura. La obra parte de una premisa interesante: en diez días hay que conseguir la mayor cantidad de territorios posibles; el décimo día, tras el duelo final, los límites territoriales quedarán fijados. Por eso, la novela se divide en diez partes, cada una de ellas separada de la siguiente por dos interludios (uno de Odium y otro de un personaje aleatorio). El primer problema es que los interludios de los personajes aleatorios siguen sin ser relevantes para la trama principal y los de Odium llegan a hacerse repetitivos. La cuenta atrás es una buena estrategia para crear tensión; por desgracia, mientras que los interludios son paréntesis bien medidos, el ritmo se ve constantemente interrumpido por capítulos con flashbacks de no solo uno (como en las novelas anteriores), sino dos personajes. Además, gran parte de la tensión se disipa porque los Radiantes tienen la habilidad de curarse y, por tanto, hay pocas muertes y es poco probable tener secuelas físicas.
Y no solo eso: veremos el frente de batalla desde todos los escenarios posibles (el Reino Espiritual, las Llanuras Quebradas, los Abismos, Azimir, Thaylenah, Shinovar, la Torre) con varios puntos de vista por lugar, cosa que diluye aún más la tensión. Este exceso de puntos de vista es el resultado de intentar abarcar demasiado. Todas las historias son muy prometedoras, hasta el punto de que cada frente de batalla da para una novela; el problema es que al haber tantas y estar narradas de forma fragmentaria, no tienen la profundidad que necesitan. Para que os hagáis una idea, a veces pasan 200 páginas sin que se sepa nada de un personaje que estaba en apuros, por lo que cuando volvemos a él, cuesta retomar el hilo.
A eso hay que sumarle que ninguna de las tramas es especialmente novedosa (más allá de la de Kaladin, que se aleja mucho de lo que habíamos visto hasta ahora) y que los giros de guion o están sacados de la manga o no tienen verdadero impacto. Una de las cosas que me gustaba de este autor es que te dejaba claras las reglas del mundo y a partir de ahí te sorprendía con posibilidades en las que no habías pensado. En esta saga, al haber tantos misterios, en cualquier momento el autor puede añadir una criatura o una norma que no se había establecido hasta entonces y que resuelva o complique la situación. Por ejemplo, en un momento concreto, el villano saca de ninguna parte una criatura que permite transportar tropas de un lugar a otro rápidamente. En otro momento, uno de los antagonistas crea dobles de guerreros muy fuertes para que se enfrenten a los protagonistas. Y de repente nos dicen que algunas personas pueden vincular dos sprens. ¿Es todo creíble? Sí. ¿Son giros bien construidos? No, ya que no se habían preparado con antelación. En esta novela se dan muchísimas situaciones como estas que me han tenido alternando entre la indiferencia y el enfado. ¿Qué gracia tiene inventarse las cosas sobre la marcha para que avance la trama?
Por otra parte, el mensaje de la obra era algo que me tenía en ascuas. Todas las novelas de esta saga apuntaban al tema de la salud mental, especialmente la última, y quería ver cómo se llevaba: es complicado tratar este tema con profundidad al mismo tiempo que construyes un mundo fantástico tan complejo. Como era de esperar, y como apuntaba la anterior novela, el resultado es una novela de fantasía corriente, que solo rasca la superficie del tema y se contenta con dar mensajes generales sobre cómo sobrellevar mejor tu carga.
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Interrumpimos la acción para esta reflexión de Renarin sobre salud mental. |
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Primera y última aparición de Gamma. Se interrumpe la acción solo para soltar esta reflexión que no viene a cuento de nada y luego la acción sigue. |
Por otra parte, la salud mental no solo está más presente que en los otros libros, sino que se trata de forma más obvia, y yo prefiero las sutilezas al adoctrinamiento. Los mensajes del autor son bastante positivos: siempre hay que seguir adelante, tienes que perdonarte a ti mismo, acéptate como eres, aprende de tus errores, no dejes a los demás decidir por ti, encuentra quién eres... El problema es que estos mensajes interrumpen constantemente la trama, se insertan de forma artificial y parece que no son los personajes quienes hablan, sino el autor. Me parece bien que se ensalce la figura del terapeuta (ese es el papel de Kaladin en este libro); sin embargo me molesta la idea de que pasarlo mal y superarlo te capacita para ayudar a todo el mundo, sin importar lo que hayan hecho. A mí me frustra no poder ayudar a algunas personas de mi entorno, pese a que, quizás, el problema sea que no soy la persona que necesitan; novelas como esta me hacen pensar, quizás erróneamente, que siempre hay una manera de ayudar, por lo que o no lo hago bien o no me estoy esforzando lo suficiente.
Hay reflexiones que me han gustado, especialmente las que se relacionan con la religión, así como con la moral (hasta qué punto hay que ser fiel a tus ideales o la legitimidad de sacrificar a un inocente para salvar al resto, por ejemplo). En general, los mensajes de la novela me parecen positivos, aunque el autor tiende demasiado al idealismo. Uno de los mensajes que más me ha molestado es el de "todo aquel que se arrepiente tiene redención". La vida no funciona así: tienes que lidiar con las consecuencias de tus actos. Todos hemos cometido algún error que no puede solucionarse con una disculpa, así que no puedes esperar que el otro te perdone sin más; tienes que merecerte ese perdón. En cambio, aquí se perdona a la ligera, sin importar lo graves que sean los crímenes, siempre y cuando haya arrepentimiento. Y no solo eso: para evitar que los protagonistas parezcan irredimibles a ojos del lector, el autor siempre los excusa de alguna manera ("no sabía lo que hacía" o "fue en defensa propia", por ejemplo). Uno de los pocos personajes que no tiene redención parece Moash; por desgracia, apenas aparece en la novela (¿Por qué? Con lo relevante que era en los otros libros...) y, a diferencia de todos los demás, su arco no concluye.
Un par de detalles que quisiera comentar antes de pasar a los personajes y las tramas. Como en anteriores novelas, hay pinceladas de humor infantil que me ha generado más vergüenza ajena que diversión. También hay muchas referencias superfluas a otras novelas del autor con personajes que están de paso por este mundo, pese a pertenecer a otro. No me molestaba que Hoid fuera el punto de unión entre todas las historias del Cosmere; el problema viene cuando se entrecruzan varios personajes que no tienen ninguna relevancia argumental y que solo están ahí para generar fanservice, muchas veces para desconcierto del lector que no ha leído esas novelas de las que salen.
Cuando comento un manga, ofrezco mi opinión general y luego voy tomo por tomo. Aquí podría hacer lo mismo con cada trama; como decía, cada una da para una novela entera. En su lugar, hablaré de los personajes uno a uno y solo mencionaré la trama de pasada; creo que es más importante su evolución que lo que sucede. Empezaré por los puntos de vista menos interesantes.
Jasnah ha aparecido en las cinco novelas, es poderosa, tiene muchos conocimientos y, pese a todo, no logra ser un personaje. Tiene un par de capítulos en los que se profundiza en su relación con Sagaz y donde nos muestra hasta dónde puede llegar con la dialéctica; sin embargo, es insuficiente y no llegamos a conocerla en profundidad.
De Renarin y Rlain voy a hablar como si fueran un pack, ya que es así como funcionan en esta novela. Ambos son personajes muy interesantes y desaprovechados: en este libro se les dedican más capítulos y seguimos sin conocerles bien. Participan de los acontecimientos, pero en lugar de tener un papel activo en lo que está sucediendo, su trama solo va de romance. Su relación sería bonita si tuviera tiempo para desarrollarse; en su lugar, todo sucede deprisa y corriendo mientras están en un mundo extraño del que no saben escapar, buscan a un impostor y faltan un par de días para que se decida el fin del mundo. A veces surge el amor en situaciones de vida o muerte... pero no es el caso; como ninguno de los dos personajes se preocupa lo más mínimo por los acontecimientos, no hay ninguna tensión. Al final, su relación es una forma forzada de introducir representación LGTBI.
A quien no esperaba ver como punto de vista es a Sigzil, un personaje que, hasta ahora, había sido completamente terciario. Su único papel es ser nuestros ojos en el frente de batalla de las Llanuras Quebradas. Ni el personaje ni su trama me han interesado lo más mínimo. El autor intenta que nos importe, pero la quinta novela es tarde para desarrollar a un personaje prácticamente desde cero. Además, teniendo en cuenta el desenlace, siento que el propósito del autor era sembrar el interés del lector para que este se anime a leer El hombre iluminado, la novela corta protagonizada por Sigzil.
Venli fue un personaje casi protagónico en la novela anterior; aquí, su participación en la trama principal se queda en una anécdota; está completamente desligada del resto. Tiene un buen puñado de capítulos poco interesantes en los que el personaje no evoluciona. Una lástima, ya que es uno de los pocos puntos de vista parshendi que tenemos.
Lift es un personaje que esperaba que saliera mucho más. La historia corta que protagoniza nos muestra a alguien con potencial; por desgracia, en la saga apenas aparece. Aquí tiene alguna escena en la que evoluciona mínimamente, pero poco más. Con Yanagawn pasa un poco lo mismo. Aparecía en la historia corta de Lift y me pareció interesante por la posición política que ocupa, aunque no se le dedica suficiente tiempo y la evolución en esta novela es demasiado rápida como para ser creíble.
A todos los personajes mencionados anteriormente se les dedican páginas y páginas; pese al esfuerzo, siguen estando subdesarrollados. No es que sus historias no sean interesantes, sino que no hay espacio para contarlas con la profundidad que necesitan. Por mucho que me gusten algunos personajes, estorban. La novela se sentiría mucho más ligera sin ellos.
A quien voy a dedicar más espacio es a los verdaderos protagonistas, los personajes con los que llevamos cinco novelas. Que salgan desde hace tanto tiempo tiene sus pros y sus contras: por una parte, tienen más desarrollo; por otra, tienen tanto que ya poco pueden decir.
Shallan me gustaba en un principio, hasta que llegó a hartarme: su trama se repite en cada novela. En todas guarda un secreto sobre su pasado a los demás y a ella misma mientras obedece las órdenes de los Sangre Espectral hasta que se da cuenta de que no es buena idea. Siempre hay un traidor en su entorno y su objetivo es descubrirle. Cuando lo hace, acepta parte de su pasado y se siente mejor consigo misma, pese a que del fondo de su consciencia asoma otro secreto que no le deja ser feliz. Me parece absurdo que en cada novela sea más miserable y que en la quinta siga habiendo cosas de su pasado que desconocemos. En general, su participación en la novela no aporta nada a la trama principal.
Voy a hablar de Kaladin y Szeth juntos, debido a que forman parte de la misma trama, una trama que parece sacada de un videojuego: ambos personajes van derrotando uno a uno a los guardianes de unos monasterios y, entre medias, hacen sesiones de terapia. Que sea innovador para la saga no quita que sea un aburrimiento. Las batallas no son especialmente interesantes y no hay tensión porque el objetivo de los personajes, al estar desligado de la trama principal (como veis, esto viene siendo la tónica de todos los personajes), me generaba indiferencia. A eso hay que sumarle la artificiosidad de las conversaciones, dedicadas a la terapia: Kaladin parece que habla con el lector en lugar de con Szeth.
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Sanderson hablando con el lector. |
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Más Kaladin siendo terapeuta. |
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Kaladin sale más barato que ir al psicólogo. |
En cuanto a Dalinar, era el personaje con el que tenía más expectativas. ¿Qué más podía ofrecer si su arco ya había concluido? Pues tan pocas cosas, que no es ni protagonista de su propia historia: se adentrará en las visiones del pasado de los Heraldos y se irá haciendo pasar por ellos mientras busca un objeto que le lleve a la siguiente visión. Toda esta trama me ha parecido un desastre de proporciones épicas, en parte porque no podemos estar atentos a la historia de los Heraldos con mil cosas sucediendo al mismo tiempo. Al final, Dalinar no evoluciona, sino que se reafirma (que ya está bien) y desarrolla su relación con un Padre Tormenta que, por lo que sea, no se parece en nada al de las anteriores novelas.
Entonces, ¿merece la pena el esfuerzo? Para mí, no: si tengo que recomendar algo de Sanderson, sin duda no será esta saga. Solo de pensar en todas las páginas que he soportado y todas las que me faltan (recordemos que esta saga estará formada por otra pentalogía de tocholibros), me entra el sueño. La historia, el mundo, los personajes y los mensajes me han gustado, pero hay obras que me aportan tanto como esta en menos páginas. El worldbuilding es increíble... lástima que no lo conozcamos bien al estar todo rodeado de una capa de misterio. Los personajes, interesantes en las primeras novelas, aquí ya habían dado todo de sí, por lo que sus arcos sufren una evolución mínima. La estructura es innovadora, aunque la cuenta atrás no consigue dar ritmo a la obra, ya que hay tantos puntos de vista que la tensión se interrumpe constantemente. En cuanto a los mensajes, superficialmente positivos, son demasiado directos e idealistas. Está bien que la obra trate la salud mental; por desgracia, trata de abarcar tanto que se queda a medias. Como he comentado, hay muchas cosas decepcionantes en la novela, pero la que más me ha dolido ha sido lo relativo a los giros salidos de ninguna parte. Como era de suponer, el hecho de ocultar información a lo largo de las demás novelas solo ha servido para que el autor se saque ases de la manga a conveniencia. Lo único que le pedía a Sanderson era que estableciera unas normas y se atuviera a ellas; al parecer, no ha podido hacer ni eso.
Cosas que he aprendido:
- Todo aquel que se arrepienta tiene redención.
- Siempre hay que intentar ser mejor.
- Es mejor tomar tus propias decisiones y cargar con el peso de tus errores que no dejar que los demás escojan por ti.
- Hay que aceptar el pasado y vivir con ello.
Y ya para terminar, os dejo con mis avances en Goodreads:
PUNTUACIÓN...2'5/5!
Primeras Líneas...
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Cuando leo alguna de tus reseñas me quito el sombrero: tan extensas, y tan detalladas, es una maravilla leerte. Excelente reseña. Un abrazo
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