sábado, 18 de octubre de 2025

Visto en las redes 74#

 ¡Hola a todos! ¿Cómo va todo? A mí, la vuelta al cole se me ha hecho dura. Volvemos a tener abierto mañana y tarde en la biblioteca y vienen un montón de niños difíciles de controlar. Además, tengo que encargarme de toda la programación y es complicado. ¡Ya echo de menos leer más! Y tener más tiempo para estar con el ordenador. Quizás debo tomármelo con más calma...

En fin, paso a presentar la entrada. Para los que no lo sepan, esta sección me gusta mucho porque da pie a muchos debates (aunque no os veo muy por la labor de debatir), así que, pese a que lleva mucho tiempo, me encanta escribirla. Espero que la disfrutéis y que podamos comentar un montón de temas interesantes. ¡No os olvidéis de comentar todo aquello con lo que estéis o no de acuerdo!

Eso sí, antes que nada, empezaré explicando en qué consiste la sección para aquellos que aún no lo sepan. Ya sé que estos párrafos que vienen a continuación son muy repetitivos; el caso es que siempre hay gente nueva que no sabe en qué consiste la sección y me gusta informar de ello. Visto en las redes es una recopilación de todos aquellos tweets que me han parecido interesantes (y a los que he dado retweet) publicados los últimos meses (agosto y septiembre) por diversas personas, y una selección de las reflexiones relacionadas con el mundo literario que he compartido por las diferentes redes sociales. Es decir que... ¡atención, porque podríais salir mencionados en esta entrada! 

Me decidí a crear esta sección como excusa para hacer debates porque sé que algunos de vosotros no me seguís en las redes sociales tranquilos, estáis en la lista negra (tanto porque no os interesa como porque no tenéis una cuenta) y pensé que os podría parecer interesante tener una recopilación de esta información. Así, todos los que no tenéis redes podrías estar al tanto y los que me seguís, pero estáis saturados, podríais tener un resumen.  

Como sabéis, el blog está en varias redes: en Twitter, en Facebook, en Instagram, en The Storygraph, en Goodreads y en Bloguers (podéis acceder a mi perfil de cada red social haciendo click en los enlaces), aunque estoy especialmente activa en Twitter e Instagram, por lo que en esta sección me centraré en esas redes sociales.   

Repito, como en cada ocasión, que la idea de esta sección no es completamente mía (siempre hay que dar créditos). Me inspiré en una sección muy parecida en el blog de Deja volar tu imaginación llamada Citando a Twitter. En ella, Patt recopilaba algunos de sus retweets favoritos, siempre relacionados con reflexiones sobre el mundo en general, no centradas en el ámbito literario. 

Y sin más dilación, os dejo con la entrada:

Visto en Twitter

Como siempre digo, no estoy en contra de la novela de entretenimiento, así que no creo que todas las novelas tengan que ser tal y como las describe Francisco Concepción; solo aquellas que pretenden ser algo más que entretenimiento. Sin duda, una novela así, se quedará conmigo.

Entre las novelas que sí buscan ser algo más, es decir, que no quieren ser intercambiables con ninguna otra, creo que, al igual que Francisco Concepción, las que más lo consiguen son aquellas que incomodan por sus temas y debates, las que te hacen replantearte el mundo. Esas son las que de verdad nos marcan y llegan a ser memorables para el lector. ¿Cuál ha sido la última novela que desafió vuestra forma de entender el mundo?

Teniendo en cuenta lo anterior, no creo que os resulte difícil adivinar mi respuesta a esta pregunta de Francisco Concepción. Sí, lo que más me interesa es eso, cuestionarme el mundo. Sin embargo, me parece cobarde por parte del autor dejarlo ahí, porque entonces, no está diciendo nada. No solo tiene que proponerte una reflexión, sino también mojarse y dar su opinión al respecto. ¿De qué me sirve a mí tener los pros y los contras en la mano, sin hacer nada con ellos? Puede que no coincida con la visión del autor, es un riesgo, pero si está bien argumentado, será una perspectiva válida. ¿Os parece que hay que mojarse como autor o dejar que el lector decida?

Qué pereza esta noticia de Cosmere 16-Podcast. Me gusta Sanderson, pero cada vez me entristece más su afán por ganar dinero. Esta decisión es cosa de la editorial española; sin embargo, es algo que el autor permite que pase. Odio cuando editoriales o autores tratan la literatura como un producto; por eso no me gusta este aluvión de portadas que solo pretenden que el coleccionista siga pagando o que la gente compre un libro que ya tiene, pero en una edición distinta. Que sí, que yo también caí y tengo el de El imperio final en dos ediciones distintas... pero es que la primera edición que sacaron de bolsillo tenía una portada terrible. Y nada, ahora tengo dos veces el mismo libro. Me desharía del primero... si no estuviera firmado. Vamos, puedo aceptar que haya dos ediciones de un mismo libro, incluso tres; sin embargo, en este caso, ya llevan seis.
 
En relación con lo anterior viene esta queja de Aurora Rubio. Y es que no vayáis a pensar que este fenómeno de publicar el mismo libro una y otra vez con un aspecto distinto es algo exclusivo de Sanderson, sino que está de moda en general. En el caso de Reina roja, por ejemplo, he contado hasta ocho ediciones distintas. Absurdo. ¿Qué otros libros habéis visto con mil ediciones distintas?

Es interesante tratar de responder a esta pregunta de Lecturalia. Los de Los juegos del hambre me parece algo clarísimo. Los de Sanderson también, es más, ya hay trabajos universitarios sobre su obra. Eso sí, dudo que lo conviertan en lectura escolar, en parte porque son muy tochos. Abercrombie también me parece un autor que se convertirá en clásico, al menos en cuanto al género grimdark. 
 ¿Vosotros qué opináis? ¿Qué ideas se os ocurren? 

Goodreads es una aplicación fantástica; sin embargo, tiene un par de problemas. Uno de ellos es que no se pueden dar medias estrellas. Otro, este que comenta La pecera de Raquel, que es injusto que se pueda poner la máxima puntuación, es decir, cinco estrellas, pero no la mínima, es decir, cero estrellas. Y de verdad que hay algunos libros que lo merecen. ¿Hay algo más que os parezca mejorable?

Me parece muy interesante esta gente que, como Lara Lox, se plantea los límites del uso de la IA, sin echar espumarajos por la boca ni defenderla. Debido al uso generalizado de correctores automáticos, la carga de trabajo de los correctores humanos se redujo. Con la IA está pasando lo mismo. No me parece mal que una inteligencia artificial se encargue del trabajo monótono; mi problema es cuando se dedican a trabajos artísticos. Para hacer posts, no me parece mal usar una IA (siempre y cuando haya una supervisión humana); sí, están quitando trabajo a la gente de márqueting, pero hay que reinventarse. En cambio, un booktrailer me parece algo artístico, así que usar IA para ello implica robar trabajo ajeno (porque el algoritmo ha tenido que aprender de alguna parte) y que un artista se vea reemplazado por algo que finge ser arte. ¿Qué opináis vosotros sobre este tema?

¿Música o no? Esa es la cuestión según Goodreads. Supongo que es algo que depende mucho de cada uno. A mí me distrae, pero más me distrae la tele, así que sí, escucho música mientras leo, pero solo instrumental y en los casos en los que hay una distracción mayor. ¿Vosotros qué hacéis?

Quejarse por la edición y la corrección de un libro me parece lo mínimo si tienes algo de criterio literario. No es ser intelectual, como llamaron a Ester Pablos, ni tiquismiquis, sino exigir calidad en algo por lo que has pagado. Por supuesto, un error lo comete cualquiera y no hay que ser demasiado puntillosos, pero cuando un texto está plagado de erratas, hay que decirlo.
 
Y Ediciones en el mar lo saben mejor que nadie. Autopublicar es accesible (que no fácil, porque conlleva un trabajazo), pero publicar en una editorial pequeña es tan difícil como en una grande, en gran medida porque, al hacer muchas menos publicaciones, valoran cada una con lupa. ¿En qué tipo de editorial os parece más fácil publicar, en una grande o una pequeña?

No necesito que una editorial publique 10 libros al mes de los cuales 6 son morralla y 2 tienen problemas de traducción/corrección. Prefiero menos producto con una calidad decente, al igual que La pecera de Raquel. Hoy en día se sacan libros como churros, sin ningún filtro, y eso hace que sea cada vez más difícil encontrar cosas que realmente puedan gustarme.

Es muy bonito lo que dice Maz, pero la realidad es que la mayor parte de la gente es incapaz de diferenciar si un texto está escrito por IA o por un humano. Por supuesto que la diferencia entre una obra de arte y un texto escrito por IA es evidente, pero la mayoría de autores que publican hoy en día son tan genéricos y tienen tan poco de lo que comenta Maz que, en realidad, la diferencia es ínfima. Por desgracia, nos conformamos con comida del McDonald's.
 
No creo que la culpa sea de TikTok, porque es una plataforma que surge a raíz de la demanda social. Ahora es lo que se busca, inmediatez vacía, llaves que se agitan y nos distraen de pensar. No creo que esta plataforma esté perjudicando a la literatura; los que consumen este tipo de contenido son personas que, no disfrutarían con los libros. Por otra parte, ciertas secciones relacionadas con los libros que no son reseñas me gustan, porque ofrecen cierta variedad; eso no significa que todo tu contenido tenga que ser ese. En cuanto a la preocupación de  Dr. Motosierra que se pasan a este formato... no sé, la gente cambia, de nuevo, no es culpa de la plataforma, sino de la sociedad. Como digo arriba, incluso con los blogs pasaba, que algunos se transformaban poco a poco en cuentas para sorteos.

Visto en Instagram


La cuenta de Babelreader es una constante en esta sección. Me gusta mucho el minimalismo de sus fotografías y cómo siempre encuentra elementos relacionados con la obra, a veces estéticamente, otras a nivel temático. En el primer caso,t enemos un libro con un tono gótico relacionado con la brujería y por esos las velas (con tonos similares a la portada) y la calavera. En el caso del segundo, los corazones y estrellitas son muy chick lit, que es lo que parece la novela. La última tiene una llave, que supongo que será importante, y un cepillo y flores, como en la portada. 



La estética de la foto de Monicaserendipia me hace pensar que estamos ante un cozy mistery. ¿No so da esa misma impresión? Mujeres inteligentes que resuelven crímines complicados mientras comen galletas y toman el te en compañía.


Las dos imágenes que destaco de la cuenta de Omairagtz esta vez se relacionan con el mar, en parte porque el argumento de ambas novelas tiene mucho que ver con él. En el caso de la primera, mientras que la portada se divide en mar y arena, aquí el contraste es entre el mar y roca. A mí me hace pensar en el peligro y el drama. En el caso de la segunda imagen, al estar encima de una roca con la playa de fondo me hace pensar en que lo que esconde entre sus páginas es una leyenda marinera.

No podía faltar una selección de las mejores imágenes de  andresysusana_atrapada. Son incluso más simples que las de Babelreader, pero creo que en la concisión está la belleza. Y en la capacidad para encontrar objetos (como en el caso del barco, las joyas o los complementos) o fondos (como en el caso de la primera imagen) que encajen tan bien con la portada o la obra, por muy difícil que sea.

Y eso es todo por hoy. Creo que ya he hablado suficiente, ahora es vuestro turno. ¿Os han gustado las imágenes? ¿Qué reflexiones os han parecido más interesantes? ¿Coincidís conmigo en todo? No os cortéis, que ya sabéis que estoy abierta al debate^^

martes, 14 de octubre de 2025

Silencio administrativo, de Sara Mesa

Duración: 2 horas y 2 minutos
AutorSara Mesa
NarradorSara Mesa
Fecha de lanzamiento: octubre 20, 2021
Editor: Editorial Anagrama SA
Idioma: Español
ASIN: B09GK8YC2M

Sinopsis:
La bestial y desgarradora historia de una mujer sin techo. Un texto lúcido, contundente y revelador que incita a la reflexión y a la lucha por los derechos humanos más básicos.
Esta es una historia real. La de una mujer sin hogar, discapacitada y enferma que trata de solicitar la renta mínima a la que tiene derecho según los optimistas mensajes de la administración y los medios. Pero el laberinto burocrático que debe recorrer para ello, los escollos y trabas con que tropieza y la crueldad de un sistema que exige más a quien menos tiene desembocan en la desesperación. Mientras tanto, los ciudadanos se quedan con la impresión contraria: hay montones de prestaciones y ayudas para los más pobres. "Privilegiados." "Caraduras." "Vagos." Los prejuicios se acumulan. Este es uno de los comienzos de la aporofobia: el odio al pobre.

Por qué este título...
«Solo una intervención rápida de la administración -ay, la llamada “urgencia” contemplada en las leyes- podría sacar a Carmen de la espiral en la que está a punto de caer, la rueda que la triturará tarde o temprano.
Pero la administración no da ninguna señal de vida. Este mutismo se hace aún más amenazante.
Ese mutismo se hace aún más amenazante cuando se conocen todas las implicaciones del llamado "silencio administrativo", un silencio de tipo negativo: “Transcurrido el plazo para resolver sin haberse dictado la resolución expresa, la solicitud podrá entenderse desestimada".
 ¿Qué significa esto?
Es como si uno llama a una puerta esperando que le abran. Pero no abren. Uno espera al menos que alguien responda al otro lado. Que alguien diga “espere, por favor”, “un momento”, o incluso “vuelva mañana” o “vuelva dentro de un mes”. Pero tampoco nadie dice nada. ¿Hay alguien tras la puerta? ¿Quizá uno está llamando donde no tiene que llamar? Uno tiene miedo de dar la vuelta e irse a probar suerte en otro lado. Tiene miedo de que, justo al marcharse, la puerta se abra y entonces, al no estar allí, la posibilidad de ser atendido se pierda para siempre».

Opinión:

Los trámites administrativos son complejos. El primero que hice fue a los dieciocho, al inscribirme en la universidad. Menudo lío: no había manera de encontrar la información correcta, conseguir los documentos requeridos era toda una odisea, se usaba un lenguaje complejo lleno de ambigüedades y, al final, una terminaba con la sensación de haber hecho algo mal (pista: todo salió bien). Mis siguientes experiencias (pedir una beca, inscribirme en un bolsín, hacer el DNI electrónico, crearme un usuario de Clave, preparar la declaración de la renta, opositar...) han sido igual de traumáticas. Más allá de los problemas que he enumerado, lo que genera mayor inseguridad es la falta de asistencia. No hay un número al que llamar (y si lo hay no lo cogen) ni ningún tipo de atención al ciudadano. ¿Cuándo se resolverá el trámite? En menos de seis meses. ¿Dónde se puede consultar la resolución? Búscate la vida.

Pese a saber de antemano que tratar con la Administración es como meterse en el laberinto del minotauro, creía que el tema de las prestaciones era sencillo, quizás porque nunca había pedido una. En las noticias, cada semana anuncian con bombo y platillo los millones de euros destinados a la nueva subvención del Gobierno para ayudar a los más necesitados. Ingenua como soy, pensaba que eran subvenciones accesibles, que se concedían al cabo de un par de meses y que eran suficientes para vivir sin trabajar. Este ensayo de Sara Mesa me ha abierto los ojos.

Silencio administrativo es un ensayo breve (120 páginas, 2 horas en formato audiolibro) que he leído en formato audiolibro y que está narrado por la propia autora. Esto es muy acertado si tenemos en cuenta que el origen de este texto es una experiencia personal: la autora decidió ayudar a una mujer que malvivía en la calle y eso le llevó a descubrir que esta gente no existe para el Gobierno, así que se enfrenta a mil y un obstáculos para ser atendida por la Administración.

Pese a haber a su cercanía con el caso, la autora no es la narradora, sino que la tercera persona pone el foco en Beatriz, que es: 

«una mezcla de las personas que pusimos nuestro empeño desinteresado -e inútil, en gran medida- en ayudar a Carmen. Bien pensado, el hecho de que el personaje de Beatriz represente a una colectividad resulta aún más impactante en el balance final: que entre varios no pudiéramos vencer la máquina burocrática de la administración pone de relieve qué poco puede hacer quien está solo e indefenso ante ella».

El otro puntal en la historia es Carmenpseudónimo que usa la autora para referirse a la mujer que conoció. Mediante la relación de amistad de ambas se articula una crítica a nuestros prejuicios hacia los pobres y al laberinto administrativo que supone intentar adquirir una ayuda gubernamental y escapar de la pobreza. Sara Mesa se basa en el testimonio de Carmen (pseudónimo que usa para referirse a la mujer que conoció) para reflexionar sobre la aporofobia y la labor de los servicios sociales.

«Pero el laberinto burocrático no es un ente abstracto. Es una maquinaria compuesta por personas con nombres y apellidos reglada por normas y costumbres que imponen personas con nombres y apellidos. Estas personas nunca deberían olvidar que los expedientes con los que trabajan, esas solicitudes llenas de datos y documentación, tienen que ver también con personas que ni siempre pueden defender sus derechos».

Que quede claro desde el principio: el texto no tiene una voluntad narrativa. No veremos los encuentros y conversaciones que forjaron la amistad entre Beatriz y Carmen (ni siquiera hay diálogos), ni tampoco todas sus aventuras y desventuras con la Administración. La autora no busca contar una historia ni que empaticemos con los personajes concretos, sino con toda la gente que está en la misma situación que Carmen. Es por eso que conoceremos el contexto de Carmen, pero de forma general, sin hacer un melodrama de ello: lo importante no es que haya tenido una vida dura, sino que va a seguir teniéndola porque no recibe ninguna ayuda estatal ni social.

«Pero no es solo una cuestión de dinero. Solo en lugares tan marginales y precarios como ese es donde se permite la entrada a personas como Carmen [nombre no real por supuesto], que no tienen dinero ni trabajo, que mendigan, están sucias y no pueden ofrecer garantías de ningún tipo. En todos los sitios a los que llama, una vez explicadas las circunstancias, le dan largas. 

Nadie va a alquilar una habitación digna a Carmen porque en su estado se considera que ni siquiera merece ya la dignidad».

Confieso que soy una persona con prejuicios hacia la gente pobre. Sin que mi vida sea perfecta, soy consciente de que la familia y el entorno en el que me he criado me han permitido ser como soy. Sé que otros no han tenido esa suerte y ahora me doy cuenta de que eso ha propiciado que cometieran más errores que les han llevado a su situación actual. Caer en una adicción, asumir una deuda que no pueden pagar, perder el empleo, aislarse de cualquiera que pueda darles una mano, juntarse con malas compañías, encontrarse en una situación de dependencia emocional y económica... Cualquiera de estos factores puede provocar que alguien termine en la pobreza más extrema. Y las mujeres son el grupo social más afectado:

«Carmen es una buena representación de la feminización de la pobreza, agudizada tras los años de crisis económica. Los datos más recientes muestran que cada vez más mujeres viven en la calle o en infraviviendas, resquebrajándose así el prototipo del hombre mendigo con trastornos mentales o problemas de alcoholismo. La estructura socioeconómica que lleva a muchas mujeres a ocuparse en exclusiva de la familia y el hogar o a trabajar en puestos escasamente remunerados y/o sin contratos va de la mano de una dependencia económica extremadamente quebradiza. Una ruptura sentimental o la muerte de los padres, por ejemplo, puede conducir a una mujer joven directamente a la pobreza más absoluta. Muchas se agarran a la supuesta protección que le ofrecen otros hombres, se prostituyen o son extorsionadas.»

Antes de leer este ensayo, para mí, la gente que había tomado malas decisiones en la vida debía pagar las consecuencias de sus actos, que en parte, tenían algo de culpa:


Hasta ahora, no tenía en cuenta que una cosa lleva a la otra, que su entorno les había condicionado a tomar esas decisiones, que quizás yo, en sus mismas circunstancias, hubiera cometido los mismo errores. Además, incluso aunque tuvieran algo de culpa, ¿hasta cuándo tienes que pagar por tus equivocaciones? ¿Puedes levantar cabeza una vez tocas hondo?

Para mí la respuesta era fácil: sí, simplemente recurres a servicios sociales. Allí, una señora muy amable (como si los hombres no pudieran optar a este trabajo) se compadecerá del caso, comprenderá que te arrepientes de tus errores y te ayudará a salir adelante: te indicará dónde hay comedores sociales, te acompañará a los albergues, te inscribirá tanto en el paro como en cursos de formación y te guiará de la mano en todos los trámites necesarios para pedir ayudas económicas estatales. A cambio, solo tienes que abandonar los hábitos que no se consideran socialmente respetables, no recaer nunca en ellos y no volver a equivocarte. Lo sé, lo sé, vivo en los mundos de Yupi y he necesitado este libro para darme de bruces con la realidad.

En primer lugar, no es nada fácil ser atendido por los servicios sociales: están desbordados de trabajo y tardan meses en darte cita. Tampoco hay un acompañamiento real en todo el proceso burocrático; en el caso de Carmen y Beatriz, fue esta última quien se encargó de todo el papeleo. En concreto, en Silencio Administrativo, Sara Mesa habla de las dificultades para acceder al Ingreso Mínimo Vital, una prestación que prometía un cambio social enorme y que se ha quedado en nada: solo se benefician de ella el 12% de la población que vive bajo el umbral de pobreza. Eso no es por falta de interés, sino por las dificultades para solicitarla. Y es que, ¿qué oportunidad tiene una persona que está en la calle, sin formación ni ayuda, de comprender toda la burocracia y entregar la documentación adecuada? 

Tengo estudios universitarios y sudo la gota gorda cada vez que me enfrento a un texto administrativo. Eso demuestra que la solicitud de una ayuda social no es accesible para la gente de a pie que no solo tiene que entender una convocatoria compleja, sino entregar un montón de documentación que, en principio, ya debería estar en manos de la AdministraciónA eso hay que sumarle la incertidumbre que produce el silencio administrativo. Al parecer, cuando un ciudadano solicita algo a la Administración, esta tiene derecho a no responder. Como no hay ningún tipo de comunicación, el ciudadano no sabe que su petición ha sido rechazada, así que en lugar de recurrir en el plazo establecido, se queda de brazos cruzados a la espera de una respuesta.

«El laberinto burocrático tiene el poder de callar apelando a sus razones –falta personal, faltan recursos, se han retrasado partidas, las ayudas son nuevas, estamos definiendo los criterios, estamos saturados…
Sin embargo, no hay razones válidas para el silencio de la otra parte –me cortaron la línea de teléfono y no pude recibir vuestra llamada, no me dio tiempo a pedir el papel que me dijisteis, no entendí qué papel era necesario y mandé otro por error […]
En estas circunstancias, es normal que muchos como Carmen se resignen y desistan. Que la desesperanza gane.»

En segundo lugar, no podemos exigir a la gente que está en situación de pobreza extrema que, de la noche a la mañana, se conviertan en ciudadanos modélicos.

 No solo no disponen de los recursos ni de la formación necesaria para ello (¿cómo vamos a exigir alguien que no ha terminado la Educación Secundaria Obligatoria y que vive en la calle que lleve la ropa planchada o que hable con propiedad?), sino que el rechazo social les impide avanzar. La aporofobia es el odio, aversión o rechazo hacia las personas en situación de pobreza. Suele ir asociada a ideas como "ellos se lo han buscado", "si están así es porque quieren", "son gente peligrosa y violenta", "no hacen nada en todo el día", "son borrachos y drogadictos" o "no merecen todas las ayudas que da el Gobierno". Aquí podéis leer un par de ejemplos de esta actitud:


Estas ideas infundadas se cimientan sobre el desconocimiento y los estereotipos. Seguro que hay algunas personas que son así, siempre hay de todo en todas partes, pero este ensayo insiste en mostrarnos que el problema es que una vez llegas a lo más hondo, es muy difícil salir del atolladero.

También es cierto que el ensayo se fundamente en el caso único de Carmen. Hubiera sido más enriquecedor que la autora se entrevistara con más gente para no reducirlo todo a una única experiencia. En el caso de los tratos con la Administración, que es en lo que se centra la obra, seguramente la experiencia sería la misma. Sin embargo, el ensayo también aborda la vida de la gente que se encuentra en situación de pobreza extrema; conocer más testimonios ayudaría a enfatizar que no solo Carmen es así, sino que es un caso de muchos.  

En conclusión, Silencio administrativo es un ensayo muy recomendable, escrito de forma sencilla y personal. La obra nos enfrenta a nuestros propios prejuicios hacia los pobres y critica muy duramente la burocracia administrativa. La autora podría haber tomado el camino fácil y usar el dramático pasado de Carmen para conseguir la lástima del lector. En lugar de eso, se centra en los problemas presentes para mostrarnos las trabas sociales y administrativas que impiden a esta gente salir adelante y superar el pasado. Y es que de cara a la galería, el Gobierno destina mucho dinero a las ayudas sociales, pero eso solo es una pantalla de humo: la burocracia administrativa complica tanto el proceso de solicitud que, en realidad, se invierte solo una ínfima parte de lo que se dice. Este ensayo es además una invitación a analizar nuestra actitud ante leyes y noticias que, en el fondo, sirven más para alimentar prejuicios que para retratar la realidad.

Cosas que he aprendido:

  • Qué es el Ingreso Mínimo Vital.
  • La burocracia administrativa es complicada para todo el mundo.
  • La Administración no ofrece ayuda para los trámites administrativos.
  • Los Servicios Sociales están desbordados y sirven de poco.
  • Una vez llegas a una situación de pobreza extrema, es muy difícil salir de ella sin ayuda.
  • Las prestaciones estatales son insuficientes.
  • Los sintechos no tienen todo el tiempo del mundo.
  • No hay que exigir a la gente que vive en la calle un comportamiento modélico a cambio de nuestra ayuda, porque las circunstancias que les han dejado en esta situación les impiden cumplir nuestras expectativas.

Y ya para terminar, os dejo con mis avances en Goodreads:

PUNTUACIÓN...4/5!

Primeras Líneas...

Aquí puedes escuchar un fragmento.

domingo, 5 de octubre de 2025

Viñeta del lector 127#


Ya está todo escrito, de eso no cabe ninguna duda; la diferencia radica en la forma de contarlo, en qué se enfatiza, dónde se pone la mirada. Y es que, lo quiera un autor o no, siempre deja algo de sí mismo en sus textos (por otra parte, ¿para qué escribir, si uno no tiene algo que decir?). "Una novela es un espejo que se pasea por un ancho camino", dice Stendhal en Rojo y negro (aunque la frase no es suya, sino de Cesar Vichard, abad de Saint-Real (1639-1692)). Con eso se refiere a que las obras realistas nos muestran la realidad tal y como es. Sin embargo, tengo por seguro que eso es mentira.

Como bien dice Mario Vargas Llosa en esta cita, las novelas nos muestran el mundo desde la óptica del autor. Puede que su intención sea criticar algo, contarnos lo que sabe de algo o mostrarnos la nostalgia que siente hacia algo. Esas son solo tres de entre un millón de posibilidades, y en cada una de ellas saldría una novela distinta.

Algunas obras son más inconscientes de su mensaje, pero sigue estando ahí, en los detalles. Son esos detalles los que nos muestran qué considera el autor que es lo normal (por ejemplo, si todos los personajes felices son parejas casadas con hijos), qué ve como una actitud positiva y qué una actitud negativa (por ejemplo, si muestra positivamente que el héroe mate a diestro y siniestro para proteger a otros o si muestra negativamente que el villano no tenga lazos con nadie), su ideología (si, por ejemplo, nos muestra que los amigos tienen que aguantarlo todo), cuál le parece que es el ideal a aspirar (por ejemplo, si todas sus protagonistas encuentran pareja) y qué prejuicios tiene (si, por ejemplo, todos sus personajes LGTBI tienen mucha pluma).

Es por eso que no me parece positivo aferrarse a un autor (o unos cuantos) y no leer nada más; tu visión de mundo quedará reducida a la perspectiva del mundo que tienen ese puñado de autores. Me preocupa el caso de Sanderson, por ejemplo, puesto que publica un tocho libro al año, así que muchos de sus fans solo le leen a él. Que está muy bien que haya logrado que gente que no leía coja un libro y el mensaje de sus obras es mayormente positivo... sin embargo, hay que salir de la burbuja y leer otras voces.

Y eso es todo por hoy. ¿Se os ocurren más ejemplos de cómo el autor deja parte de sí en su obra? ¿Preferís aquellas obras en las que el autor es consciente del mensaje que quiere transmitir u os resulta indiferente? ¿Sabéis de algún otro caso de un autor que acapare lectores?

viernes, 26 de septiembre de 2025

Trilogía Los huesos verdes, Libro III: Legado de jade, de Fonda Lee

Traductor: Antonio Rivas
Editorial: Insólita Editorial
ISBN: 9788412682038
Número de páginas: 792
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 11/12/2023
Autora: Fonda Lee
Trilogía: 3/3
Título original: Jade Legacy

Sinopsis:
El jade, la sustancia misteriosa y mágica que antaño fue exclusiva de los guerreros huesos verdes de Kekon, ahora es codiciado fuera de la isla de Kekon. Todo el mundo quiere tener acceso a las habilidades sobrenaturales que proporciona. A medida que la lucha por el control del jade se hace cada vez más grande y letal, la familia Kaul y las antiguas costumbres de los huesos verdes nunca volverán a ser las mismas.
Castigados por la guerra y la tragedia, los Kaul deberán saldar antiguas deudas y cerrar viejas heridas mientras sus adversarios les toman la delantera y su país se desgarra a causa de la interferencia extranjera. El clan deberá distinguir a los aliados de los enemigos, dejar de lado las sangrientas rivalidades y hacer terribles sacrificios... Pero incluso los lazos irrompibles de sangre y lealtad pueden no ser suficientes para asegurar la supervivencia de los clanes de huesos verdes y la nación que juraron proteger.

Opinión:

Llevo ya dos reseñas de esta trilogía. ¿Qué os puedo decir de esta tercera entrega que no haya dicho ya de las anteriores? Algunas sagas presentan altibajos; sin embargo, en este caso, los tres libros son bastante similares en ritmo, tono, mensajes, narrativa y profundidad de personajes. Vamos, en todo. Claro que hay diferencias (tanto este como Guerra de jade, por ejemplo, se inclinan más por la política que Ciudad de jade) y es de eso de lo que voy a hablaros, pero, en general, se nota que los tres están cortados por el mismo patrón. Así que, si os gustó el primero, estáis de enhorabuena, porque os encantarán las continuaciones; si, por el contrario, tenéis la esperanza de que los siguientes harán algo distinto, os vais a llevar una decepción.

No pretendo que esta sea una reseña muy larga ni repetir lo que ya he comentado al hablar de las otras novelas. Podría hacer un poco resumen de la trama y hablaros de cómo ha evolucionado cada personaje, pero para eso más os vale leer la novela. Así que me centraré en qué me ha aportado esta tercera parte y en las diferencias más destacables.

Por ejemplo, respecto al tema de la política, basta con decir que la autora sigue desarrollando muy buenas tramas que tienen en cuenta tanto la política exterior (las relaciones internacionales) como la interior (la reacción del populacho y el papel de los bajos fondos). No es fácil tratar algo así con profundidad y que al mismo tiempo resulte entretenido. Para mí, la autora lo hace muy bien: a diferencia de muchas novelas dedicadas a la política, sus personajes son carismáticos y todo lo que dicen y hacen es significativo; sin embargo, si este tema no es santo de vuestra devoción, tampoco esperéis milagros. Hay que tener en cuenta que, pese a la acción esporádica, es una novela densa con muchas reuniones en las que lo que se dice es, en realidad, solo la mitad de lo que se dice, dónde se demuestra que todo son planes sobre planes sobre planes y con unos interlocutores que se pasan páginas y páginas intentando imponerse solo con la dialéctica. Aquí, como en las anteriores novelas, se hace mucho énfasis en cómo las estrategias políticas se construyen pensando a largo plazo y en cómo varias acciones y comentarios sutiles pueden tener más poder que una declaración directa. La única pega es que, al ser la política un tema tan adulto, es contradictorio que a veces la narración trate al lector como a un niño y le explique qué se está diciendo entre líneas. ¿Para qué molestarte en escribir diálogos sutiles si luego los vas a explicar? Esto es algo que la autora ya había empezado a hacer en Guerra de jade, pero aquí es donde me ha empezado a parecer molesto.

Otro de los aspectos centrales de la obra en el que no me voy a explayar es el tema de los personajes. Shae, Hilo, Wen y Ayt molan mucho y, al mismo tiempo, son seres despreciables. Si queréis saber por qué, pasaos por las reseñas en las que hablo extensamente de ellos. Lo que más me ha sorprendido es que en la tercera novela sigamos descubriendo capas de su personalidad que no habíamos visto hasta ahora. Cualquiera diría que la vida de una familia de mafiosos no daba para tanto, que sus arcos de personaje deberían haber quedado cerrados en la primera o en la segunda novela. Y así hubiera sido si la autora no hubiera decidido que la historia abarcara tantos años: Ciudad de jade transcurre a lo largo de un año, en Guerra de jade pasan cinco y en Legado de jade, un poco más de veinte. Normal que los personajes sigan teniendo cosas por decir.

No es nada fácil desarrollar una historia con una temporalidad tan larga. En Guerra de jade, la autora intentó hacerlo de forma orgánica y guiar al lector mencionando las estaciones, las festividades y cuánto hacía de determinados sucesos; aun así, me sentí perdida. Aquí la autora intenta resolver el problema indicando al principio de cada capítulo el tiempo que ha pasado desde que Hilo se convirtió en pedestal ("seis años después", "ocho años y cinco meses después", "doce años y tres meses después"...). Gracias a esto he logrado situarme mucho mejor temporalmente; sin embargo, los saltos temporales son demasiado grandes como para que sientas el fluir del tiempo. Por ejemplo, hay dos personajes relevantes que se casan y no vemos la boda, sino que nos la cuentan después. Esto no es solo un problema puntual: ante situaciones vitales que dejan a personajes emocionalmente estancados durante meses, hacemos un salto temporal y leemos un resumen de cómo la situación les ha afectado. No me digas que el personaje ha estado abatido durante meses: muéstramelo. Además, el paso del tiempo sigue siendo confuso, más incluso que en la anterior novela. A veces, durante un período largo de tiempo solo sucede una cosa importante para la trama, así que, para evitar tantos saltos temporales, la autora se sitúa en un punto posterior donde la trama avanza más y nos introduce la escena importante que faltaba mediante un flashback. 

Fonda Lee podría haber intentado abarcar menos años, pero entiendo que era necesario para reflejar de forma realista no solo los cambios sociales y las intervenciones políticas, sino también los puntos de inflexión en las vidas de los personajes. Por ejemplo, los protagonistas intentan mejorar la percepción internacional del jade, destacando sus usos médicos y popularizándolo mediante el cine y los deportes. Esta gran campaña publicitaria, si pretende ser realista, necesita cinco o diez años de trabajo. La política también se caracteriza por funcionar muy despacio. Por ejemplo, expandir tus negocios a otros países requiere tiempo para hacer estudios de mercado, contactos, aliados... en resumen, ir echando raíces poco a poco. La gente tampoco cambia de la noche a la mañana, sino que determinados procesos, como superar un trauma o el duelo por la muerte de alguien, son cicatrices que pueden llevar años cerrar.

Nuestros protagonistas han pasado por tantos de esos procesos en novelas anteriores que creía que íbamos a dejarlos descansar un poco y centrarnos en la siguiente generación; no ha sido así. Los protagonistas absolutos siguen siendo Shae, Wen, Hilo y Anden, y la antagonista, Ayt Mada, por supuesto; sin embargo, los hijos y herederos van cobrando importancia hasta llegar a ser narradores. Conoceremos a Niko, que carga con el peso de las expectativas de todo el clan; Ru, que se enfrenta al estigma de los ojos de piedra; y Jaya, que lucha por hacerse valer en un mundo de hombres. Esta mezcla de voces ofrece cierta variedad a la narración: iremos viendo los conflictos de nuevos personajes al mismo tiempo que no dejamos completamente de lado a los que ya conocíamos.

El hecho de mostrarnos varias generaciones permite a la novela explorar cómo las enseñanzas y acciones de los adultos repercuten en los jóvenes. El entorno es clave en nuestra formación; uno no puede escapar de aquello con lo que se ha criado. Pero que nos moldee no significa que nos defina. Puede que alguien que se haya criado en la mafia no sea capaz de dejar de lado por completo la violencia, pero sí que puede encontrar un término medio, como Anden en la anterior novela, que decidió seguir apoyando los intereses de su familia, siempre que eso no implicara cobrarse ninguna vida. Aquí vemos cómo algunos personajes son incapaces de avanzar y abandonar la ira, mientras que otros logran adaptarse a los nuevos tiempos sin ir del todo en contra de su naturaleza. Y es que en el fondo, somos como nuestros padres, pero mejores.

También es verdad que no es muy difícil ser mejor que cualquiera de los personajes que nos habían presentado hasta ahora. Los clanes de huesos verdes son un fiel retrato de las mafias que hay en nuestro mundo, por lo que incluso los protagonistas son criminales cuyas acciones son cuestionables o directamente abyectas. Para ellos, la violencia es la norma. Todos son personas ambiciosas, rencorosas, que solo se preocupan por los suyos. Los únicos que se salvan son Anden y las nuevas generaciones.

Precisamente por esto no todo va a ser palabrería política: seguimos teniendo duelos a muerte, así como persecuciones, batallas campales y emboscadas. En todos esos casos, las escenas de acción están muy bien escritas: son realistas y los personajes tienen muy en cuenta el escenario en el que se encuentran. Además, y esto es para mí lo más importante, no es acción trivial, para mantener al lector entretenido, sino que siempre hay consecuencias.

Y es eso lo que nos recuerda que, por muy lejanas que nos parezcan sus vidas, los mafiosos son personas que sufren como cualquier otra. Es poco probable que nosotros nos veamos envueltos en un atentado, que seamos víctimas de un secuestro o que la vida de nuestro mayor enemigo esté en nuestras manos. Sus circunstancias son muy distintas; sin embargo, no dejan de enfrentarse a problemas que no nos son tan lejanos: el duelo por la muerte de un ser querido, la distancia que nos va separando de nuestros hijos, la presión de las expectativas, la traición de una pareja, la inseguridad de no saber quién eres, el hecho de enamorarte de alguien que está casado, la furia ciega de los deseos de venganza o la angustia de quedar incapacitado. Ver cómo los personajes afrontan estas situaciones nos ofrece cierto consuelo y nos ayuda a sobrellevar mejor los golpes de la vida.   

Muchas novelas olvidan que todo esto no son obstáculos a superar, sino situaciones que nos marcan de por vida. Para mí, lo más interesante de esta trilogía es ver cómo las experiencias que viven los personajes tienen consecuencias a largo plazo. Por ejemplo, la traición de Wen provoca que su matrimonio con Hilo se resienta. Otro ejemplo es el de Tar, quien, incapaz de superar la muerte de su hermano, se pierde cada vez más en una espiral de violencia. 

Pero donde algunos viven con las consecuencias de sus actos y crecen, otros no cambian. Ese es el caso de Ayt Mada, la antagonista, y Bero, el personaje más extraño de la trilogía. Este no pertenece al mundo de los clanes ni forma parte de la trama principal; sin embargo, intenta por todos los medios ser partícipe de lo que está sucediendo. Él quiere ser alguien, no le importa si es conocido por algo bueno o por algo malo, y luchará por conseguirlo a costa de cualquier posible vínculo con otra persona. Realmente, sus acciones son decisivas para el devenir de la trama, pero nadie se percata de ello. Si confiesa a alguien que es el asesino de su padre, no le creen. Si consigue infiltrarse como espía en una organización, resulta que todos conocían su tapadera. Si consigue tender una emboscada que desestabiliza el poder de los clanes, le dejan marchar porque creen que es un testigo inocente. Siempre sale airoso de cualquier situación y ese es para mí el peor castigo: seguir viviendo a sabiendas de que has hecho grandes cosas y que nunca se te va a reconocer el mérito. 

Bero no evoluciona, solo da vueltas sobre sí mismo porque se niega a cambiar y a establecer lazos con otra persona que propicie ese cambio. Eso es para la autora lo peor que puede hacer alguien: los personajes que no aprenden del pasado y, por tanto, no evolucionan, así como aquellos que solo se preocupan por sí mismos, son los únicos que realmente terminan teniendo una vida miserable. Los Kaul no son "los buenos", pero como se esfuerzan por mejorar y se quieren los unos a los otros, no son "tan malos".

Lo cierto es que no tengo mucho más que decir. Como veis, es una trilogía que he disfrutado muchísimo: me gustan las tramas políticas realistas que se construyen de forma interesante y me ha cautivado el carisma de los personajes. Aunque ninguno de ellos sea buena gente (todos son criminales condicionados por su entorno), siempre actúan por el bien de los suyos y se esfuerzan por ser mejores. Es cierto que la parte política, más densa, pesa más que la parte de acción; sin embargo, cuando relucen las espadas luna una sabe que se encontrará con una batalla realista y bien narrada. Eso sí, no vengáis a esta historia por la fantasía: si el "jade" del título os llamaba la atención, sabed que su importancia radica más en su valor como herramienta política que en su uso como arma.

Cosas que he aprendido:

  • Nuestro entorno nos condiciona, pero no nos define.

Y ya para terminar, os dejo con mis avances en Goodreads:

PUNTUACIÓN...4/5!

Primeras Líneas...