Me apunto al carro: Feliz día del libro!

Ha sido abrir mi cuenta de blogger y encontrarme felicitaciones por todas partes: que sí feliz día del libro por aquí, que si feliz día del libro por allá...

Así que para no quedarme atrás, yo también os deseo un enorme:

FELIZ DÍA DEL LIBRO!



Ahora mismo solo pienso con dejaros aquí a un lado (lo siento) y dejarme arrastrar por el sonido del hojear de las páginas, que me llama como un Baile de luciérnagas, mientras paseo Bajo la misma estrella que muchos otros lectores que, como yo, se maravillan de danzar alrededor de los libros como si de un Campo de fresas se tratara. Tengo deseos de acariciar las portadas de Acero y miel que pueblan los tenderetes de libros, para luego saborear sus páginas como si fuera Arroz de Palma.

En este día especial, me gusta pasear por la plaza, envuelta en la fragancia a libro nuevo, mientras mi vista se regodea con la sonrisa de niños que guardan con celo en su regazo, montañas de libros cuyos títulos aún no son capaces de leer. Y allí, mientras el sol de la tarde ilumina mi rostro, me gustaría extender los brazos y cerrar los ojos, cual ángel caído del cielo, y poder veros, ver vuestro rostro, fiel reflejo del mío, exaltado del mismo entusiasmo que a mi me embarga, mientras que por dentro saboreáis el momento, sintiendo como las historias giran alrededor, como las vidas de centenares de personas confluyen en una misma pasión: la lectura.

Superado ese instante de felicidad Efímera, que Siempre hace palpitar mi corazón cual Fuego eterno, abro los ojos y cual gato curioso, observo con disimulo y morbosidad los títulos que otros han elegido, deseando con fervor que para ellos sea un libro especial, que les haga romperse a reír o a llorar, porque por esos sentimientos sí que vale la pena hacerse añicos.
 Pero en el fondo, en el fondo de mi corazón, en un lugar donde la felicidad no me permite el acceso, sé con desilusión que muchos de esos tomos, ahora comprados con ilusión, quedaran en un rincón olvidados.

Cuando más tarde el sol se ponga,

espero poder seguir allí,

esperando ver a algún rezagado lector

que compre algo en un desliz.

Y cuando todos se hayan marchado,

quiero ver a los decaídos libros sin lector,

desechos en lágrimas por la pena,

dirigir al sol su último adiós,

pues guardaran polvo hasta la próxima fiesta.

Y con estos versos me despido.
¡Un beso!