Año de publicación original: 1963
Idioma: Catalán
ISBN: 978-84-297-5672-2
Formato: 19 x 12,5 cm.
Rústica sin solapas
Col·lección: Educació 62
Páginas: 367
Título: K. L. Reich
Autor: Joaquim Amat-Piniella
Sinopsis:
K.L. Reich va ser escrita a Andorra entre 1945 i 1946 tot i que no va poder ser publicada fins al 1963 per culpa de la censura franquista. Aquesta edició presenta el text íntegre fixat el 2001 per David Serrano, professor de Filologia Catalana de la UOC i director del CILEC (Centre d’Investigació de la Literatura Europea Concentracionària), juntament amb un acurat estudi preliminar i un ventall ampli de propostes didàctiques per treballar el llibre dintre i fora de l’aula.
Una eina imprescindible per professors i estudiants que ofereix importants recursos didàctics per la preparació de classes, debats i exàmens.
La novel·la analitza la peripècia vital i moral de l’Emili, un deportat republicà que sobreviu cinc anys en un camp de concentració fent dibuixos pornogràfics per als SS. Entre el Bildungsroman i la novel·la de la condició humana, K.L. Reich és una proposta rellevant al costat d’altres obres canòniques de Primo Levi, Jorge Semprún o Imre Kertész pel que fa a la reflexió, des del laïcisme, sobre les conseqüències de l’Holocaust.
Por qué este título...
A la llum inquietant i adustiva del foc, els ulls li transporten fins el cervell fatigat la sobreimpressió repetida i martellejant al ritme d'aquell moviment de cadena, del segell que porten tots els materials d'un camp de concentració alemany:
K. L. Reich
Escrit amb tinta damunt de la roba, gravat en foc a la fusta, l'Emili ha vist constantment durant quatre anys i mig, i sap que és l'estigma infamant amb què hom l'ha volgut marcar, l'únic epitafi ue han merescut els seus companys morts. Però, ara que està embolcallat en la torpor de la fatiga, mecanitzada la sensibilitat pel moviment automàtic dels seus músculs, oblida la significació de «Konzentrations Lager Reich» i només s'obsessiona pel dibuix de les lletres i del filet que les tanca. La marca passa i repassa per sota els seus ulls i, quan un paquet ve a l’inrevés, o una fusta capgirada, ell mateix ho posa del dret perquè el ritme no es trenqui. De sobte s’adona del que fa i té por del valor simbòlic que pugui tenir aquesta obsessió. És que està realment estigmatitzat? És veritablement una desferra camp de concentració?
Soy una ilusa que sigue buscando novelas catalanas que me gusten. Como me interesa el tema de la Segunda Guerra Mundial, decidí investigar esa vertiente, lo que ha dado lugar a mi reciente lectura de El violín de Auschwitz, una novela que me dejó indiferente. Era una obra introductoria que pretendía dar a conocer lo sucedido en los campos de concentración nazis. De tono juvenil, la narración era directa y la trama no entraba demasiado en detalle acerca de los horrores del régimen, para no herir sensibilidades.
Este libro es muy distinto, hasta el punto que no comparten mucho más que la temática común y la lengua original. Estamos ante una obra madura, enfocada a un público adulto y formado, que trata de hacer justicia narrando las atrocidades que sucedían en los campos de concentración para que no caigan en el olvido. Además, ni siquiera es una novela propiamente dicha, sino unas memorias ficcionalizadas.
"Hom inquiria notícies de la guerra com l'intoxicat demana la droga que ha de tranquil·litzar-lo, i, com ell també, hom se sentia insatisfet en el mateix moment d'obtenir-les. Un cop sabudes, perdien tot llur valor per la pressa a saber-ne de més recents"
El contexto es importante, dicen, pero yo suelo obviarlo. Normalmente, no me interesa quién es el autor ni lo que ha hecho, porque creo que este es independiente de la obra: en la mayoría de casos, el texto no deja traslucir ni la ideología del escritor ni sus vivencias. De vez en cuando hay excepciones, como sucede con este libro que os traigo hoy, donde no se puede desligar la experiencia vital del autor de la historia: el protagonista es una especie de alter ego del escritor, cosa que le permite transmitir sus vivencias y reflexiones. Debido a esto, por una vez, os hablaré un poco de él.
Joaquim Amat-Piniella (1913-1974) fue un escritor catalán que luchó en el bando republicano durante la Guerra Civil Española. Al terminar la guerra, huyó a Francia, donde fue internado en varios campos de concentración, hasta que en 1940 fue deportado por los alemanes a Mathausen, donde pasó cinco años hasta que fue liberado por las tropas estadounidenses y pudo regresar a Cataluña en 1946. El libro de K. L. Reich fue escrito en 1945 y pasó por múltiples reescrituras y revisiones para que pasara la censura. Por eso no se publicó hasta 1963.
Lo primero que cabe decir es que estamos ante un libro muy valiente. Sin duda, hay que tener mucho valor para publicar un libro que critica el régimen nazi en plena dictadura franquista, y más si eres republicano. Para superar la barrera de la censura, la novela obvia por completo la Guerra civil y Emili, el protagonista, nos habla principalmente de su día a día en el campo de concentración. Eso hace que el personaje tenga menos profundidad, ya que hay pocas referencias a su pasado y a la nostalgia que siente, así que parece que no tenía una vida antes de la novela, pero entiendo que no había otra opción.
Se ofrecen pocos datos biográficos, en ningún momento se especifica el nombre del campo de concentración en el que se ambienta la obra y los nombres de todos los personajes son ficticios. Pese a ello, es imposible obviar las similitudes entre el autor y el personaje: ambos se exiliaron de España por sus ideas republicanas, separándose de su mujer, y pasaron por varios campos franceses antes de aterrizar en un campo de concentración alemán, donde resistieron cinco años, hasta la liberación estadounidense. No tengo ninguna prueba, pero tampoco ninguna duda de que todo lo que se relata lo vivió el autor o se lo contó algún compañero. Algo similar sucede con los personajes de la obra, que imagino que existieron de verdad con otro nombre (algo que confirma David Serrano en el estudio preliminar, donde indica nombres). Teniendo eso es cuenta, el relato se vuelve mucho más estremecedor, porque la barrera entre realidad y ficción se tambalea. Es lo que más me gusta de leer obras protagonizadas por los propios autores: saber que todo lo que sucedió fue real.
Creo que se tiende a idealizar mucho las novelas en las que el autor ha experimentado de primera mano aquello que narra. Sin duda, alguien que haya vivido unos hechos, que los haya sentido en sus propias carnes, podrá hablar de ello con más fidelidad emocional que alguien que solo se haya documentado muy bien, pero para mí, el arte consiste en filtrar la realidad, pasando de lo particular a lo general, con el objetivo de transmitir y crear belleza. A veces los árboles no te dejan ver el bosque, por lo que, puede que no sepas transmitir a los demás la emoción que te ha generado una experiencia, ni lograr que la compartan. Al escribir, los sentimientos tienen que pasar por el filtro de la razón, dejar que el tiempo dé forma al recuerdo, porque si no somos capaces de gestionar lo que sentimos, de desligarnos de nuestra perspectiva, los demás no serán capaces de identificarse con nosotros. Hay que pensar que cada uno tiene una óptica distinta; vivir algo no te convierte en el poseedor de la verdad única.En esta novela, mediante un lenguaje sencillo y asequible, el autor describe correctamente la vida en un campo de concentración: los distintos espacios, la rutina de trabajo, las condiciones higiénicas, sanitarias y alimentarias, los rangos y las clases sociales, los castigos y torturas... Por supuesto, no estamos ante un ensayo histórico, así que más allá de la descripción puramente objetiva, nos habla del constante miedo a la muerte que siente Emili, del hambre, el cansancio y el pavor al castigo, así como de la naturalización de la violencia y temas como la pérdida de identidad o la deshumanización.
"La trampa que feien els alemanys amb els càstigs col·lectius saltava a la vista: com més injustos, com més dens el clima de terror, com més espectacular la mese en scène, més eficaços resultaven. Els pocs que podien salvar llurs cossos de la fam general i de la fatiga del treball veien devorats llurs esperits en la marea d'aquell neguit constant, del desassossec nerviós del bregar feroç per l'existència"
El problema es que, pese a que la historia empieza con el internamiento de Emili, no vemos cómo se adapta a una rutina de horrores, ni la estupefacción al descubrir que la crueldad humana no tiene límites. La narración es en tercera persona, pero todo se relata desde los ojos cansados de quien ya ha pasado por ello, como el anciano que ahora solo busca narrar su pasado. Todo se cuenta tras una capa de cierta indiferencia, la de aquel que sabe de las injusticias que suceden a su alrededor, pero que está tan acostumbrado a ellas, que las menciona con la certeza de su inmutabilidad.
Emili, con sus matices, es el mismo desde el principio al final de la novela. El personaje transmite de forma sincera cómo se sentía el autor tras los cinco años de internamiento, así como la mentalidad de alguien que se encuentra en una situación así, pero estos pensamientos no avanzan con el personaje. Lo mismo sucede con los demás personajes, que son realistas, pero tampoco evolucionan y se agarran a sus ideales como a un clavo ardiendo.
En esta ocasión, el realismo es una baza en contra del autor, porque si leemos, es porque el mundo nos aburre. La realidad es aburrida. Tiene sentido que no estemos ante una novela con una gran trama, pues en un campo de concentración el único cambio que puede haber en tu vida es perderla. Los prisioneros vivían en una monotonía indefinida, alternando sufrimientos físicos y psicológicos, con el desasosiego de la muerte inevitable. No hacían más que trabajar, soportar los más horribles tormentos y, en sus ratos libres, tratar de sobrellevar el dolor encerrándose en uno mismo.
Como os podréis imaginar, estamos ante una novela de tono intimista y costumbrista, que se centra mucho en la introspección y, curiosamente, en la política. No os podéis hacer a la idea de la política interna que hay entre los presos, los cuales se organizan incluso en sindicatos y en grupos políticos (anarquistas y republicanos). Siempre había creído que en los campos la gente era muy individualista, pero también es cierto que principalmente he leído sobre judíos. Al parecer, había algunas nacionalidades más privilegiadas que otras y los españoles estaban bastante bien valorados.
Emili se junta con el resto de prisioneros españoles y, pese a sus diferencias, hacen bastante piña y tratan de ayudarse unos a otros. Tampoco es que nos ofrezca una visión idealizada donde los españoles son unos santos, por supuesto que cada cual miraba en su beneficio propio y trataba de sobrevivir cuanto fuera posible, pero también había rangos y los traductores hacían de mediadores y ostentaban cierto poder y privilegios que les permitían conseguir unas mínimas mejoras en la calidad de vida. Toda esta parte de tejemanejes políticos y discusiones sobre ideologías y partidos se me ha hecho bastante aburrida. Entiendo que los personajes tenían que entretenerse con algo, pero personalmente no me ha aportado nada.
Como ya he comentado antes, Emili es el protagonista, pero hay un par más que rivalizan en importancia. La narración es en tercera persona y vacila entre seguir a unos personajes u a otros; depende de la perspectiva que quiera ofrecer y de aquello que le interesa mostrar. Me ha molestado esta narración, tanto porque no permitía centrarse, como porque resultaba artificial, como por el hecho de que no se indica mediante cortes cuando pasamos de un personaje a otro.
Principalmente, tenemos el punto de vista de otros prisioneros españoles que ocupan cargos de distinta importancia en el campo y que ofrecen un contraste ideológico. Los confundía a menudo y no sabía quién era quién, porque lo que los diferencia es principalmente la ideología política, cosa que me interesaba bien poco. El más destacable es August, pero solo por todo el poder que logró reunir, pese a ser un prisionero.
También tenemos el punto de vista de Hans Gupper, quien estaba al mando de todo el campo. No nos adentramos demasiado en su psicología y su punto de vista es solo una excusa para narrar determinadas escenas en las que Emili no estaba presente. De nuevo, el escritor se ve limitado a aquello que sabía sobre los comandantes nazis, por lo que no se adentra demasiado en el personaje. Por el mismo motivo, el desconocimiento, no hay casi ningún personaje femenino, algo que sin duda se ha echado en falta.
En general la historia es aburrida porque no hay trama y los personajes no resultan interesantes. El libro no se centra en las atrocidades del campo de concentración, sino que nos ofrece detalles de ello aquí y allá, naturalizando el día a día en el lugar. Como si estuviéramos ahí, el tiempo se siente denso, estático, como si alguien hubiera parado el reloj. Los días se repiten entre pequeñas variaciones de horror. He sentido como si alguien, desde dentro, nos narrara lo acontecido en el campo, más con voluntad documental, para que no quede en el olvido, que con la intención de narrar una historia.
A diferencia de lo que suele ocurrir, se habla muy poco de los judíos y de los hornos crematorios (pese a que a estos últimos les damos un vistazo bien de cerca), seguramente porque el autor tuvo poco contacto con ellos. Hay salpicadas aquí y allá pequeñas anécdotas, sucesos que podrían ser interesantes narrados por sus protagonistas, pero que se nos describen desde la distancia de alguien que lo ha oído contar, como la historia de los amotinados o los grupos de suicidas.
Por último, me gustaría dedicar un pequeño espacio para alabar la edición, de la colección Educació 62. Debido a su enfoque escolar, el libro incluye algún material complementario: un índice terminológico sobre palabras en alemán o concretas de los campos de concentración, bibliografía, lecturas recomendadas, propuestas de trabajo para ampliar cada capítulo y un estudio preliminar, de la mano de David Serrano. Este último me ha parecido un trabajo muy bien realizado, que se fundamenta en un gran análisis y una buena documentación. Permite comprender con más profundidad la complejidad de la obra y de sus personajes, además de ponerlos en contexto.
Se me hace difícil valorar un libro así. Por una parte, entiendo que es una obra de denuncia que pretende mostrar con cierta objetividad las vivencias de alguien que sufrió en un campo de concentración. Los culpables deben pagar y la historia no debe repetirse: para ello tienen que conocerse las atrocidades que tuvieron lugar, pero sin resarcirse en ellas por respeto. Mediante un personaje ficcionalizado, el autor nos relata su experiencia en un campo, pero se olvida del arte, por lo que la narración es sencilla, con un vocabulario asequible, pero sin alma. La trama, narrada en tercera persona y focalizándose en varios personajes, no sigue un hilo narrativo concreto más allá de relatar el día a día de los prisioneros, con alguna anécdota salpicando la historia. Es una obra tan realista que aburre. Además, contiene muchas digresiones políticas y filosóficas que hacen que la obra se vuelva densa y que, para el lector medio, carecen de interés. Tampoco puedes agarrarte a los personajes, porque no son nada del otro mundo y se diferencian sobre todo en sus ideologías políticas. No sabemos quiénes eran, solo quienes son, y eso hace que te sean menos cercanos. Veo el valor del libro, pero no ha sido para mí.
Cosas que he aprendido:
- He recordado la suerte que he tenido de haber nacido aquí en esta época.
- He conocido de cerca los repulsivos hornos crematorios.
- El ser humano es un animal sociable, da igual la circunstancia en la que se encuentre: tiende a agruparse.
Y ya para terminar, os dejo con mis avances en Goodreads:
PUNTUACIÓN...2'5/5!
Primeras Líneas...
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Me gusta leer sobre los campos de concentración, aunque sean un poco aburridas
ResponderEliminarIdò en este caso es una buena opción ;)
EliminarHola.
ResponderEliminarUf, ha sido ir leyendo tu reseña y cada vez saber aun mas que no es un libro para mi. Siento mucho que no hayas disfrutado mucho de él.
Nos leemos.
Lo entiendo. Aunque me gusta la temática, a mí se me hizo pesado. Otra vez será.
EliminarUn saludo,
Laura.