martes, 28 de mayo de 2024

Los reyes de la casa, de Delphine de Vigan

Me resistí mucho a crear una cuenta de Instagram para el blog: no conocía suficiente la red social, no se me da muy bien hacer fotos y no sabía muy bien que tenía que ver la fotografía con la crítica literaria. Al final me convencieron, pero, a diferencia de Twitter, donde formo realmente parte de una comunidad literaria, nunca he sentido que sea mi sitio. Miro las fotos (pero no los stories porque qué pereza) de la gente que sigo, pero pocas veces me detengo a leer el escrito que acompaña a la publicación. Publico fotos de mis lecturas, pero las acompaño con extractos de la reseña, no con textos exclusivos. 

Cuando más se aleja una red social de la palabra escrita, menos me atrae, por eso ni me he acercado a Tik tok. YouTube es también una plataforma que me resulta bastante ajena porque con los vídeos me cuesta mucho mantener la atención. Los pocos que visualizo son de recetas de cocina e intento que no tengan voz. G siempre se burla de mi desconexión y me llama milenial, pero qué se le va a hacer.

Debido a esto, soy bastante ajena al fenómeno de los youtubers, instagramers y tiktokers y solo me suenan algunos nombres por polémicas que han trascendido a otros medios, como el apoyo de las editoriales a estas celebridades. No entiendo la fascinación de la gente por estas cuentas ni la cercanía que llegan a sentir algunas personas por famosos con los que nunca han interactuado directamente. No siento ningún interés por conocer la vida de unos completos desconocidos ni me interesa el salseo. Es cierto que he creado lazos con personas de la comunidad literaria con las que nunca he interactuado en persona, pero nuestra relación de amistad se ha forjado a partir del diálogo, no con un intercambio unilateral.

Tampoco me han interesado nunca los reality shows porque no soporto la falsedad, el artificio ni los mensajes subliminales. Lo que sí que me interesa es comprender a los fans de estos programas y de estas cuentas, entender qué les empuja a ver un vídeo tras otro de la vida ficticia (porque aunque nos quieren vender que es natural, todos los vídeos están guionizados), a tragarse temporadas y temporadas de los mismos programas, pero con distintos nombres, en los que los participantes logran que dudemos de si realmente el ser humano es inteligente.

Que en parte lo entiendo: uno llega a casa cansado, agobiado por el día a día y solo quiere hundirse en el sofá y olvidarse de todo, posponer los problemas propios, cuya resolución requiere reflexión y nos afectan personalmente, y sustituirlos por problemas ajenos, que nos hacen sentir bien porque no son nuestra responsabilidad. Pero eso no justifica la fascinación, la pasión que sienten algunos por la telerealidad y los canales de YouTube. Por eso, cuando leí el argumento de este libro, me lo apunté sin dudar.

Título: Los reyes de la casa
Autor: Delphine de Vigan
Editorial: Anagrama
Título Original: Les enfants sont rois
Traducción: Pablo Martín Sánchez
Año de publicación original: 2021
Año de publicación en español: octubre 2022
ISBN: 9788433981264
Tapa: Blanda
Páginas: 344

Sinopsis:
Mélanie Claux y Clara Roussel. Dos mujeres conectadas a través de una niña. Mélanie ha participado en un reality show televisivo y es seguidora de sus sucesivas ediciones. Cuando se convierte en madre de un niño y una niña, Sammy y Kimmy, empieza a grabar su día a día y cuelga los vídeos en YouTube. Crecen en visitas y seguidores, llegan los patrocinadores, Mélanie crea su propio canal y el dinero fluye. Lo que al principio consistía sin más en grabar de tanto en tanto las andanzas cotidianas de sus hijos se profesionaliza, y tras la fachada de este canal familiar tierno y edulcorado hay rodajes interminables con los niños y retos absurdos para generar material. Todo es artificio, todo está en venta, todo es felicidad impostada, realidad ficticia.
Hasta que un día Kimmy, la hija de corta edad, desaparece. Alguien la ha secuestrado y empieza a enviar extrañas peticiones. Es entonces cuando el destino de Mélanie se cruza con el de Clara, policía solitaria sin apenas vida personal y que vive por y para el trabajo. Ella se hará cargo del caso.
La novela arranca en el presente y se extiende hasta el futuro cercano. Arranca con estas dos mujeres y se extiende a la existencia posterior de esos dos niños explotados. De Vigan ha escrito una narración perturbadora que es al mismo tiempo un thriller inquietante, un relato con pinceladas de ciencia ficción sobre algo muy real y un documento demoledor sobre la alienación contemporánea, la explotación de la intimidad, la falsa felicidad proyectada en las pantallas y la manipulación de las emociones.

Por qué este título...

«Con voz parsimoniosa, como una muñeca activada a distancia cuyas pilas empezasen a fallar, Kimmy aseguraba que le parecía genial contentar a los "happy fans" y "ver la felicidad en sus ojos". Con algo más de convicción, Sammy afirmaba que aquello era su sueño y que quería dedicarse a ello.
Radiante, Mélanie añadía: "Son sus palabras, ¿acaso se puede añadir algo más?"
Y luego, sonriendo de oreja a oreja, concluía: "¿Qué quiere usted? Son los reyes de la casa

Opinión:
Impresión: Ensayo encubierto

Me gusta explorar otras realidades, otras perspectivas mediante la literatura. En este libro conoceremos a Mélanie Claux, una ama de casa aficionada a los reality shows que ha alcanzado la fama con un canal de YouTube donde cuelga vídeos del día a día de sus hijos pequeños. Su contraparte es Clara Roussel, una policía desconectada del mundo digital que investiga la desaparición de la hija pequeña de Mélanie. A raíz de la investigación que está llevando a cabo, Clara se adentra en este mundo de exposición y sonrisas falsas, de seguidores y consumismo, con el objetivo de comprender el entorno de la niña y dar con su paradero.

 El público objetivo de esta novela son los lectores que, como Clara, desconocen por completo el mundo de los youtubers, en concreto, de los canales familiares, donde uno o ambos progenitores exponen la vida de sus hijos desde que estos son pequeños. En estas cuentas se sigue el día a día de toda la familia, cuya vida suele ser perfecta: no hay problemas familiares, tienen todo lo que podría desear, van frecuentemente de viaje o a distintos eventos, los padres ganan millones en publicidad, reciben productos exclusivos de marcas famosas para que los enseñen en sus vídeos, etc. Y esto es solo la superficie.

La autora ha hecho un estudio bastante completo sobre los entresijos de los canales familiares y poco a poco nos irá desgranando tanto su funcionamiento como las consecuencias psicológicas que conlleva este modo de vida en los más pequeños. Dicho así, parece que estamos ante un ensayo, pero la realidad es que todo esto está sazonado con una trama policial en la que se investiga la desaparición de Kimmy, la hija de Mélanie.

El objetivo de la novela es abrirnos los ojos a una realidad que es desconocida para muchos. Es cierto que se han publicado novelas con youtubers como protagonistas en los últimos tiempos, pero estos suelen ser adolescentes que empezaron en el mundillo por su cuenta, están enfocados a un público más juvenil y no inciden en la crítica social (más allá de hablar de los problemas de la fama). A mí esto de los canales familiares me sonaba ligeramente, pero creía que era un fenómeno puntual y exclusivo de Norteamérica. No podría ir más equivocada: estos vídeos están en auge y se consumen y producen por todo el mundo.    

La obra te introduce muy bien el tema de los canales familiares gracias a una protagonista que sabe tan poco como nosotros sobre el tema. Además de su propia investigación, conoceremos más sobre ello cuando entrevista a Mélanie, a los propietarios de otros canales similares y también a detractores que advierten del daño que causan tanto sobre los menores protagonistas como sobre los consumidores. A eso hay que sumarle un recurso que me ha gustado: con la excusa de escribir un informe sobre el canal de Mélanie, Clara nos describe de forma objetiva algunos de los vídeos y las secciones más populares.

Me ha parecido muy interesante descubrir esta explotación infantil que está tan normalizada, donde los niños muy pequeños son expuestos las 24 horas por sus padres, aquellos que deberían protegerlos, y cuya fama no les permite tener una infancia normal. Además, la legislación sobre este tema aún está en pañales y los niños están muy desprotegidos. Podríamos señalar al puñado de canales que han logrado verdadera visibilidad, pero lo verdaderamente preocupante son esos centenares de canales menores, con menos seguidores e ingresos, pero la misma explotación infantil.

La intención de la autora es buena, pero se le va de las manos. Me parece bien que la autora dé visibilidad a esta problemática, pero la crítica es demasiado incisiva. Es cierto que estos canales acarrean todo tipo de problemas psicológicos en los niños youtubers, que generan falsas expectativas sobre la vida a los consumidores y que, subconscientemente, te incentivan para consumir determinados productos. Pero no todo es blanco o negro y seguro que hay niños que disfrutan con ello y que no son explotados por sus padres. La autora demoniza estos canales y solo nos ofrece su cara más negativa. Me parece bien que se posicione en el debate, pero creo que debería haber dedicado cierto espacio a mostrarnos argumentos a favor de esta práctica.

Es verdad que tenemos a Mélanie, coordinadora del canal, como punto de vista, pero se nos muestra como un personaje patético, una víctima más de la sociedad de los likes. Está obsesionada con los seguidores y eso la ciega hasta el punto de que no ve el sufrimiento de sus hijos, pese a que es obvio para el lector. Desde el primer momento te dan a entender que la actitud de Mélanie no es correcta y que lo que hace es solo para su propio beneficio.

No solo falta ahondar en puntos de vista contrarios, sino que también ha faltado profundidad en muchos aspectos: no se explica claramente cuál es la legislación vigente; no vemos el esfuerzo técnico, comercial e interpretativo de mantener estos canales; no hay interacción entre la madre y sus hijos donde expresen cómo se sienten, etc. Ha sido interesante para conocer el fenómeno, pero me he quedado con muchas ganas de más. En la obra, solo se sientan las bases de esta problemática, y aun así, se habla tanto de ello, que la trama se deja muy de lado.

Ya desde un principio me sorprendió que esta autora, a quien tenía por una escritora intimista, publicara un thriller de corte comercial, y más con Anagrama. El misterio se resuelve pronto: la novela se centra en exclusiva en la crítica a los canales familiares y la trama es una excusa para hablar de lo que le interesa a la autora. El caso está bien planteado y quieres saber qué ha ocurrido con la niña, pero no tenemos sospechosos ni pistas. Enseguida te das cuenta de que la investigación no va a ir a nada: las entrevistas sirven para conocer variedad de opiniones sobre estos canales y la búsqueda se centra en exclusiva en estudiar el canal de Mélanie. Como mínimo, pensaba que esto último tendría alguna relevancia argumental (que fuera sospechoso alguien que aparece varias veces de fondo en los vídeos, comentarios amenazadores, etc.) pero no se extrae ninguna conclusión de ahí.

A eso hay que sumarle la artificiosidad. Hay muchos diálogos artificiales en los que Clara le cuenta a otras personas cómo funcionan los canales familiares, así como monólogos internos en los que ella reflexiona su peligrosidad. Todas estas reflexiones son interesantes, pero el artificio se nota y dejas de creerte al personaje porque solo escuchas la voz de la autora. Entiendo que la autora decidió escribir una novela en lugar de un ensayo porque permite conectar más con el público general, pero no ha sabido equilibrar ambos formatos y la crítica se come todo lo demás. No se salvan ni los personajes, que quedan completamente desdibujados.

Sabemos muy poco de Clara, más allá de sus impresiones respecto al caso. Está bien esbozada, pero se queda en eso. Hija de unos padres analógicos y revolucionarios, ha tenido varias parejas, pero lleva varios años sola. No se siente feliz en su soledad, pero la ha aceptado y se vuelca en su trabajo. Todo esto nos lo cuentan, pero no nos lo muestran. Por ejemplo, nos dicen que es muy meticulosa con la expresión lingüística, pero en su forma de expresarse no se nota esa precisión léxica ni corrige a nadie en ningún momento. El personaje está bien caracterizado, pero es un fantasma cuyo único propósito es exponernos un tema.

Mélanie, en cambio, se explora con más profundidad. Con el objetivo expreso de comprender la mentalidad de una persona capaz de abrir un canal familiar, exploraremos la psicología de Mélanie, una mujer como cualquier otra, pero que tuvo la oportunidad de alcanzar la fama y no la desaprovechó. Nuestra sociedad moderna ha abandonado la esclavitud de la etiqueta para caer en manos de otro amo: el reconocimiento social. Si no te conocen, no eres nadie. Si no tienes validación externa, no vales nada. Lo que empuja a los creadores de este contenido es la promesa de la fama y el dinero, pero también la posibilidad de poder vivir una ficción en la que tu mundo es perfecto. En el caso de los espectadores, no solo sienten que conocen a esas personas como si fueran de su propia familia, sino que esos vídeos alimentan sus esperanzas de tener una vida de ensueño que en realidad no es más que una ficción. 

A diferencia de lo que viene siento la tónica general, la relación de Mélanie es positiva. Lleva muchos años casado con un hombre que la apoya y que incluso dejó atrás su prometedora carrera para embarcarse en el negocio audiovisual de Mélanie y se encarga de toda la parte técnica y de edición de los vídeos. Son un matrimonio que tiene sus más y sus menos, unidos más por su proyecto de vida que por verdadera pasión. Por desgracia, el padre aparece en muy contadas ocasiones, pese a que debería tener la misma importancia que Mélanie y no conocemos ni su perspectiva ni sus sentimientos, porque tiene pocos diálogos.

Por desgracia, lo mismo pasa con los hijos de Mélanie, Sammy y Kimmy, las víctimas sobre las que gira toda la novela. Ambos quedan muy desdibujados porque aparecen en muy pocas escenas y casi no intervienen. Me parece que su testimonio es clave para comprender cómo se sienten los niños que protagonizan estos canales, pero, al igual que en la vida real, en la novela no tienen ni voz ni voto. Me ha gustado que al final haya un salto temporal y veamos qué repercusiones ha tenido este modo de vida en su desarrollo, pero eso no es suficiente para que los comprendamos.

La resolución del caso es un poco decepcionante porque es bastante clemente, teniendo en cuenta todo lo que podría haber pasado, y porque la policía tiene una participación nula en el desenlace. Eso sí, la última parte, donde echamos un vistazo al futuro, me ha parecido que ofrecía un buen cierre.

Creo que no he vendido muy bien la novela y que os vais a sorprender ante mi puntuación. Como novela de misterio, la obra deja mucho que desear, porque la investigación es poco eficiente y no hay ni sospechosos ni pistas. Eso sí, el misterio resulta entretenido y hace que toda la información que aporta la novela sobre los canales familiares sea mucho más digerible. El problema es que se deja de lado la parte más emocional y personajes que deberían ser relevantes, como el padre o los niños, aparecen muy poco. Además, la crítica se come la obra, hasta el punto de que muchos diálogos o monólogos son exposición para el lector. Me ha gustado como ensayo introductorio porque sienta muy bien las bases de la crítica a la exposición de menores por Internet, así como hace un buen retrato de la psicología tanto de los padres como del público que consume estos contenidos. La novela está bien escrita, con un lenguaje asequible y sirve para advertir de los peligros de una práctica que es desconocida por muchos. Eso sí, me hubiera gustado mucha más profundidad, para que la crítica llegara a aquellos que consumen y producen estos vídeos, así como una perspectiva menos parcial, porque la autora solo destaca los aspectos más negativos de estos canales, sin dejar que seamos nosotros quienes los juzguemos.

Cosas que he aprendido:

  • Qué son los canales familiares, su popularidad y la poca protección legal que tienen los niños expuestos por sus padres en la red.
  • Comprender mejor qué impulsa a las personas a producir y consumir este contenido.
  • Los canales familiares son una evolución de los reality shows.

Aquí podéis ver mis avances en Goodreads:




PUNTUACIÓN...4/5!

Primeras Líneas...

8 comentarios:

  1. No conocía este libro, pero la verdad es que me parece una temática interesante y sobre todo si has conseguido sacarle tanto jugo, es que de verdad vale la pena.

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    1. TOP TOP. La portada no es nada llamativa y ha tenido poca promoción, pero el tema es muy interesante.

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  2. Yo cerré mi cuenta de Instagram porque me generaba demasiado trabajo y con los blogs y webs ya voy a tope.
    Curioso que sacarán este libro cuya temática está a la orden del día.
    Un abrazo

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    1. Estoy de acuerdo. Las redes me llevan mucho trabajo, pero también me gusta estar un poco al día de lo que se cuece por el mundillo literario.

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  3. ¡Hola, Laura! :D Primero que nada: te prohíbo que digas que no sabes hacer fotos -.- No sigo tu cuenta solo porque seas mi amiga, la sigo porque me encanta tu forma de conectar los libros con los objetos o escenarios que utilizas para las fotos. Eres original y no te limitas a hacer fotos iguales en las que solo cambia el libro (muchas cuentas hacen eso y dejo de seguirlas porque me aburro...).
    Yo a TikTok tampoco me acerco y Youtube lo utilizo para ver trailers, escenas o vídeos relacionados con series o películas que me gustan o para poner vídeos musicales y escucharlos mientras hago algo.
    En un reality show no todo es guionizado. Yo antes los veía más, pero no todo se puede planificar. Puede que al principio sí, pero cuando ya llevan semanas o meses de convivencia, es inevitable que muestren su verdadera cara y que sean más espontáneos.
    Lo de seguir a famosos... bah, por cotilleo admito que sí miro algunas publicaciones de algunos, pero tampoco soy de idolatrar a nadie o desear algo solo porque esa persona lo promocione.
    Hoy en día creo que ya no es así, es decir no venden solo el lado perfecto de su vida. He visto publicaciones de famosos en las que también tienen sus bajones y todo eso, pero la exposición de sus hijos sí que me parece grave. Como adulto, haz lo que te dé la gana. Pero mostrar de manera exhaustiva el día a día de unos menores... no solo es peligroso, sino que no permites que ese menor tenga privacidad o que pueda decidir lo que otros saben sobre él o sobre ella.
    Yo he visto noticias relacionadas con los instapapis o instamamis y... madre mía, es que no se guardan nada. En España hay muchísimos y también he visto noticias en las que se dice que ellos saben que incrementan su público con cada embarazo o publicación sobre hijos, así que le sacan partido a ese asunto sin pensar en las consecuencias o en que sus hijos se conviertan en objetos de debate.
    Me gusta tu reflexión sobre la explotación infantil y lo poco legislado que está este asunto. Es como si tuvieran miedo de hacer una ley verdaderamente fuerte solo para no enemistarse con los que venden la vida de sus hijos o con sus miles de seguidores.
    Es una pena que la autora no supiera equilibrar los formatos que mencionas y tampoco lograra crearle una voz más natural a sus personajes. Para hacer eso tan artificial, podría haber hecho directamente un ensayo y no hubiera estado mal.
    "Los canales familiares son una evolución de los reality shows" TOP TOP TOP. Muy bien definidos. ¿Sabes lo que me gustaría? Ver lo que opinan esos niños dentro de unos años. Es decir... al haber crecido viendo su exposición como algo normal, ¿serán también creadores de contenido y lo verán como una forma más de vida? Sería interesante ver si es así o si, por el contrario, acaban sintiendo rencor por aquellos que los han expuesto y son incapaces de sentirse seguros por la falta de privacidad que tuvieron en su niñez.
    Aunque veo que tiene sus más y sus menos, le das buena puntuación y me atraen algunas cosas que mencionas, así que no lo descartaría :D
    ¡Saludos y muy buena reseña, has analizado la novela con bastante detalle! ;-)

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    1. ¡Hola! Sabía que te llamaría la atención este libro, porque sé que has seguido algunos de esos realities.
      1. Jó, pero qué mona eres... ¡Muchas gracias! Me alegro de verdad que te gusten mis fotos. A mí me parece que tengo buenas ideas, pero no sé cómo hacer que quede realmente bonito... Coincido en que algunas cuentas ponen el mismo fondo con libros distintos y a veces me pregunto si es una foto de verdad o todo es digital. Esas son las que menos me gustan.
      2. De YouTube también miro trailers, pero pocos.
      3. "En un reality show no todo es guionizado." No todo, pero sí la mayor parte. A partir de un guion, los actores improvisan. Y es verdad que al cabo de unos meses muestran sus verdaderos colores y suelen ser más ellos mismos, pero por norma general son personas seleccionadas porque son tal y como los quiere el programa.
      4. "He visto publicaciones de famosos en las que también tienen sus bajones" Sí, es cierto, pero parte de eso es fingido también (solo parte y dependen de la cuenta). En la novela la prota intenta mostrar su parte más vulnerable porque así gana más seguidores.
      5. TOP TOP a tus comentarios sobre los padresque graban a sus hijos. Antes de esta novela, de verdad que no sabía que era algo tan popular...
      6. TOP a lo de que hubiera podido escribir un ensayo, pero entiendo que entonces no llegaría al público al que se orienta la obra. Hoy en día la gente de a pie no lee ensayos (excepto autoayuda).
      7. "¿Sabes lo que me gustaría? Ver lo que opinan esos niños dentro de unos años." De eso hay un poco en la novela. Hay varios capítulos centrados en el futuro.
      8. Me alegro de que te haya gustado la entrada^^

      Happy besis,
      Laura.

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  4. ¡Hola! por fin encuentro un post en el que poderte comentar, porque ya sabes que no solemos coincidir en nuestros gustos de las lecturas que elegimos, somos muy distintas. Me leí esta novela hace no mucho porque esta autora (que suele ser intimista, sí) me encanta, me he leído varios suyos. No coincido contigo en muchas de tus opiniones, a mi me ha gustado mucho la idea de plasmar el problema de padres que graban y usan a sus hijos con fines comerciales, claro que podría haberse profundizado mucho mas, siempre se puede, pero probablemente la extensión habría sido excesiva y para ser novela pues me ha parecido bien tal cual está (otra cosa es que se decida a hacer un ensayo, ahí ya se puede profundizar, mostrar otros puntos de vista, etc, no se puede abarcar todo sobre un tema en una novela,, hay que elegir qué se quiere plasmar) pero convertido el tema en historia novelada, pues me ha encantado.
    De todas formas me ha encantado leerte, has hecho na reseña muy profunda
    Besos

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    1. ¡Hola, Marian!
      Mi pareja siempre se burla de mí, porque vivo en una constante contradicción: los libros intimistas me aburren, pero los demás me parece que carecen de profundidad. Me cuesta mucho encontrar alguna novela que sea un término medio y me gusta leer tu blog porque me permite orientarme y ver qué novela podría ser más de mi estilo (además de que sueles traer novelas bastante desconocidas). Es normal que te haya costado encontrar alguna coincidencia porque me decanto más por la fantasía. Otras novelas intimistas que me han gustado y que no sé si has leído son Tienes que mirar, de Anna Starobinets (sobre el aborto) y De acero, de Silvia Avallone (sobre la juventud de los barrios bajos de Italia).
      No, si ya ves la puntuación, a mí la novela y el tema también me han gustado mucho, y aunque hubiera preferido que no fuera tan introductoria, entiendo que es así por el público al que va dirigida. ¿No te pareció que la información era muy artificial? Eso es lo que más me ha fallado.
      Por otra parte, este es un buen ejemplo de novela intimista que me gusta. ¿En "Todo muere salvo el mar" el tono es tan ameno como aquí?

      Un saludo,
      Laura.

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"Sabes que has leído un buen libro cuando al cerrar la tapa después de haber leído la última página te sientes como si hubieras perdido a un amigo." Paul Sweeney