¡Hola a todos!
martes, 30 de enero de 2024
Balance lector 2023
viernes, 26 de enero de 2024
Por si las voces vuelven, de Ángel Martín
Son las seis de la tarde y estoy sola en casa.
De la calle, se oye el rugir ocasional de los coches, voces amortiguadas de gente que va y viene, el correteo de unos niños. Una silla rechina al otro lado de la pared y alguien tose. La casa, vieja como el tiempo, se sacude el polvo y las vigas se estremecen. Ante el silencio de la estática, restriego los dedos nerviosa y, con el movimiento, la mesa cruje. A mi lado, el televisor encapotado solo emite mi reflejo y el móvil resta mudo.
Nadie me llama, nadie me habla, nadie me escribe. No veré a mi familia hoy, mis amigos están ocupados y mi pareja no llegará hasta tarde. Cierro los ojos y la noche oculta tras mis párpados me recuerda a ese instante ingrávido, de absoluta calma, justo antes del sueño. Al abrirlos, mi mirada se pierde en la pared vacía; como siempre, sueño despierta y me pierdo en reflexiones estériles. De tanto en cuando, mis labios esbozan una sonrisa ante el recuerdo fugaz de un pasaje especialmente divertido de mi última lectura. Entre pausa y pausa, mis dedos escriben este monólogo que ansía convertirse en diálogo.
Son las seis y media de la tarde y estoy sola, pero no me siento sola, porque sé que en cualquier momento podría llamar a mi madre y charlar con ella, que podría escuchar los amigables mensajes que esperan pacientemente una respuesta, que por la noche vendrá G, a quien le contaré qué tal mi día. Lo que importa es que sé que hay gente que me quiere, que abraza mis defectos, que estará ahí para sostenerme cuando haga falta.
No siempre fue así. Hubo un tiempo en el que los libros se convirtieron en un refugio contra la soledad y el silencio. Hubo un tiempo en el que sonreía por fuera y lloraba por dentro. Hubo un tiempo en el que me escudé tras un personaje que representaba quién quería ser y no lo que era. Pero no puedes huir para siempre: aunque los demás no pueden hacerte daño cuando te lo guardas todo dentro, tú te rompes poco a poco, porque las palabras que no se dicen envenenan nuestros pensamientos hasta que terminan por consumirnos.
Aparentar es fácil, porque desde detrás de una pantalla no se ven nuestros ojos tristes ni cómo las risas no llenan nuestra boca. Además, la gente ni siquiera te pregunta en serio si estás bien, seguramente porque no sabrían cómo lidiar con una negativa. En cambio, exponerse es todo un reto, porque al mostrar a los demás cómo te sientes, no solo te arriesgas al rechazo, sino que les das poder sobre ti (a partir de ese momento pueden golpear donde más te duele), pero también les das la oportunidad de entenderte y de que te ayuden a sanar. Es muy difícil confiar, y más cuando te han herido tantas veces que ya no hay espacio para más puntos de sutura, pero es la única forma de seguir adelante. Si no haces algo, llegará un momento en el que tu cabeza hará clic y te romperás por completo.
Aunque cada vez son menos tabú, aún hay mucho desconocimiento acerca de las enfermedades mentales, porque creemos que son cosas que les pasan a otros, a gente que abusa de las drogas o que nació con algo que no funcionaba bien en su cerebro. Nada más lejos de la verdad: si no te cuidas, si no gestionas tus emociones, si no dejas que los demás te ayuden, a la larga, tu mente pagará la factura. Y no será barata.
Eso fue lo que le sucedió a Ángel Martín, el autor de Por si las voces vuelven (el libro que pretendo reseñar hoy, aunque no lo parezca). Esta obra no es una novela, sino el relato de lo que sufrió el autor en 2017 cuando se volvió loco y tuvo que ser ingresado por un brote psicótico. ¿Y eso qué es? Las personas con psicosis pierden el contacto con la realidad, tienen delirios (creencias que no se basan en la realidad) y alucinaciones (ven, escuchan y sienten cosas que no existen). En el caso de Ángel, para empezar, creía que el Universo le enviaba señales que guiaban sus pasos:
Dejar toda tu vida en manos de señales que se ha inventado tu cerebro puede parecer una locura, pero, ¿acaso nunca habéis decidido algo a raíz de "una señal" completamente desligada del problema? ¿No confiáis irracionalmente en un número de la suerte o en un objeto muy querido? ¿No tenéis un ritual para aseguraros de que todo salga bien (cómo que gane vuestro equipo favorito)? No hay nada de malo en dejar algunas decisiones menores al azar o en tener alguna creencia irracional; el problema surge cuando tienes una fe ciega en ello y dejas que la irracionalidad rija toda tu vida, cuando para ti, esas relaciones entre elementos son perfectamente lógicas:
Como veis, Por si las voces vuelven es una obra que me ha calado hondo y, aun así, soy capaz de ver que no es perfecta. Por una parte, he notado cierto caos en la narración, porque a veces pasa de un tema a otro sin ton ni son, mientras que en otras cambia el rumbo de la narración cronológica. El libro está ordenado en capítulos que no son del todo cronológicos ni están del todo centrados (es lo que tiene ir hilando un tema con otro). En consecuencia, uno puede sentirse algo perdido y le puede resultar difícil recordar el orden de algunos acontecimientos o anécdotas.
Por otra parte, al ser una obra tan personal, esperaba que se profundizara mucho más en el autor. Con esto no quiero decir que esperase una biografía, ni mucho menos, pero sí que explorara más tanto sus emociones como su propia psique, porque la obra no aclara qué hace que alguien acabe así. Queda claro que el consumo de drogas tuvo que ver, pero también especifica que esa no fue la raíz del problema. Entiendo que hablar de ello supondría hablar de sus relaciones con su entorno (amistades, familiares, conocidos) y no quiere hacer pública una información que implica a terceros, pero me parece clave incidir en las causas para prevenirlas. Quizás en la segunda novela, Detrás del ruido, que ha publicado hace poco, ahonde en ello.
Tengo ambos libros en la estantería, y encima firmados, pese a que cuando lo empecé, no tenía ninguno. Mi primer acercamiento a esta obra fue un audiolibro de la biblioteca. Enseguida me di cuenta de que escucharlo era un error porque, no solo no podía prestarle la merecida atención (escucho los audiolibros al mismo tiempo que hago tareas mecánicas, como conducir), sino que, al tener las manos ocupadas, no podía marcar fragmentos. Quise pasarme a la versión en papel y mi amiga me prestó su ejemplar, pero una vez tuve la obra en mis manos, no me vi con fuerzas de abandonar el audiolibro: el narrador es el propio autor, quien tiene buena voz, habilidades comunicativas y transmite el tono de la obra mejor que el texto escrito, gracias a las inflexiones de voz, las pausas y el ritmo de lectura.
Compaginé la lectura en ambos formatos y eso hizo darme cuenta de que este audiolibro no es una lectura literal del libro, sino que adapta cosas (es consciente de que es un audiolibro y que lo estamos escuchando, no leyendo) y en los momentos de mayor emoción, el narrador-autor improvisa y añade frases o palabras que no están en la versión en papel, porque se ha dejado llevar por el momento y no ha querido repetir la grabación. Cuando hube terminado de llenar el libro de mi amiga con post-its, casualmente vino el autor a firmar a la ciudad mientras yo estaba por ahí, así que decidí comprar las dos obras. Me parece un libro que merece ser consumido en los dos formatos: el audiolibro te permite disfrutar de toda la emoción, mientras que la lectura textual, más sosegada, favorece la reflexión.
A riesgo de reproducir todo el libro, lo mejor será que vaya cerrando el chiringuito. Por si las voces vuelven es el relato de Ángel Martín sobre su relación con la locura. Para que podamos entender cómo ve el mundo alguien con un trastorno (un brote psicótico, en su caso), el autor nos cuenta cómo su estado mental fue empeorando. Ingresó en un hospital y, al salir, no se sentía bien, porque le corroían la apatía, el miedo y la inseguridad, pero poco a poco, se levantó de nuevo. Es un relato muy emocional que abandona la estructura tradicional de las novelas para adoptar una forma similar al podcast. Pese a la sinceridad de las palabras del autor, no se resarce en el drama, sino que ofrece su historia desde una óptica optimista con la que pretende normalizar estas enfermedades sin banalizarlas. El tono es humorístico, cercano y personal (muchas veces incluso interpela al lector), con lo que logra captar la complicidad del otro. No suelo fiarme de los libros escritos por famosos, pero con este me he llevado una muy grata sorpresa. Es un libro valioso, porque ayuda a romper los tabús relacionados con las enfermedades mentales, ofrece un apoyo a aquellos que lo están pasando mal y hace que cualquiera que lo lea se replantee el rumbo que sigue su vida.
- Cómo se ve la realidad desde el filtro de la locura.
- Cómo alguien que está mal de la cabeza puede ocultarse a plena vista.
- El hospital te ayuda, pero no te cura del todo.
- Recursos útiles para cuando te sientas hundido.
- Comprender mejor a personas que han tenido un brote psicótico.
- Un brote psicótico no te vuelve violento.
lunes, 22 de enero de 2024
Mejores y peores lecturas 2023
¡Hola a todos! Llevo un poco de retraso con estas entradas especiales, porque suelen publicarse a principios de enero (o a finales de diciembre, cosa que no entiendo, porque hasta el último día tienes la oportunidad de toparte con la mejor lectura del año), pero más vale tarde que nunca, así que a lo largo de las próximas semanas publicaré también un balance lector y un poco de resumen del año en general.
El caso es que antes de todo eso me gustaría presentaros un TOP 3 de mis mejores y peores lecturas del 2023, no fuera cosa que os hayáis perdido alguna de las reseñas que he ido publicando. Como ya en su momento me explayé largo y tendido, esto será solo un comentario breve (siempre digo lo mismo y no sé cómo, pero termino escribiendo un testamento) sobre por qué debéis lanzaros a por mis favoritos o descartar los otros nada más verlos. Además, si os perdisteis la entrada completa, os informo de que si hacéis click en el título del libro, el enlace os llevará a la reseña correspondiente, si es que la hay.
Para mi sorpresa, este año me ha resultado difícil escoger entre las tres mejores, porque he topado más buenas lecturas de lo que viene siendo habitual. Iba a incluir La princesa prometida, pero como era una relectura, he preferido enseñaros libros diferentes. En el caso de las peores lecturas, ha sido también difícil escoger porque este año he abandonado muchos libros, así que al final no ha habido tantas malas lecturas como en años anteriores. Por eso, he escogido los tres que más me enfadaron.
La guerra no tiene rostro de mujer, de Svetlana Alexiévich
Beastars, de Paru Itagaki
Voz, de Christina Dalcher
Reino de fieras, de Gin Phillips
Cese de alerta, de Connie Willis
El apagón, la novela anterior a esta, dejaba muchos cabos sueltos, pero yo tenía fe, porque no era muy difícil de resolver. El problema es que a esta novela le sobran 400 páginas de las 600 que tiene. Pasaba una página tras otra, pero no pasaba absolutamente nada. Solo sentía cómo los mismos monólogos y las mismas situaciones se repetían una y otra vez. Los personajes se agarran como a un hierro ardiendo a una teoría sobre los viajes en el tiempo que yo tenía claro que era incorrecta desde la novela anterior, porque no tienen ninguna prueba que la respalde. Por muchas estrategias que inventen, sabemos que ninguna irá bien hasta el final, así que no sientes ningún interés por lo que pasa entre medias. La novela anterior tiene un final muy abierto, pero es mejor que someterse a este suplicio. La autora debería haber recortado y publicado ambos libros juntos.
jueves, 18 de enero de 2024
Naruto (Tomos I-IV), de Masashi Kishimoto
De pequeña, veía tanto El detectiu Conan como One piece en televisión. Por un motivo u otro, en determinado momento dejé de hacerlo, pero hace un par de años volví a subirme al carro y ahora los llevo bastante al día. Naruto también lo emitían en televisión, pero nunca me interesó, quizás porque me topé con algún capítulo más violento, porque no fui capaz de cogerle el hilo, porque el mundo ninja me era muy ajeno o porque no lo emitían en una franja horaria adecuada.
El caso es que hace unos meses, G decidió releer todo Naruto, que para algo lo tiene en la estantería. Le gustó tanto que me animó a leerlo, pero ¡cómo iba a animarme yo a leer 72 tomos, si los 22 de Beastars ya me dejaron agotada! No solo la historia no me llamaba la atención, sino que leer manga me cuesta mucho, y más si hay batallas, porque mi ojo no está entrenado. Ante la insistencia de G, que pretendía contarme la historia de pe a pa una vez la hubiera terminado, decidí darle una oportunidad al anime.
Me vi los primeros 20 capítulos y tuve más que suficiente. Tiene algunas similitudes con One piece, pero los personajes son mucho más jóvenes. No voy a reseñarlo, pero me pareció bastante insoportable: el ritmo es lento, los doblajes no son nada del otro mundo, el humor es cansino, Sakura es una inútil dependiente, Naruto es infantil, molesto e insufrible, no se profundiza en el mundo y la trama es sencilla.
G lanzó un alegato en defensa de la versión manga y, tras escucharle machaconamente durante varios días, decidí darle una oportunidad. La reseña de hoy es de los primeros cuatro tomos (equivalentes a los capítulos que vi del anime) y aunque no he quedado plenamente satisfecha, tengo intención de leer un par más, hasta terminar el siguiente arco (ni loca voy a leerme los 72 tomos). Ha sido mucho más llevadero que el anime, sin duda, y los problemas que tenía se han visto atenuados, pero me cuesta mucho seguir la acción y la trama sigue sin llamarme la atención.
Traductor: Daruma Serveis Lingüistics, S.L.Formato: 11.5 x 17 cm
Editorial: Planeta Cómic
ISBN: 978-84-16401-93-2Páginas: 192
Fecha de publicación original: 1999
Título: Naruto
Autor: Masashi Kishimoto
Sinopsis:
En la Villa Oculta de la Hoja, un chaval de lo más problemático que estudia en la escuela de ninjas, Naruto, se dedica a urdir gamberrada tras gamberrada.
El sueño de Naruto es el de llegar un día a heredar el nombre de Hokage, reservado a los grandes héroes y de convertirse en el mejor ninja de todos los tiempos.
¡¿Podrá Naruto llegar a cumplir sus anhelos de grandeza?!
Opinión:
Os cuento un poco de qué va esto. Naruto es un chico muy revoltoso de doce años que vive en la Villa Oculta de la Hoja y que está entrenando para ser un ninja. No es demasiado habilidoso y su actitud problemática hace que sea rechazado por el resto. Debido a un incidente, descubre que en su interior alberga al Zorro de nueve colas, una criatura que muchos años atrás provocó la devastación en la región. Naruto consigue graduarse y pasa a formar parte de un joven grupo ninja, formado por Sakura (de la que está enamorado), Saske (un joven misterioso con grandes habilidades) y el maestro Kakashi. A partir de aquí veremos cómo Naruto se crece como ninja, los lazos que establece con los demás miembros del grupo y cómo su visión idealizada del mundo ninja choca con la cruel realidad.
El primer capítulo (capítulo, no tomo) me pareció un poco abotargado, porque en esas pocas páginas narran todo lo que he explicado hasta la graduación de Naruto. Entiendo que en caso contrario la historia tendría un ritmo muy lento, pero me hubiera gustado que el inicio incidiera más en la soledad de Naruto, el rechazo social y la presentación del mundo. En su lugar, como todo sucede muy rápido, muchas cosas quedan tan solo esbozadas. Por ejemplo, esperaba que cuando Naruto descubre lo del Zorro de nueve colas, reaccionara de alguna manera en el siguiente capítulo, pero para nada: ni pregunta, ni exige explicaciones, ni se emociona, ni se enfada porque le han engañado toda su vida. Es cierto que Naruto se nos ha mostrado como un chico muy despreocupado, pero no es una reacción lógica.
Los siguientes capítulos se centran en la relación de Naruto con el resto del grupo, Saske y Sakura. Las dinámicas y choques entre los tres me han parecido bien establecidas en el examen de Kakashi, porque nos muestra todo el trabajo que queda por delante hasta lograr que sean un equipo unido. El problema es que tras este encontronazo inicial, se cuenta que trabajan en misiones sencillas durante tres semanas, pero no vemos cómo ese tiempo afecta a su dinámica, sino que tenemos que suponer que se refuerza lo establecido.
A partir de su primera misión seria, evoluciona la relación de enemistad entre Naruto y Saske, así como el propio Naruto, porque se percata por primera vez de la realidad de los ninjas, que son tratados como meras herramientas. Me ha gustado mucho más esta parte, tanto por lo interesantes que resultan Zabuza y Haku, como porque los protagonistas maduran, aunque sea solo un poco. El ritmo entre escenas está bien medido y hay mucha más acción y batallas, algo que me ha resultado difícil de leer, no porque el dibujo sea confuso (aunque hay viñetas que podrían ser más claras o tener más detalle), sino que no estoy acostumbrada a los mangas de acción y me costó un poco de seguir, y eso que había visto el anime primero. Lo mejor de las batallas es que no vence el más fuerte físicamente, sino que son batallas dialécticas, en las que se trata de comprender al otro, y también estratégicas, porque nuestros protagonistas no son demasiado fuertes, en especial Naruto.Naruto tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Es verdad que en el manga no resulta, ni por asomo, tan insoportable como en el anime, pero tiene una actitud muy infantil, es cabezota y se enrabieta con facilidad. Es lógico que su historia empiece en este punto, porque irá creciendo y madurando, pero no me ha parecido que tuviera una personalidad suficientemente atractiva. Lo que sí que me ha gustado es su persistencia, porque por muy incompetente que sea con la mayor parte de las técnicas ninja, él no se rinde y sigue entrenando. Además, me gusta que, pese al poder que tiene latente, no sea alguien verdaderamente poderoso ni superior al resto; Saske demuestra mucha más habilidad que él.
Este último es un personaje bastante misterioso y solo sabemos tres cosas de él: que tiene una gran fortaleza, que es el único que queda de su clan y que quiere matar a su hermano. Muestra una actitud fría e indiferente ante el mundo, pero esta empieza a resquebrajarse, poco a poco, a medida que crea vínculos con los demás.
De los tres, Sakura es la menos interesante con diferencia, porque sufre el síndrome de la mujer florero: no tiene un verdadero papel activo en la trama y su única caracterización es que odia a Naruto y está enamorada de Saske. Está bien que las mujeres puedan ser ninjas sin que haya discriminación, pero no basta con eso. Ojalá Sakura tenga un papel importante más adelante, se reafirme y deje de depender de los hombres.
En cuanto a los secundarios, algunos son más interesantes que otros. Mientras que los habitantes del País de las Olas no me han llamado la atención, tanto el maestro Kakashi como los antagonistas son prometedores. Kakashi se muestra torpe y despistado, pero no es más que una fachada, porque en realidad es muy perspicaz y siempre va un paso por delante. En el caso de Haku y Zabuza ofrecen una interesante perspectiva del mundo ninja, mucho más violenta y cruel, porque no son más que armas que actúan bajo las órdenes del mejor postor. Los sentimientos, solo son un estorbo para un ninja cuyo único propósito es cumplir la misión que le han encomendado. ¿Es posible actuar fríamente, con total despreocupación por el bienestar de los tuyos? ¿Es Zabuza un villano por aceptar el dinero de un magnate que quiere controlar el País de las Olas? A Naruto le han encargado proteger a un hombre, pero podrían haberle ordenado que lo matara, como sucede con Zabuza. ¿Eso le convertiría en malvado? Las reflexiones son muy interesantes y el final es muy emotivo.
En cuanto al tema del worldbuilding y el mundo ninja, la información que han dado es bastante superficial, no porque sea un misterio (los personajes deberían saber cómo funciona su mundo), sino porque no ha sido relevante mencionarlo por el momento. Entiendo que el autor no haya querido hablar en profundidad de la política de las distintas naciones y villas, pero sí que hay unos mínimos que me parecen necesarios, como una configuración general del mundo y de la Villa Oculta de la Hoja en particular, los deberes de un ninja, el código moral que rige su conducta, la presentación de los poderes de los que disponen... Naruto pregunta de tanto en tanto, porque nunca estaba atento en clase y no conoce el mundo que le rodea, pero escudarse en su ignorancia me parece artificioso. Seguramente todo esto se desarrollará más adelante, pero me hubiera gustado que todo quedara claro desde el principio.
En cuanto al dibujo, no está mal sin ser nada del otro mundo. El trazo es sencillo y hay pocos fondos, pero algunas viñetas son muy buenas debido a la emoción que transmite la expresión de los personajes en determinados momentos. Las escenas de acción me han parecido algo caóticas, pero ya os he dicho que era cosa mía, y me he perdido especialmente en las onomatopeyas, que no se traducen, por lo que solo ves garabatos en pantalla.
Una cosa que sí que me ha gustado de la edición y que espero que siga apareciendo en los siguientes tomos son los comentarios del autor. Algunos están relacionados con el manga, mientras que otros se refieren a historias que no llegaron a publicarse nunca. Por norma general, me resulta indiferente la vida del autor, pero en este caso no nos habla de su color favorito o de cómo se planifica, sino del mundo de los mangakas y de la génesis de esta historia.
Puede que en esta reseña suene algo desencantada, porque en parte ha sido así. Naruto me parece una historia muy buena que te permite conocer la sociedad ninja, al mismo tiempo que hace que te cuestiones la ética de las normas impuestas. El mundo es cruel, como descubren pronto los protagonistas, y eso les obliga a madurar y a abandonar poco a poco las actitudes más infantiles. Hay batallas y momentos emotivos que se entrecruzan con un buen ritmo, pero la trama es bastante sencilla. El mundo, por su parte, es prometedor, pero por el momento no nos han mostrado más que un esbozo. En cuanto al dibujo, resulta ser sencillo y funcional, con pocos fondos y algo confuso en las escenas de acción.
El mayor problema, es que me genera muy poco interés. Me resulta indiferente cómo continuará la trama (parece algo así como un torneo para mostrar las habilidades de distintos ninjas), cómo evolucionarán los personajes (supongo que seguirán madurando poco a poco, pero que el mundo es cruel es algo que ya sé) ni el worldbuilding (seguramente se desarrollará mucho más, pero sin crear un entramado político). De todas formas mi intención es leer como mínimo el siguiente arco para darle una segunda oportunidad a la historia. Puede que se enfrenten a situaciones mucho más complicadas y que, en consecuencia, se tomen el mundo con la seriedad que deberían. Además, al ser una parte de la historia que no he visto en el anime, puede que me atrape más.
Cosas que he aprendido:
- Zabuza no es un villano.
Y para terminar, mis avances en Goodreads:
PUNTUACIÓN...3/5!