sábado, 20 de abril de 2024

La dama del Nilo, de Pauline Gedge

Titulo: La Dama del Nilo
Autora: Pauline Gedge
Editorial: RBA
Año: 2006
Año de publicación original: 1977
Páginas: 363 
Tapa dura 
Traducción: Nora Watson
Título original: Child of the morning
ISBN: 8447346382 

Sinopsis:
Mil seiscientos años antes que Cleopatra reinó en Egipto Hatshepsut, una mujer extraordinaria no sólo por su inteligencia y su belleza, sino también por ser la primera mujer en la historia que gobernó con plenos derechos en un mundo dominado por los hombres.
Según la tradición secular, los faraones de Egipto sólo podían gobernar si se casaban con una mujer de sangre real que, mediante el matrimonio, le otorgaba al hombre la condición de soberano. Tan arraigada costumbre iba a romperse por primera vez hace treinta y cinco siglos, cuando el faraón reinante dictaminó que su hija Hatshepsut, de quince años, fuera consagrada primera mujer faraón de la historia de Egipto.
Hábil en la administración, audaz en la guerra y, sobre todo, entregada a su tierra y a su pueblo, la “Dama del Nilo” supo defenderse de los celos y la insidia de sus enemigos y mantener el poder del Imperio en el apogeo de su gloria.

Opinión:
Impresión: Egipto.

Siento cierta fijación por el siglo XX, una época de rápidos avances tecnológicos y sociales, marcada por dos guerras de gran calibre que afectaron a países de todos los continentes. Eso, sumado a una mayor proximidad temporal, hace que la mayoría de novelas históricas que he leído se centren en ese periodo. Una de mis asignaturas pendientes es diversificar mis lecturas de novela histórica, no solo a nivel temporal, sino también espacial.

Por ese motivo, junto a las recomendaciones de Las inquilinas de Netherfield y Mónica Gutiérrez, me animé a leer este libro centrado en la vida de Hatshepsut (quien reinó entre 1513-1490 a. C), una de las primeras mujeres en ser nombradas faraón. En la novela, se la llama así, en lugar de reina o faraona, porque en el antiguo Egipto no existían esos títulos, solo los de Gran esposa real o Esposa del Dios, y no tenían poder efectivo.

Cuanto más nos alejamos en el tiempo, menos información poseen los historiadores y menos fidedigna es la que tenemos a mano. Además, la novela es de finales de los setenta, por lo que la autora se documentó en base a lo que se sabía hasta el momento. Tras la lectura, he investigado la vida de Hatshepsut (no fuera a ser que me colaran otro Braveheart) y la novela no se aleja demasiado de la realidad. Es cierto que hay muchas cosas que se desconocen, como las circunstancias de la muerte de Hatshepsut (la novela intenta ser biográfica, por supuesto que muere al final) o las relaciones entre personajes, pero en esos casos sí que acepto la especulación. Solo he notado dos imprecisiones históricas poco importantes (quizás otros hayan notado alguna más, como el blog Ni cuentos ni mentiras) y no sé hasta que punto son conscientes, para que la historia funcionara mejor: Hatshepsut solo tuvo una hija, no dos (me parece que esto se descubrió recientemente) y el arquitecto Ineni, uno de sus principales valedores en la novela, en realidad era un acérrimo detractor.

Por lo demás, estamos ante una obra que relata de forma novela la vida de Hatshepsut de forma bastante fidedigna. La conocemos a la tierna edad de diez años, cuando su padre empieza a prepararla para el trono. Poco a poco, veremos las dificultades que tiene para afianzarse en el poder siendo una mujer, pero también cómo atrapa en sus redes a los demás para conseguir sus propósitos y cómo usa la religión y leyes en su beneficio. También asistiremos a su inevitable declive (porque todo lo que sube tiene que bajar) hasta llegar a un final previsible, pero demoledor. 

La novela abarca un período de más de treinta años con gran maestría. Es muy difícil que una novela así no parezca un manual de Historia que avanza a trompicones. Sería muy fácil centrarnos en los momentos más importantes de la vida de Hatshepsut e ir saltando cronológicamente según convenga. En su lugar, la autora teje una historia continua. Hay pequeños saltos de varios años, pero no son muchos y, en lugar de hacerte un resumen desligado de los personajes, lo hila todo con lo anterior, de manera que no te pierdes temporalmente (en todo momento eres consciente de la edad de Hatshepsut y del tiempo transcurrido). Así, en lugar de decir que durante cinco años Hatshepsut va aposentándose en el poder mientras el odio de su hijastro crece o mostrándote escenas clave en las que eso ocurre, te cuentan toda una serie de pequeños eventos en los que eso se muestra; así no sientes que es algo puntual, sino que se forja con el tiempo.

La novela histórica tiende a aburrirme cuando es de carácter costumbrista, pero en este caso nos cuentan lo mínimo sobre la cultura egipcia como para que podamos situarnos y comprender lo que está sucediendo. A diferencia de otras novelas del género, aquí el objetivo no es tanto conocer el contexto histórico, como mostrar la valía de Hatshepsut para sobreponerse a las dificultades y alzarse con el poder. 

Por supuesto, no esperéis una obra con giros ni tensión; la trama no es importante, ni mucho menos. Es inevitable que haya momentos aburridos en los que se describen rituales o lugares (como los templos que visitan, el palacio en el que residen o las tierras de Egipto), porque es necesario para configurar el mundo. Algunas partes en las que no había trama ni avanzaban los personajes se me han hecho un poco cuesta arriba, pero al desconocer tantos detalles culturales de Egipto, he seguido interesada.

Mis conocimientos del Antiguo Egipto son mínimos, por lo que esta obra me ha servido para conocer superficialmente la época, en especial, la vida en palacio. La visión que ofrece la novela sobre Egipto es muy reducida: los secundarios pertenecen todos a la aristocracia o enseguida empiezan a formar parte de ella y la relación de Hatshepsut con el pueblo llano es prácticamente nula. Esta ceguera respecto al pueblo es un problema, porque después de ver la admiración que despierta Hatshepsut entre los que la rodea, cuando te dicen que ni el ejército ni la población respaldarán a un faraón mujer, quedas desconcertado. Por otra parte, mostrar otros estratos sociales, obligaría a alargar la novela y añadir mucha paja; es preferible centrarse en una clase social y estudiarla en profundidad.

La obra está narrada en tercera persona por un narrador omnisciente que conoce el pensamiento de todos los personajes, así que, aunque nos centraremos especialmente en Hatshepsut, también sabremos cómo se sienten los que la rodean. Esta perspectiva más general ayuda a mostrar la admiración que genera Hatshepsut tanto entre sus aliados como entre sus detractores. El fervor y la adoración que despierta, así como toda la ritualística, permite comprender por qué los faraones eran percibidos como dioses. Conocemos los pensamientos de Hatshepsut y sabemos que es una mujer de carne y hueso, pero aun así, el misticismo que la rodea, su creencia de ser la encarnación de Dios y el carisma y magnetismo que tiene hace que en algunos momentos sientas que tiene algo de divino. A diferencia de la Edad Media en Occidente, donde el derecho divino de los reyes era muy cuestionado, en Egipto los faraones eran venerados y nadie dudaba de sus poderes. Eso no significa que no hubiera conflicto.

Al igual que en Occidente, hay pugnas por el poder, traiciones, asesinatos, intrigas y bandos, pero todo ello se fundamenta en el honor y el respeto: no se oculta quién está a favor de quién, el asesinato solo se castiga con el destierro, las intenciones de usurpar el trono se declaran abiertamente, se evita la violencia siempre que sea posible... En consecuencia, hay que actuar a varios años vista y con mucho tiento para conseguir el favor del ejército, el pueblo y los sacerdotes; aunque seas faraón, si tienes a esas tres facciones en tu contra, estás perdido.

La figura central de la obra es Hatshepsut, quien empieza siendo una niña cabezota y despreocupada, que irá madurando a medida que amasa poder. Me sorprendió que la novela dedicara tantas páginas a su época de juventud, pero eso se debe a que una vez se ha asentado en el trono, los días (que no los años) se suceden sin muchos sobresaltos. Pese a algunos comportamientos más infantiles, ya desde pequeña tiene una actitud bastante adulta, pero eso es lógico teniendo en cuenta el ambiente formal en el que se ha criado. Lo único que me ha desconcertado de su juventud es que, pese al apoyo de su padre para sucederle en el trono y que la narración incide en sus habilidades administrativas, en ningún momento vemos su aprendizaje ni tratando con la burocracia. 

La Hatshepsut adulta me parece un ejemplo perfecto de mujer fuerte e independiente dentro de su contexto. Pese al empoderamiento femenino, no parece sacada del siglo XXI, la tónica habitual del feminismo en novela histórica, sino que sus decisiones se apoyan en las leyes y es gracias a su poder de convicción que consigue que los demás la escuchen: convence a su padre para proclamarla faraón; viste con ropa masculina o femenina según lo requiera la situación; se maquilla y enjoya sin olvidar su feminidad; capitanea al ejército, pero se queda en los márgenes de la batalla y solo tras convencer a su marido; se casa a cambio de conservar el poder efectivo; aprende a cazar y luchar, pero no presume de ello; no hay rivalidad con las otras esposas de su marido; no se impone como faraón, sino que justifica su posición mediante la religión... Ninguna de sus acciones es realmente espectacular, pero demuestra ser una mujer muy paciente y astuta.

Podría parecer que Hatshepsut es una Mary Sue, pero también tiene sus defectos: se deja cegar por el poder y no piensa en aquellos que quiere hasta que es demasiado tarde, descuida a sus hijas (que tienen muy poca presencia en la novela) y no lidia correctamente con su sobrino, cosa que resulta su perdición. A eso hay que añadirle que su moralidad no se corresponde con la nuestra: en ningún momento le inquieta el trato que reciben los esclavos y criados, ni se preocupa por el deplorable estado en el que viven los campesinos y no cuestiona la tradición de matar a los trabajadores de las pirámides.

Los demás personajes son satélites alrededor de Hatshepsut, cosa que refuerza su magnificencia y poderío. El único destacable es Senmut, que irá escalando socialmente gracias a su estrecho lazo con Hatshepsut. Me pareció un personaje muy centrado al principio, con unas metas (ser arquitecto) muy claras, pero a medida que acepta un cargo tras otro y deja de lado la arquitectura, pierde personalidad. El romance con Hatshepsut se desarrolla muy lentamente, a lo largo de los años y es coherente con el mundo: ella no puede casarse ni tener amantes y él se siente abrumado por su inferioridad ante Dios. Me sorprendió que pese a sus sentimientos, ambos tuvieran parejas y que eso no supusiera ningún problema para su relación, pero es lógico con la época. 

En cuanto al tono, el lenguaje es adecuado con la época y la formalidad con la que hablan los personajes, sin que en ningún momento resulte pedante o excesivamente intrincado. Eso sí, la edición de RBA es un desastre y no se la recomiendo a nadie. Para empezar, los pensamientos de los personajes no están marcados en cursiva, cosa que me desorientó bastante. En segundo lugar, aunque la novela está bien escrita y traducida, está plagada de errores ortográficos sencillos (se han girado dos letras o falta alguna), de esos que detecta el autocorrector de Word: 92 errores ortográficos en 360 páginas, es decir, un error cada 4 páginas. La edición que tengo es de 2006, pero la traducción es de 1990... una época en la que aún no se habían popularizado estas herramientas de corrección. Por lo tanto, lo que debió hacer RBA fue coger la traducción de la época y, sin revisarla, cambiar la cubierta y publicarla. Sé que hay otra edición de la editorial Pàmies, de la misma traductora; espero fervientemente que esta esté corregia, porque aquí la lectura ha sido insoportable. 

Quería terminar con una nota positiva y eso ha sido el final. Al ser una novela de corte biográfico, el final es previsible, pero aun así me ha emocionado. Creo que el momento está muy bien construido. Todos los personajes saben cómo va a terminar todo y que no pueden hacer nada por evitarlo. La tensión se palpa en ambiente, porque cualquier día podría ser el último. Hatshepsut se marchita poco a poco y no le queda otra que resignarse al destino, pero lo acepta con gran entereza y dignidad, y eso la honra y engrandece. No podría haber un final mejor para un personaje que se da cuenta demasiado tarde que lo ha sacrificado todo para alcanzar la cúspide del poder. 

En conclusión, una novela muy interesante que narra la vida de una mujer fuerte e independiente del Antiguo Egipto, cuya ambición le llevó a ser faraón. La trama es lineal y con pocos giros, pero al ahondar en la aristocracia egipcia de la época quedaremos hechizados por los detalles culturales. Tiene algunas partes un poco densas y con largas descripciones, pero en general el ritmo es bueno. Una novela histórica que no resulta densa y que te atrapará con su protagonista casi divina y los tejemanejes políticos. Eso sí, no recomiendo en absoluto la edición de 2006 de RBA, porque está plagada de errores ortográficos.

Cosas que he aprendido:

  • El maquillaje de los egipcios tenía un uso real.
  • Cómo lograr que un final previsible sea tenso y emocional.
  • Los egipcios llevaban conos de perfume sobre la cabeza en las fiestas.
  • Cómo las pugnas por el poder no están reñidas con la honorabilidad.

Y ya para terminar, os dejo con mis avances en Goodreads:

PUNTUACIÓN..3/5!


Primeras Líneas...

2 comentarios:

  1. La ambientación me atrae mil así que lo tendré en cuenta, gracias por la reseña.
    Besos

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"Sabes que has leído un buen libro cuando al cerrar la tapa después de haber leído la última página te sientes como si hubieras perdido a un amigo." Paul Sweeney