Hace cuatro años leí Reina roja y me gustó mucho por sus personajes carismáticos y el buen ritmo de la narración. Emocionada, leí Loba negra, pero me llevé una decepción enorme: aunque era entretenida y estaba bien narrada, el ritmo se veía entorpecido por una multitud de puntos de vista innecesarios que trataban de que empatizáramos con los personajes de forma artificial. Pero eso no era todo: no había tensión ni acción trepidantes, los personajes no eran carismáticos, el villano era poco hábil...
No quise rendirme, así que leí Cicatriz, pero me pareció una obra del montón. Entonces, ¿por qué estoy hoy aquí con esta reseña? Ay, es que la carne es débil: cuando vi Rey blanco de segunda mano, no pude resistirme. ¡Pero si eso fuera todo! Lo compré, pero lo he escuchado en audiolibro mediante la eBiblio, porque tenía que limpiar la casa y no sabía qué hacer mientras tanto.
Título: Rey blancoDe: Juan Gómez-Jurado
Narrado por: Nikki García
Español (Castellano)
Duración: 10 horas y 46 mins
Sinopsis:
ESPERO QUE NO TE HA YAS OLVIDADO DE MÍ. ¿JUGAMOS
Cuando Antonia Scott recibe este mensaje, sabe muy bien quien se lo envía. Tambien sabe que ese juego es casi imposible de ganar. Pero a Antonia no le gusta perder.
Despues de todo este tiempo huyendo, la realidad ha acabado alcanzándola. Antonia es cinturón negro en mentirse a sí misma, pero ahora tiene claro que si pierde esta batalla, las habrá perdido todas.
-La reina es la figura más poderosa del tablero -dice el Rey Blanco-. Pero por poderosa que sea una pieza de ajedrez, nunca debe olvidar que hay una mano que la mueve.
-Eso ya lo veremos-, responde Antonia.
EL FINAL ES SOLO EL PRINCIPIO
Opinión:
La saga de Antonia Scott se ha convertido en todo un éxito comercial y no le faltan motivos. La prosa de Juan Gómez-Jurado tiene gancho, sus personajes son carismáticos y los casos que propone son acertijos que retan al lector. Estamos ante unos libros adictivos y muy entretenidos, que una vez que te cogen, no te sueltan hasta que llegas a la última página. En mi caso, lo leí en formato audiolibro, así que solo lo escuchaba en los ratos muertos, pero estoy segura de que si lo hubiera leído en papel, lo hubiera devorado.
La novela empieza justo donde terminó la anterior: el secuestro de Jon. Tal y como me temía, Loba negra era una novela puente, completamente irrelevante, que solo servía para fragmentar la relación entre Jon y Antonia y contarte un poco más de la vida de esta última. Las referencias a la anterior novela son mínimas y su existencia solo se percibe en el desgaste de los personajes.
Estos y sus dinámicas son lo más interesante de la saga porque, en este libro, la trama no es nada del otro mundo: el señor White tiene en su poder a Jon y, a cambio de su vida, pide a Antonia que resuelva un par de crímenes en un corto espacio de tiempo. Ninguno de los casos es fácil de resolver, pero tampoco son especialmente intrigantes ni creo que el lector disponga de suficientes pistas como para adivinar lo sucedido. El interés radica no tanto en descubrirlo antes que Antonia, sino en seguir el rastro que deja ella (sus preguntas, sus acciones, aquello en lo que se posa su mirada) para entender su línea de pensamiento. Antonia tiene la inteligencia de Sherlock Holmes, pero a diferencia de este, tiene una parte emocional.
Jon también ha cambiado mucho desde el primer libro. Aunque exteriormente se muestra vivaracho y despreocupado, esa máscara se rompe de vez en cuando y nos muestra a un hombre harto de jugarse la piel por tan parca recompensa: por cada vida que salvan, otros dos se pierden. Llega un momento en el que uno carga con tantos fracasos a sus espaldas que uno se pregunta si merece la pena seguir formando parte de este mundo de violencia solo para ayudar a los demás.
A diferencia de otras novelas del género, en ningún momento hay romance entre ellos (Jon es homosexual, para empezar), pero eso no impide que tengan una relación estrecha: los casos en los que han colaborado les han unido hasta el punto de ser uña y carne. Pese a ello, en esta novela, la relación entre ambos es tirante, tanto por el hartazgo de Jon como porque este siente que Antonia aún le esconde partes de su vida. Su trabajo ha hecho que se vayan acumulando reproches, que quedaban relegados debido a las circunstancias. Pero las cosas que no pueden postergarse para siempre.Otro personaje importante es el señor White, quien siempre va un paso por delante de Antonia, hasta el punto de eclipsarla. Prefiero que un villano más astuto que la protagonista que uno trivial, como en la novela anterior, sin ninguna duda. El problema en este caso es que he estado toda la novela a la espera de que Antonia demostrara estar a la par, pero eso no sucede hasta el final. La dinámica entre ambos ha sido menos interesante de lo que prometía porque sus fuerzas no estaban equilibradas: el señor White tiene todos los ases en la mano y solo juega con Antonia; incluso las pocas veces en las que ella se le avanza, es porque él se lo ha permitido.En un papel mucho más secundario tenemos a Mentor y al equipo de Reina roja, cuyo protagonismo es mucho menor que en novelas anteriores. Parte de la gracia del personaje de Antonia es cómo interacciona con el resto del mundo, y, aquí, esa interacción se limita casi en exclusiva a Jon, cosa que hace que sea un personaje menos interesante. En favor del equipo de Reina roja hay que decir que son los protagonistas de uno de los pocos giros que me han sorprendido; estas novelas siempre han tenido su punto de crueldad, pero no esperaba que llegara hasta estos extremos.
Aquí la narración también es en tercera persona y se focaliza en Antonia, aunque también hay escenas centradas en Jon. El autor integra muy bien el discurso indirecto libre, aunque en esta ocasión solo caracteriza a los personajes, sin permitirnos descubrir nuevas aristas. Al igual que en las otras novelas, algunos capítulos ponen el foco en personajes desconocidos que se encontrarán tarde o temprano con nuestro dúo de investigadores. Me ha sorprendido encontrar capítulos de Mentor, una figura bastante misteriosa y celosa de su privacidad y también de Sandra Fajardo, una de las villanas. Como la mayoría de capítulos de esta última narran solo parte de su pasado no se logra empatizar con ella (no vemos cómo es ahora ni cómo se siente), solo entender su trasfondo. Me ha parecido un personaje esquemático, porque solo vemos las partes relevantes para la trama, sin realmente saber nada de su historia previa a Reina roja ni de su vida privada.
No estoy muy entusiasmada con la novela porque me ha parecido bastante genérica, es verdad, pero la he escuchado con fruición. No solo me dejaba llevar de la mano por la voz de la narradora, sino que quería seguir leyendo para descubrir los misterios sin tener que esforzarme. Además, las escenas de acción son muy tensas, tanto porque el autor sabe manejar a la perfección el ritmo narrativo como por el uso de un vocabulario descarnado que ayuda a crear la atmósfera.En cuanto al final, sin duda ha sido la mejor parte. Una vez Antonia llega a la fiesta y empieza a revelar todo lo que ha descubierto, no puedes apartar la mirada. Toda la escena de la persecución y el pulso dialéctico me tuvieron con el corazón en un puño. No sabía cómo iba a resolverse la situación, pero Antonia lo hace de forma espectacular, recuperando, además, una idea que está ahí desde la primera página del primer libro: los tres minutos sagrados de Antonia.
Si hay que ponerle una pega, me ha parecido que el señor White pierde mucha agencia a medida que se descubren cosas acerca de él y sus planes, porque aparece una tercera persona implicada, muy poco desarrollada, y eso hace que él tenga menos autoridad. A eso hay que sumarle que nos lo habían presentado como una persona a la que le gustaba jugar con los demás, sí, pero solo si eso no interfería en sus planes. No es que al final se vuelva patético, ni mucho menos, pero no terminé de entender por qué se arriesgó tanto.
El final es completamente cerrado, pero aun así, queda abierta la puerta a la posibilidad de que se publiquen más casos protagonizados por Antonia Scott en el futuro, si ese es el deseo de los lectores. Yo tengo claro que, aunque he disfrutado de la experiencia, ya he tenido más que suficiente; no creo que estas historias puedan aportarme más de lo que ya me han dado.
En conclusión, Rey blanco es un buen final que recupera la esencia de la primera novela, aunque los personajes, muy carismáticos, han evolucionado a pasos agigantados y eso les hace menos interesantes. Antonia gana humanidad y con eso se vuelve más mundana. Jon tiene una relación interesante con ella, al igual que el villano, que siempre va un paso por delante, pero este último queda algo deslucido al final. En general es una obra entretenida, que se devora y que te mantiene atento a sus páginas debido al ritmo que tienen las escenas de acción, aunque los casos que investigan no son nada del otro mundo. Me lo he pasado bien, pero no pienso repetir.
Al final el autor indica la saga es más una pentalogía, puesto que en El Paciente y Cicatriz, aparece el señor White, pero yo leí esta última y no me suena.
Cosas que he aprendido:
- Algunas palabras intraducibles útiles
Y ya para terminar, os dejo con mis avances en Goodreads:
PUNTUACIÓN...3/5!
Primeras Líneas...
Gran trabajo con la reseña. Primera que leo del blog y sin duda ya me quedaré por aquí, ¡un saludo!
ResponderEliminarHola, Diego,
EliminarMe alegro de que te haya gustado la reseña y de que te quedes por este rincón. Nos leemos^^
Todavía no me he estrenado con esta trilogía pero la tengo en el kindle esperando. Y por lo que cuentas, el cometido de entretener lo cumple con creces, cosa que no es fácil. Creo que es la gran virtud de este autor por otras novelas suyas que he leído. Que sabe entretener, sabe lo que demanda el público y se lo ofrece. Y su otra gran virtud es que sabe venderse de maravilla.
ResponderEliminarBesotes!!!
Hola, Margari. Pues espero que tarde o temprano te pongas con ella, porque es muy adictiva. Ahora con la serie seguro que experimenta un boom.
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