Hace unos meses le di un primer tiento al autor con su antología Sostener el cielo. Fue denso por la carga científica, pero me pareció lleno de buenas ideas y exudaba pasión por la ciencia. Antes de ponerme con su archiconocida trilogía, decidí leer una de sus novelas independientes, para ver cómo se manejaba con la narrativa larga (seamos sinceras: es porque el libro tenía el lomo rojo) y por eso os traigo hoy la reseña de La esfera luminosa.
Autor: Cixin LiuTítulo original: 球状闪电 (Qiúzhuàng shǎndiàn)
Año de publicación: 2004
Editorial: Ediciones B
Colección: Nova
Traducción: del chino de Javier Altayó y corrección de Antonio Torrubia y Gisela Baños
Edición: 2019
Páginas: 463
ISBN: 978-84-17347-33-8
Sinopsis:
El día en que cumple catorce años, Chen presencia cómo una esfera luminosa entra en su casa y calcina a sus padres. Con el propósito de encontrar algún sentido a esta extraña desgracia, decide dedicarse a descifrar el secreto del misterioso fenómeno a causa del cual quedó huérfano. La búsqueda de la esfera luminosa lo llevará lejos de casa, a perseguir tormentas en las cimas de montañas y a adentrarse en laboratorios subterráneos secretos para, poco a poco, ir descubriendo nuevos límites en la física de partículas.
Aunque la obsesión de Chen es la razón de que la suya sea una vida solitaria, esta no podrá protegerle de los intereses globales que hay detrás de sus descubrimientos. Así pues, tendrá que enfrentarse a un físico que no entiende de límites morales en lo que al conocimiento se refiere; una atractiva militar obsesionada con nuevas técnicas bélicas; a una nación entera, en suma, desesperada por hacer frente a una derrota militar inevitable...
La trama es lo menos importante de esta novela, pero empezaré con ella para situaros un poco. Tras la muerte de sus padres por un fenómeno natural conocido como las esferas luminosas (al principio no tenía claro si eran un ser paranormal u obra humana, pero te dejan claro al principio que es algo natural), Chen decide consagrar su vida a investigar este fenómeno, aunque para eso tenga que recurrir a la financiación del ejército, cuyo interés en comprender las esferas luminosas radica en su potencial como armas.
Me gustaría deciros que eso es la premisa, pero en realidad es el libro entero. A lo largo de 460 páginas seguiremos a Chen, quien tratará por todos los medios descubrir la naturaleza y características de las esferas luminosas, así como la forma de reproducirlas. Lo que más me sorprendió es que no todo es ficción, sino que este fenómeno existe en la realidad, aunque se sabe muy poco de él. Según la nota inicial: "Las características y el comportamiento de las esferas luminosas que aparecen en este libro coinciden con los descritos por la mayoría de los registros históricos reales previos a 2004". Así, el autor parte de un fenómeno real, con unas características probadas científicamente, y fabula sobre posibles explicaciones. Lo que más me ha interesado de ellas es la parte más paranormal, el misterio que se crea y los posibles usos.
No os voy a mentir: la novela rebosa ciencia por todos sus poros, pero poco a poco te percatas de que no es esencial entender los entresijos científicos para seguir la historia, porque su única función es ofrecer verosimilitud. El autor demuestra una vez más su gran bagaje científico, abarcando ámbitos muy distintos: los fenómenos atmosféricos, la física, las matemáticas, el electromagnetismo, y la ciencia de los rayos. Hay muchos párrafos largos hablando de conceptos científicos complejos, cosa que hace que la novela no sea accesible para todo el mundo. He desconectado en la mayor parte del tiempo en que hablaban de ciencia, porque eran explicaciones demasiado complicadas para mí.
«Suponiendo que el de las esferas luminosas no fuera un fenómeno sobrenatural, ecuaciones de la mecánica de fluidos relativamente básicas como las de Maxwell y las de Navier-Stokes debían bastarme para llegar a comprenderlo (no descubriría lo pueril y superficial que estaba siendo al pensar así hasta mucho más tarde). Eso sí: ocurría que todas las estructuras conocidas en el campo del electromagnetismo y de la mecánica de fluidos resultaban simples al compararlas con la de las esferas luminosas; dando por hecho que la complicada estructura en equilibrio estable de las esferas luminosas obedeciera las leyes básicas del electromagnetismo y la mecánica de fluidos, había que concluir que esta debía de ser matemáticamente complejísima.» (ciencia)
Al principio, estaba algo aburrida y creía que este libro bien podría ser un ensayo especulativo sobre las esferas luminosas, en lugar de una novela, pero a medida que fui avanzando, me di cuenta de que, aunque la investigación vertebra toda la novela, en realidad es solo una excusa para tratar otros temas. El más destacado de ellos es la fascinación por el Universo. Los avances tecnológicos de los últimos años nos han hecho creer que ya no quedan misterios en el mundo por descifrar. En nuestra ingenuidad, creemos que ya lo sabemos todo y que "el espacio es la última frontera". No podríamos estar más equivocados. Solemos hablar de "la ciencia", como si fuera una única cosa, cuando hay centenares de disciplinas, miles de especializaciones, que no tienen nada que ver la una con la otra, y en cada una de ellas hay varios equipos de investigadores a lo largo del mundo que tratan de desentrañar sus misterios. Creemos que nada de eso nos afecta, que ninguno de esos descubrimientos cambiará nuestra vida; eso es porque no somos conscientes de que la tecnología no aparece de la noche a la mañana, que nuestro mundo va cambiando poco a poco. Esos descubrimientos se introducen subrepticiamente en nuestras vidas (los aislantes de las ventanas, los cristales climalit, las bombillas led, el aireador de grifo, las sartenes antiadherentes, los ambientadores de hogares...), sin bombo y platillo, porque la tecnología no son solo los aparatos electrónicos. En otros casos, esos descubrimientos pasan todavía más desapercibidos, porque solo ayudan a cimentar investigaciones de descubrimientos futuros o son piezas de algo mayor. La ciencia siempre me ha parecido incomprensible, pero esta novela me ha ayudado a apreciar la pasión que algunos sienten por ella y entender mejor lo insignificantes que son nuestros conocimientos del mundo que nos rodea.
«Así es la investigación científica —dijo el coronel Xu—. Todo paso en falso, no importa cuán erróneo sea, constituye un paso imprescindible.»
Otro de los temas son los sacrificios que conllevan estos avances tecnológicos. Muchos científicos consagran su vida entera a la causa y con la misma devoción que un sacerdote, dejan de lado bienes materiales, disfrute personal, amigos y familia para una investigación que quizás nunca dé sus frutos. En la novela, se habla de ello y también de los dilemas morales que comporta la ciencia, tales como la experimentación con animales o la colaboración con la industria armamentística. Muchos proyectos científicos, sean de la disciplina que sean, reciben financiación por parte del ejército, por si en un futuro esos descubrimientos tuvieran algún uso militar. La relación entre la ciencia y la industria armamentística es muy estrecha en esta novela y los dilemas morales al respecto están muy bien tratados: ¿hay que dejar de investigar algo solo porque pueda tener usarse para la guerra? ¿Todos los avances tecnológicos pueden convertirse en armas? ¿Qué culpa tuvieron los científicos que desarrollaron la bomba atómica si quienes la usaron fueron las autoridades militares?
No he hablado hasta ahora de los personajes porque no tienen una gran relevancia. El protagonista es Chen, el prototipo de científico abnegado que se enfrenta a los debates morales mencionados y cuya vida está completamente ligada a su estudio de las esferas luminosas. Es un personaje realista, aunque carente de personalidad y bastante plano, porque su obsesión le consume y le impide tener una vida más allá de la ciencia. Si hay una espinita que me ha reconcomido es que esta abnegación hacia un único propósito vital se muestra como algo positivo, como si no tenerlo, cosa que pasa a la mayoría de mortales, hiciera que tu vida fuera redundante. Aun así es una idea que está en el ADN de la cultura china, por lo que resulta inevitable que aparezca reflejada en la novela.
Más interesante ha sido Lin Yun, al cargo de un proyecto de innovación armamentística que trabajará codo con codo con Chen. No solo resulta sorprende encontrar una mujer con un alto cargo militar, respetada por todos, sino que está obsesionada con las armas. Estas son el motor de su vida, y la obra, sin promover la guerra, es capaz de transmitirte la atracción que siente Lin por el peligro y la belleza que ve en un arma. Le entusiasma cualquier avance en materia armamentística y siente la misma pasión por las armas que un músico ante una sinfonía clásica. Me parece un personaje atípico, complejo (una lástima que su trasfondo de personaje esté mal insertado al final) y muy arriesgado.
A un lector occidental le va a sorprender que no haya un ápice de romance, porque hubiera sido muy sencillo incluirlo, pero la literatura oriental es conocida por tratar el amor como algo etéreo, sublime, irreal, más una posibilidad que algo tangible. En este caso, la relación entre Lin y Chen es muy compleja y se basa en la fascinación y admiración mutuas. No son amigos porque a penas hablan de nada que no sea de carácter profesional ni tienen contacto fuera del trabajo. Ambos comparten un mismo sueño, comprender las esferas luminosas, pero mientras que para Chen eso es suficiente, para Lin ese es solo el primer paso; ella pretende utilizar esos conocimientos para crear un arma. Pese a su colaboración y a lo unidos que están, él no deja de ser un civil y ella una militar, por lo que sus filosofías de vida chocan inevitablemente.
Hay algo intrínsecamente oriental en esta novela. Toda la trama científica y la relación con el ámbito militar bien podría desarrollarse en Estados Unidos, Oppenheimer es un ejemplo de ello, pero la atmósfera de la novela es muy oriental. Se habla poco de la geografía, no hay crítica social y los personajes se encuentran encerrados en su propia burbuja, ajenos a cualquier rastro de cotidianidad que nos muestre la cultura china. Pese a ello, uno no puede desprenderse de quién es y la nacionalidad del autor se percibe a lo largo del texto: en la actitud sumisa de los personajes frente a la autoridad, un ente incuestionable; el desapego que muestran por el individuo y su interés por el bien del conjunto de la sociedad; la inclinación por hacer un estudio de personajes más que configurar una trama compleja que retenga la atención del lector inquieto; el ritmo de vida sosegado y poco dado a los excesos y a la sociabilidad; o la fascinación por la naturaleza.
La novela está tan enfocada en la investigación de las esferas luminosas que se olvida por completo del entorno. Al principio me molestaba que se hablara de forma tan superficial, casi anecdótica, de la tensa situación internacional que al final conduce a una guerra con China, pero realizar un estudio de las causas sociopolíticas de una guerra hubiera desviado la atención del tema principal. Lo cierto es que al final no importa por qué ha estallado ni quienes luchan, sino el papel de los avances científicos en esta hipotética guerra.
En conclusión, La esfera luminosa es una novela que, contra todo pronóstico, me ha gustado, pero que no recomiendo a todo el mundo, solo a aquellos que tengan interés por la ciencia o quieran adentrarse por primera vez en la ciencia ficción dura (aunque si no has leído nada del género, la antología Sostener el cielo me parece una mejor forma de empezar). La obra habla de la fascinación por el Universo y la ciencia a partir de la investigación de las esferas luminosas, así como de los sacrificios que conllevan los avances científicos y el papel fundamental del ejército en el desarrollo tecnológico. Los personajes son bastante planos, aunque atípicos: el protagonista es un científico consagrado a sus estudios, mientras que la coprotagonista es una mujer de un alto rango militar que siente pasión por las armas. Es cierto que el libro tiene partes muy densas en las que se habla de ciencia y es poco asequible para el lector de a pie, pero me parece un libro necesario para tomar consciencia de lo minúsculos que somos y de lo mucho que nos queda por descubrir.
Cosas que he aprendido...
- La existencia de las esferas luminosas.
- La importancia del ejército en el desarrollo tecnológico.
- Cualquier avance científico puede ser usado como arma.
- Somos insignificantes, aún queda mucho por descubrir en el mundo.
- Podríamos ser parte de una macroestructura.
- Técnicas bélicas que no conocía que utilizan a animales.
- Las armas pueden ser bellas.
Y ya para terminar, os dejo con mis avances en Goodreads:
PUNTUACIÓN...3'5/5!
Primeras Líneas...
Hola de este autor comencé a leer la trilogía de los tres cuerpos pero no sé si es que no era para mí o no lo era el momento pero lo dejé en la primera entrega, no llegó a engancharme.
ResponderEliminarHum, pues este creo que es bastante del estilo, así que si no te convenció el otro, no creo que debas darle una segunda oportunidad al autor ;)
EliminarCreo que no es para mí en esta ocasión. Creo que no llegaría a superar esas partes más científicas. Pero sí, somos muy chiquititos en este gran universo. Sí me animaré con la serie que acaba de estrenarse de su famosa trilogía, a ver qué tal.
ResponderEliminarBesotes!!!
A ver qué ta parece la serie. Yo quizás la vea más adelante. Y sí, lo cierto es que el libro no lo veo para ti.
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