"La importancia de la lectura (por no hablar de la escritura) está muy sobrevalorada, y a lo que en realidad deberíamos prestar atención, en un mercado abarrotado y ahíto de libros, no es a la muerte de la lectura, sino a la muerte del criterio. Es relativamente fácil adquirir el hábito de la lectura; es mucho más difícil llegar a ser un lector exigente y con criterio."
"Me encantan las estanterías de las bibliotecas, incluso las de internet. Hay algo que tiende a producir angustia en el hecho de estar rodeados de todos esos pensamientos y voces distintos que nos recuerdan que, por mucho que vivamos, nunca conseguiremos leer ni una ínfima parte de los libros que ya existen, por no hablar de los cientos de nuevos volúmenes que se publican cada día. La sola idea de pensarlo puede resultar agotadora y deprimente; me recuerda que cada uno de mis pensamientos, cada combinación inusual de idea que me viene a la mente, por sesgadas o particulares que éstas sean, ya han sido pensadas, sentidas, expresadas, publicadas y analizadas en otro lugar y tiempo y, por supuesto, de una manera mucho más elocuente de la que yo jamás seré capaz de ofrecer".
"La mayoría de las obras históricas antiguas que se consideran «clásicas» son, en realidad, una selección bastante aleatoria de curiosidades cuyo estudio se nos exige por el simple hecho de que, por diversos accidentes circunstanciales, resulta que ha sobrevivido. Su importancia es histórica, no literaria; tienen mucho que decirnos sobre su época, pero, en mi experiencia, no es eso lo que busca la mayoría de lectores de ficción. También deberíais tener en cuenta que la noción «originalidad» es relativamente moderna. Antes de la Ilustración, la literatura más popular se limitaba a nuevas versiones de mitos y leyendas famosas, no a la creación de nuevos personajes y argumentos".
Ahora que al fin ha llegado el frío, coged una manta en la que arrebujaros y un chocolate caliente; lo vais a necesitar porque aún no he empezado a escribir, pero ya sé de sobras que la cosa va para largo. Las citas que os traigo hoy pertenecen al ensayo Contra la lectura, de Mikita Brottman, del que guardo muy buen recuerdo. Los que me conocéis sabréis que, al igual que el té o el café, el ensayo es un género que no me apasiona y solo me acerco a él si la obra me promete debates literarios. En este caso, la autora reflexiona con sinceridad sobre algunos de los temas más polémicos del mundo literario y lo hace con un tono ameno y personal, pero sin por ello perder rigurosidad. Es un libro que cualquier amante de lectura abierto de mente necesita leer, porque aunque te hace dudar de las virtudes de la lectura, está escrito desde el más profundo amor por los libros. Si os interesa saber más de él, aquí podéis leer la reseña que escribí en su momento, aunque las citas muestran muy bien qué os vais a encontrar.
La primera de ellas habla sobre la lectura crítica. Hoy en día, por suerte, podemos encontrar muchísimas campañas de fomento de la lectura por parte de instituciones estatales. Eso sin duda está muy bien, quiero decir, todos sabemos que leer tiene muchos beneficios... pero no tantos como leer con criterio. Se fomenta mucho la lectura, como si su valor estuviera en el acto de leer y no en aprender del texto. No hay ninguna diferencia entre pasarse horas jugando al Candy crush o leyendo acríticamente (bueno, sí, que la novela te dejará mensajes subliminales que irás adoptando sin darte cuenta). Leer críticamente implica descubrir los mensajes que transmite la novela, valorar si la relación entre los personajes es tóxica, encontrar los fallos y aciertos tanto de ritmo como de escritura, relacionar el contenido con el contexto en el que se escribió la obra... es decir, entender por qué nos gusta (o no) y por qué otros lectores no opinan lo mismo. La lectura crítica de las obras nos llevará a una lectura crítica de la sociedad que nos rodea. Entonces dejaremos de seguir al rebaño y que nos cuestionaremos por qué las cosas son como son y si podrían ser distintas.
La segunda cita es mucho más compleja, porque gira en torno a las teorías platónicas acerca de la realidad. Según Platón, los sentidos nos engañan, ¿cómo si no dos personas pueden presenciar un mismo incidente y luego ofrecer testimonios distintos e incluso contradictorios? Pero aun así, se considera que experimentar algo es mejor que leer una ficción. El problema de la experiencia física es que enseguida se convierte en recuerdos, es decir, ficción. ¡Qué rápido escupimos nuestro primer vaso de vino o el primer cigarrillo... y qué bien sabían el quinto o el sexto! Seguro que ambas, en su momento, fueron experiencias tan horribles como recuerdas, pero nuestra percepción del mundo cambia.
En este caso, me resulta muy difícil posicionarme. Por una parte, creo que es mucho mejor experimentar algo por ti mismo que mediante una ficción, porque en el segundo caso vives de emociones prestadas y conoces la realidad a través de la perspectiva de otros. Eso no quiere decir que la realidad que describen los libros sea menos verdadera, pero no es tu visión del mundo. No sé vosotros, pero yo prefiero mil veces tener a G a mi lado que leer sobre relaciones ficticias, por mucho que en las novelas todo sea tan perfecto.
¿Por qué preferimos la realidad si la ficción es muchas veces mejor? En las novelas el primer beso siempre es algo mágico, cuando lo cierto es que la inexperiencia hace que sea una experiencia decepcionante. Incluso cosas tan maravillosas como el helado de vainilla saben mejor en un texto escrito si el autor es realmente habilidoso. Me parece necesario vivir con un pie en la tierra y otro en las nubes, así puedes tener lo mejor de los dos mundos.
En cuanto a la tercera cita, durante un tiempo me pasó eso, que los libros sin leer me susurraban al oído que nunca tendría tiempo de leer ni la mitad de lo que me gustaría. Al principio me angustiaba porque ni siquiera era capaz de leer tanto como antes y los libros se amontonaban, pero con el tiempo he aceptado esa idea y me he resignado. Puede que mi vida no sea suficiente como para abarcar todos los libros que ansío, pero como mínimo disfrutaré de aquellos que logre leer (aunque si tenemos en cuenta todas las decepciones que llevo este año, no estoy teniendo tampoco mucho éxito en esa empresa).
Lo que aún me agobia es lo segundo que comenta la cita: todo se ha escrito ya. Antes, me gustaba escribir (aún me gusta), pero lo he ido dejando porque no siento que pueda aportar nada al mundo. "Puedes ofrecer tu punto de vista". Ya, ¿y con toda la gente que escribe, de verdad no hay alguien que haya escrito algo con una perspectiva muy similar a la mía? Este libro mismo reproduce muy bien mi forma de ver el mundo. No me veo capaz de expresarlo mejor.
En cuanto a la última cita, refleja muy bien mi opinión sobre los clásicos. Por supuesto, son obras que tratan temas universales, y eso hace que su mensaje perdure en el tiempo, pero los autores están sujetos a la sensibilidad y las formas de su época. Las tramas de Agatha Christie son maravillosas, pero sus personajes no tienen profundidad psicológica. Jane Austen tiene muy buenos personajes, pero quieres sacudirles para que se digan las cosas y dejen de andarse con tantos ambages. Los libros de ambas autoras siguen siendo muy actuales, pero cuanto más te alejas en el tiempo, los clásicos tienen más valor histórico y menos literario.
Creo que ya os he dado bastante la turra y, además, con temas de debate bastante diversos. Os animo a leer el libro y también a debatir en los comentarios sobre los temas que más os hayan llamado la atención. Tengo curiosidad por conocer vuestro posicionamiento.
No conocía este libro pero da que pensar. Habrá que echarle un vistazo.
ResponderEliminarGracias por dejarnos estas joyitas. Un besazo!
Pues sí, sí, merece mucho la pena. Me alegro de que te haya interesado.
EliminarHola una lectura muy interesante. a mi me pasaba lago parecido, lo pasaba fatal cuando entraba a las bibliotecas y veía todos aquellos libros en línea esperando por mi. Ahora lo llevo mejor pero no por ello dejo de sentir que el tiempo se va demasiado deprisa
ResponderEliminarTOP TOP. Yo lo he asumido porque no hay otra y procuro proponerme metas asumibles.
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