«Cuando llevas mucho tiempo sin ver a alguien, al principio intentas guardar todas las cosas que quieres explicarle. Tratas de almacenarlo todo en tu mente. Pero es como sujetar un puñado de arena: los granos se deslizan entre tus dedos, y al final sólo estás aferrando el aire y la gravilla. Por eso no puedes guardarlo todo. Porque para cuando os volvéis a ver, sólo puedes ponerte al día de las cosas importantes, ya que es un incordio contar los pequeños detalles. Pero los pequeños detalles son los que conforman la existencia».
Hoy me he levantado tarde, he ayudado a mi madre a preparar un cocido, he dado una vuelta por las redes (de las que hacía un par de días que estaba ausente), así como de vuestros blogs (de los que tengo más entradas pendientes de lo que me gustaría). Por la tarde he estado leyendo el libro de Lemony (del que me queda nada), los relatos de Parabellum (que terminaré en cuanto tenga esta entrada lista), hecho esta entrada y revisado la mitad de un libro que esto corrigiendo.
Puede que no sea muy apasionante, pero ese ha sido mi día, sin entrar en muchos detalles. Por supuesto, podría resumirlo incluso más: estuve descansando, con el blog y leyendo. Pero, ¿qué diría eso de mí? Nada. La vida la conforman los pequeños detalles, eso es lo que nos enriquece como personas. Las anécdotas insustanciales, la suma de todas las pequeñas cosas que nos pasan cada día.
De pequeña, durante la comida, solía explicar qué había hecho en clase y cómo me había ido el colegio, asignatura por asignatura. La suma de todo lo que contaba (cuáles eran mis amigos y qué hacían, qué profesores me gustaban y cuáles no, mis preocupaciones por determinadas clases) configuraba mi mundo y permitía que mis padres me conocieran mejor. Mi hermano, en cambio, hace "cosas", por lo que lo desconozco todo de él. Los detalles son importantes.
Por supuesto, cuando me encuentro con mis amigas solo les cuento las dos o tres cosas importantes que me han pasado a lo largo de la semana, y quizás por eso me conocen mucho menos que G, a quien cada vez que nos vemos le cuento todos los detalles que he ido apuntado. Porque si no lo apuntara, me pasaría que terminaría aferrando solo aire (y más con mi mala memoria). Aunque claro, eso es porque con G nos vemos dos veces por semana, intenté apuntar todos los detalles de mi viaje a Alemania de tres semanas y a la vuelta, tuve que desistir al haber narrado un par de días, porque tardaba demasiado y era un incordio.
Con los libros pasa a veces lo mismo: lo que hace grande una obra no es tanto algo en concreto como la suma de muchas pequeñas cosas. A mí me ha pasado más de una vez que he intentado hablar de lo maravilloso que es alguno de mis libros favoritos...y me he quedado sin habla o he dicho cosas muy genéricas, porque lo verdaderamente valioso es la experiencia de leerlo, los detalles.
Precisamente eso es lo mejor de A todos los chicos de los que me enamoré, el libro del que he extraído la cita. Es una obra con una trama muy simple, pero que me gustó por la naturalidad y el realismo de sus personajes, en especial la relación de la protagonista con sus padres y hermanas, algo en lo que no se suele incidir (porque suelen estar muertos). Aquí os dejo la reseña, por si queréis curiosear.
Y hasta aquí la entrada de hoy. ¿Os ha gustado la cita? ¿Tenéis a alguien a quién contarle todos los detallitos de vuestra vida? ¿Os pasa como a mí, que tenéis poca memoria? ¿Qué libro habéis leído que sea bueno por sus detalles?
Pues me ha gustado la cita y lo que cuentas del libro al final me ha dejado con ganitas de leerlo. Yo es que también soy de tener mala memoria así que contar todo todito todo, va a ser que no. Pero lo importante, sí. Y si creo que se me va a olvidar algo, allá que voy a por el teléfono para que eso no me ocurra.
ResponderEliminarBesotes!!!
Sobre el libro, creo que a ti te iría bien para desconectar, como lectura ligera, pero no tiene la profundidad que suele gustarte. Y sobre el teléfono, huy, yo es que soy poco dada a hacer llamadas telefónicas...
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